domingo, 21 de febrero de 2021

Moonman C1:

Ya hemos tenido ocasión de ver esta espléndida pluma de la casa china Moonman. Supuso, a mi juicio, una de las novedades más atractivas del pasado año y, por eso, he creído  que merecía la pena hacer un recorrido algo más detallado, que permitiera al lector tener un conocimiento más profundo de un modelo que lo merece.

Hace algunas décadas, las plumas transparentes o demostradores, solo se producían a efectos comerciales, esto es, para permitir que los vendedores de un determinado modelo pudieran enseñar al cliente el interior de las plumas y su  funcionamiento. Al principio, se trataba, simplemente, de plumas seccionadas longitudinalmente pero, más adelante, se fabricaron en plásticos transparentes que  permitían ver el funcionamiento de los sistemas de carga o el interior de las boquillas. Aunque no está claro quién lo hizo  primero, sí está acreditado que Parker y Sheaffer fueron las pioneras en la utilización de este tipo de plumas para su uso comercial,

A partir de los años 90 del pasado siglo, los demostradores se convirtieron en una categoría estética por sí misma, y el mercado se inundó de plumas transparentes de todas las marcas. A día de hoy, no hay catálogo que se precie que no posea uno o varios de estos modelos, enriquecidos con la modalidad translúcida, más sutil y maleable estéticamente, y que es posible encontrar en las cuatro esquinas del globo de manos de, prácticamente, cualquier fabricante.  

Fabricar demostradores es algo a la vez fácil y arriesgado, porque el atractivo del modelo radica, no poco, en la calidad de las resinas utilizadas, su pureza, la calidad de las transparencias y su resistencia a la luz para evitar que amarilleen o se degraden con el tiempo. Además, el mecanizado debe ser perfecto. Moonman se ha arriesgado y ha apostado por lanzar al mercado un modelo atractivo y de calidad excepcional. Lo ha hecho, además, cuidando todos los detalles y a un precio, por si fuera poco, ridículamente bajo. Lamentablemente, debo decir que no se trata de un diseño original. El modelo es, en realidad, un clon de una ilustre desconocida: la Newton Shinobi de hace algunos años, más o menos del 2015, en versión transparente. Esta pluma no era de producción sino que se hacía por encargo y, desde luego, no era barata.

La pluma que nos ocupa viene muy bien presentada en una caja negra de cartón duro, sin lujos, pero de gran calidad. Tanto el logo como la frase impresa usan una tipografía discreta y elegante.

La caja se abre como un pequeño cajón, tirando de una pequeña goma roja. En el interior, se encuentra la pluma bien sujeta a un soporte de cartón. No hay lujos superfluos.

La pluma viene acompañada de un pequeño folleto con instrucciones de carga y le acompaña un coqueto cuentagotas de cristal provisto de una perilla con goma roja.

La pluma resulta, a primera vista, una pieza muy atractiva, de impactante presencia. Mueve la curiosidad de quien la ve, porque el juego de transparencias, colores de la boquilla y juegos de luces, está muy bien logrado.

Sin el convertidor, las esbeltas lineas de la pluma y la belleza de la resina, muestran su imponente figura.

La pluma consiste, básicamente, en un cilindro regular,  milimétricamente torneado en una espectacular resina transparente. Moonman ya cuenta con otro modelos demostradores, la M2 y la C2, pero la C1 constituye un paso al frente porque es  más atractiva, más bella y muchísimo más eficiente en todos los terrenos.

La calidad de los materiales es soberbia. La resina es totalmente transparente y perfectamente torneada. No se aprecian rebabas ni imperfecciones. La limpieza y claridad del material es formidable.

En los extremos de la pluma se han  respetado partes muy generosas de material macizo. Esto añade juego, profundidad y belleza a las transparencias.

La sección de la pluma es relativamente ancha, 14,7 mm, hasta el punto de que puede sostenerse en vertical sobre una superficie plana. Aunque resulta una cualidad simpática, no recomiendo abusar de ella porque se podría caer al mínimo roce, con el riesgo de provocar daños.

 La boquilla de la pluma está construida en resina multicolor. En este caso, se trata de una atractiva mezcla en tonos violetas, rojos y veladuras perladas. El contraste con la resina transparente resulta francamente hermoso.

El mecanizado de la pluma es magnífico y las roscas ajustan a la perfección. Cuenta con una junta tórica que garantiza su estanqueidad cuando se usa como cuentagotas.

Aunque lo parezca, la pluma no es cilíndrica. Cuenta con una pequeña superficie, totalmente plana, que corre a lo largo de la estilográfica, de extremo a extremo, y que sirve para evitar que ruede sobre la mesa. Aquí puede verse marcada esta superficie para apreciarla mejor.

Pero no solo se trata  de una solución práctica, sino que está ejecutada con un detalle primoroso y, así, la  superficie plana del capuchón siempre queda alineada con la del cuerpo al roscar ambas piezas, sin que necesitemos hacer ningún calculo. 

La C1 carga mediante cartucho/convertidor pero puede también usarse como cuentagotas. Basta con  retirar el convertidor y cargar tinta con el instrumento de cristal adjunto. En este caso, la cantidad que cabe en el depósito es enorme. 

El plumín es un Moonman nº 6 de cuidada manufactura. El dibujo de estos plumines es muy elegante y está muy bien ejecutado. Incluye un dibujo entre gavilanes, el logo de la marca y el texto Moonman F,  indicando la medida de la pieza.


Al plumín le acompaña un generoso alimentador de plástico. El conjunto se ajusta a presión en la boquilla. Examinado con detalle, he podido comprobar que viene bien alineado de fábrica, sin necesidad de ajustes ulteriores, lo cual siempre es de agradecer.

Se trata de una estilográfica de buen tamaño aunque, por sus líneas tan rectas, parece mayor de lo que en realidad es. Mide prácticamente igual que una Safari, 139 mm.

La Moonman C1 es una pluma de gran calidad y espectacular presencia para quien guste de los demostradores. Es, además, cómoda, práctica y con un funcionamiento impecable. Aunque no se trata de un diseño original, remeda un modelo muy poco conocido, de manera que no genera las habituales resistencias que provocan los clones. Todo esto, por menos de 20 euros, lo que constituye una relación calidad/precio verdaderamente asombrosa. Moonman casi siempre sorprende, pero esta C1 lo hace a fondo.



sábado, 13 de febrero de 2021

La nueva Italia, 12 plumas tan parecidas como hermosas

 La industria italiana se podría dividir en tres grandes grupos de análisis: las casas tradicionales que aún subsisten, como Aurora, Montegrappa o Visconti; las ilustres fenecidas como Omas y Delta; y las  nuevas y sorprendentemente numerosas  incorporaciones, a menudo vinculadas a las anteriores. Es el caso de Maiora, Leonardo, Tibaldi, Tesori, ACS Studio, Radius o Scribo.

Me parecen significativas las diversas estrategias industriales de la industria italiana que, por una parte, mantiene en lo posible una cierta línea de productos de lujo o exclusividad y, por otra, explora otras líneas de negocio abiertas por las nuevas compañías, mucho más orientadas hacia estilográficas de gama intermedia pero de gran calidad constructiva y, sobre todo, estética. Las plumas italianas siempre han sido las más bellas del mundo y pretenden seguir siéndolo, pero desde un tiempo en que se buscaba el lujo y la exclusividad absolutos, se mueven ahora hacia terrenos algo más sensatos.

Resulta curioso comprobar que los productos estrella de estas nuevas compañías, y algunos de las viejas que siguen su estela,  se apoyen fuertemente en el el segmento de las plumas de coste medio, más generalistas, en torno a los 200 euros. Es una línea que se basa, a mi juicio en los siguientes características generales:

1. -Belleza. Se trata de plumas principal y eminentemente atractivas desde un punto de vista estético. Ofrecen resinas de notabilísima hermosura y gran originalidad.  La belleza se convierte en el principal activo del producto.

2. Economía de producción. Estas plumas son relativamente fáciles y baratas de producir. No usan materiales caros ni onerosas complicaciones técnicas. Se externaliza la producción de plumines y alimentadores. Se eliminan los metales preciosos y los plumines son todos de acero.  Son plumas sencillas y funcionales cuyo coste de producción es bajo, lo que permite obtener razonables márgenes de beneficio.

3.. Carga sencilla. Los modelos típico no usan sistemas de carga elaborados o tecnologías de vanguardia. Usan, casi en su totalidad,  el sistema más elemental y eficaz del mercado: el cartucho/convertidor. Donde sobresalen estas plumas en en la manufactura, que resulta francamente soberbia: los niveles de mecanizado y acabado de los  materiales base y fornituras es excepcional. Los plumines, en cambio, suelen ser algo impredecibles, algo típico de la industria italiana pese a depender, en su mayoría, de fabricantes externos.

 4.- Diseño tradicional. Son plumas de formas clásicas en su inmensa mayoría. Suelen derivar de diseños antiguos puestos al día o acudiendo a líneas típicas de las marcas, muy familiares para el usuario. No hay rupturas estilísticas ni grandes ejercicios formales como hubo en el pasado. Tampoco hay excesos de tamaño o de peso. Son plumas comedidas, discretas, elegantes, perfectamente utilizables a diario. 

Con estos mimbres y esos objetivos, la renovada industria italiana pone hoy en el mercado bellísimas plumas de sencilla elaboración. Eso le permite ofrecer un producto atractivo a precio razonable. La fórmula, hasta ahora, parece funcionar adecuadamente y la demanda ha respondido muy positivamente. Se podrá decir que son plumas sin secretos, que entusiasman poco y que apenas aportan novedad en lo tocante a la tecnología o la funcionalidad. Cierto, pero no es ése su objetivo.

Hoy traigo una docena de estas nuevas plumas italianas con un precio inferior a los 200 euros para, espero, solaz y regocijo del curioso lector. Todas pertenecen al mismo segmento y, en el fondo, se parecen bastante, lo que no empece para reconocer su relevancia dentro del nuevo paradigma y, sobre todo, su belleza.

(todos los precios son aproximados)


Tibaldi Bononia (195 euros)

La antigua casa Tibaldi cerró en los años 60 del pasado siglo, pero ha renacido de la mano de la familia Aquila que también es propietaria de Montegrappa. Los nuevos modelos recuperan algunas de sus líneas tradicionales pero, sobre todo, hacen una auténtica exhibición de belleza con el uso de unas resinas de asombrosa luminosidad y profundas variaciones de color, solo superadas, y no siempre, por el mejor celuloide.  


El elegantísimo y minimalista modelo Bononia es toda una escultura de líneas clásicas, construida con una resina verdaderamente espectacular, llena de matices y sutilezas. Es de gran tamaño, carga por cartucho/convertidor y su plumín viene acompañado por un alimentador de ebonita que, a veces, no impide que aparezcan algunos problemas. Pero a quién le importa... 


Nettuno 1911 (170 euros)

Desde la resurrección de la marca a manos de la familia Matrone, Nettuno ha producido algunos de los modelos más atractivos de la industria italiana. Su producción se ha centrado en estilográficas torneadas a mano en resinas de gran calidad y belleza. Por otra parte, se han limitado a unos pocos modelos primorosamente manufacturados, con los mejores materiales.


La 1911 es una llamativa pieza torneada a mano en espléndidas resinas, acompañadas de sugerentes detalles en plata. Tiene algunos detalles interesantes de diseño como el capuchón posterior practicable para accionar el convertidor y el plumín de doble acabado.  Es una pluma clásica, sólida, hermosa y de impactante presencia. La edición especial Elementos es igual de atractiva y resulta aún más asequible.



Leonardo Momento Zero (178 euros)

La casa nacida tras el ocaso de Delta firma algunos de los diseños con mayor éxito internacional en nuestros días. Se trata de productos técnicamente sencillos pero muy bien acabados y, sobre todo, extraordinariamente bellos. Inspirados en formas clásicas, sus líneas resultan familiares, invariablemente atractivas para el aficionado.



La Momento Zero es una pluma de buen tamaño y magnífica presencia gracias al uso de unas preciosas  resinas torneadas a mano. Ha tenido un fulgurante éxito y ha dado pie a un modelo superior llamado Grande.  La Zero es una pluma muy elegante y con una decoración que realza la radiante belleza de sus materiales. 


Maiora Impronte (180 euros)

Maiora es la otra gran casa nacida tras la desaparición de Delta. Sus diseños son algo más atrevidos que los de Leonardo y recuerdan, en algún aspecto, a Marlen. Pero sigue las otras constantes del nuevo mercado: sistemas sencillos, hermosas resinas y soberbios acabados. Todo ello desemboca en ejemplares muy atractivos a precios razonables.

La Impronte es una pluma de buen tamaño y suntuosa presencia. Elegante y al mismo tiempo atrevida, ofrece al usuario un instrumento que no pasa desapercibido. Su mecanización, el torneado a mano, y sus acabados son de primerísima calidad. Una pieza soberbia.



Marlen Aleph (175 euros)

Marlen continua en la brecha ofreciendo algunos de los modelos más interesantes de la industria italiana actual. Aunque ha acusado la crisis económica, sigue ofreciendo un gran diseño y una notable originalidad. Sus estilográficas ya no son tan inconfundibles como antes, pero siguen siendo objeto de deseo.


La Aleph es una estilográfica estilizada y elegante, de colores sutiles, delicados, y acabados magníficos. Hasta el diseño del plumín es hermoso. Líneas irresistibles e intemporales para un producto de gran calidad.


Visconti Mirage (145 euros)

Visconti es otra marca  que ha debido reinventarse tras la partida en 2016 de su cofundador y alma mater Dante del Vecchio La riquísima historia de esta extraordinaria empresa está llena de modelos realmente inolvidables, sobre todo los construidos en algunos de los celuloides más hermosos de la historia italiana. Tras el éxito de plumas de gama media como las Rembrandt o las Van Gogh, Visconti ha reforzado esta línea productiva con la Mirage, un producto aún más asequible.


La Mirage es una pluma de exquisito diseño y magnifica construcción. Participa de los principios antes expuestos y, por tanto, no deja de ser una pluma sencilla y hermosa, magníficamente construida. Pero posee, además, una línea original y cuidada, está construida con resinas de calidad y se encuadra perfectamente en el mejor estilo de la marca.


Pineider Avatar (130 euros)

La nueva casa de Dante del Vecchio no ha dejado de lanzar novedades desde que el famoso estilófilo se afincara en sus reales. Pineider no fabricaba plumas pero las que está poniendo ahora en el mercado son dignas de mención. La calidad de su construcción y la originalidad de su oferta ha convertido a esta marca en un nuevo foco de atención de la industria italiana.



La Avatar es una pluma recoleta y agraciada, construida en una resina especial que la casa llama "UltraResina", un compuesto perlado de gran belleza y originalidad pero que, además, es extremadamente resistente a la tinta,  la luz, el calor, el frío y, según se dice, prácticamente irrompible. Está construida con una ingeniería tan precisa que hace que  todas sus partes están encajadas, sin usar ni una gota de pegamento.

Stipula Adagio (150 euros)

Stipula ha fabricado algunas de las plumas más bellas de la reciente historia italiana y también de las más problemáticas en cuanto a su funcionamiento, bastante errático en no pocos modelos. Los productos más recientes de la casa han mejorado mucho en cuanto a rendimiento y han conseguido preservar la impactante belleza de sus líneas y los materiales con los que están construidas.

En el segmento que nos ocupa, la Adagio es una de las plumas más notables de la industria italiana. Se trata de una estilográfica con carga a pistón, fabricada en resina translúcida de increíble belleza. Cuenta con fornituras metálicas, quizá un tanto aparentes, pero en la inconfundible línea de la casa. En conjunto, se trata de un modelo de poderoso atractivo y magnífico precio.

(fotos: goulet.pens)


Santini Toscana (215 euros)

Santini es una joven marca lombarda que produce algunas de las plumas más interesantes del panorama italiano actual. He elegido uno de sus modelos, pese a rebasar ligeramente el límite de los 200 euros, porque es la única estilográfica que incluye plumín de oro. En tales condiciones, la relación calidad/precio de esta pieza es magnífica. Debe añadirse que Santini fabrica todas las piezas de la pluma en su fábrica, incluidos los plumines. Esto la convierte en una verdadera y afortunada excepción.


La Toscana es una pluma inequívocamente italiana que recuerda a algunos de los los mejores modelos de esa industria. Se trata de una pieza sencilla de carga por convertidor, fabricada en resina coloreada mediante un proceso especial que la hace inalterable, y que se tornea a mano. Una pieza clásica, ligera y elegante, a un precio muy favorable teniendo en cuenta sus especificaciones.


Molteni 57 (170 euros)

Esta marca italiana fue fundada en 1995 y sus primeros modelos fueron desarrollados en los Estados Unidos tomando por inspiración clásicos modelos italianos, especialmente de Omas, de quien adquirió algunos materiales exclusivos como los celuloides Extra Lucens o Scarlet. Actualmente, tanto la fabricación como el diseño de sus estilográficas se lleva a cabo en Italia. Su catálogo no es muy amplio pero cuenta con ejemplares muy atractivos, fabricados en resinas de la mejor calidad y máxima belleza.

La 57 es una de las plumas más económicas de Molteni. Se trata de un modelo que recuerda a otros, tanto en la combinación de colores, típica de Delta, como en el diseño redondeado y el clip provisto de rueda al estilo Montegrappa u Omas. Pero es una pluma muy hermosa y con una relación calidad/precio excelente. 


ASC Studio Collection (160 euros)

Armando Simoni Club es una compañía declaradamente deudora de la añorada Omas, cuyos modelos homenajea sin reservas utilizando, en algún caso, materiales provenientes de la propia casa boloñesa. Comenzó ofreciendo productos exclusivos, caros y lujosos, pero ha terminado por abrir las puertas a un mercado más amplio con productos más asequibles, aun a costa de reducir los estándares iniciales.

La Studio Collection remeda en lo estilístico  a los mejores celuloides de Omas aunque, en este caso, se trata de resinas. Pero cargan por pistón de bronce, tiene visor de tinta y cuentan con plumines alemanes. Su calidad general es muy buena para un precio relativamente ajustado. Las plumas no tiene la perfección ni el acabado de sus hermanas mayores, pero es difícil encontrar estilográficas tan hermosas a mejor precio.

(fotos: the Pen Family) 


Gioia Alleria (130 euros)

Hace unos siete años nació en Napoles esta nueva compañía con, me parece, evidentes rasgos compartidos con Nettuno y, obviamente, su común predecesora Delta.  Gioia ha tenido hasta hoy muy poca presencia y apenas es conocida fuera de su ciudad natal y de unos pocos aficionados. Pero es una marca que ha creado plumas sumamente interesantes en la gama que hoy tratamos: instrumentos de gran calidad, belleza, y precio comedido. Goia constituye, a mi parecer, un inmejorable ejemplo de cuanto hemos dicho hasta ahora sobre la nueva industria latina.


La Alleria es una pluma de gran  presencia. Está construida en hermosas resinas, alguna de las cuales son también usadas por Nettuno, y tiene algunas particularidades que la hacen destacar: carga por pistón, muestra un diseño formidablemente clásico, está magníficamente construida en resina torneada de una sola pieza y, sobre todo, cuesta 130 euros, una cantidad asombrosa para una pieza de esta categoría y prestaciones.

(foto. UK fountain pen)

Omnis est. La galería presentada permite comprobar que, junto con los aún resistentes pero cada vez más escasos modelos de lujo típicos de la industria italiana, se abre camino una línea de trabajo más sencilla, igualmente bella pero mucho más racional y con un precio más ajustado. Asistimos a un renacimiento d ella industria italiana bajo parámetros nuevos y más racionales. Ello no solo demuestra la consistencia del mercado de la estilográfica sino el dinamismo y la flexibilidad de la casi siempre asombrosa industria italiana. Las  nuevas marcas y plumas italianas tienen una relación calidad/precio muy razonable para tratarse de productos de tanta distinción y belleza. La reconversión estratégica de una industria con tan larga historia como la italiana, va por buen camino.

(donde no se dice otra cosa, las fotos pertenecen a los fabricantes)










domingo, 7 de febrero de 2021

Moonman M800: Un análisis peculiar

En anteriores entradas hemos hablado de  la Moonman M800 como un clon de la Leonardo Momento Zero, una de las dos casas italianas  (la otra es Maiora)  que han recogido el testigo de la difunta Delta. De la pluma china se han dicho muchas cosas pero no hay casi ninguna que no haga referencia al modelo italiano y, como es natural, han surgido las inevitables comparaciones, acusaciones, protestas y, sobre todo, decisiones viscerales sobre si se debe adquirir, si perjudica o no a la italiana y, en definitiva, sobre su moralidad. 

Me propongo aquí hacer un análisis novedoso, algo raras veces visto cuando se alude a dos estilográficas y, especialmente, cuando se refiere a la industria moderna, la cual se ha encontrado de bruces con el competidor chino como nuevo Saturno que amenaza con devorar a sus hijos. Este ejercicio me lleva a plantear el examen de la Moonman M800 usando una metodología radicalmente diferente a la habitual. Me preguntaré algunas cuestiones habituales cuando se habla de clones industriales e intentaré responder a ciertas dudas o reservas que intuitivamente nacen a la sombra de todo ello.

Todo lo que sigue son, simplemente, ideas y reflexiones que desde luego, admiten opiniones en contrario. En eso consiste la riqueza intelectual y el respeto tradicionales en este espacio.  Espero que sea de interés, de sana polémica y, sobre todo, de provecho para los amables visitantes.


Cuestión previa: ¿Que diferencia hay entre propiedad intelectualpatente y diseño protegido?

Son muy diferentes. La propiedad intelectual protege diversos elementos de la creación artística o literaria. El derecho de propiedad industrial versas únicamente  sobre productos de esta naturaleza. A su vez, el derecho sobre el diseño industrial protege el aspecto o las características estéticas de un producto. Por su parte, una patente protege la invención de  una solución técnica nueva a un determinado problema. La patente protege la novedad. mientras que la propiedad intelectual protege la originalidad. En principio, el derecho sobre un diseño industrial no protege las características técnicas o funcionales de un producto que, sin embargo, sí quedan protegidas por una patente.

No siempre es fácil saber si un producto está  protegido y por cuánto tiempo. Ante todo, porque estos derechos son limitados en el tiempo y en el espacio y, además, cuesta dinero inscribirlos en cada país. Hay fabricantes que solo inscriben en aquellos lugares en los que piensan que puede haber falsificaciones. Lamy, por ejemplo, registró el diseño de su Safari en USA,  pero no sabemos si lo hizo en China. Sospecho que no.


¿Qué es un clon cuando hablamos de modelos industriales?

Se trata, en esencia, de la recreación parcial de un cierto modelo. Es algo casi consustancial a la industria moderna. Es algo diferente de la imitación,  la falsificación o el plagio. Decía el gran poeta Conde de Lautremont, que "el plagio es necesario. Está implícito en el progreso". Desde luego que él lo cumplió a rajatabla ya que sus poesías estaban repletas de plagios sin que por ello haya mermado un ápice su prestigio literario a lo largo de los años. En el universo industrial, las copias, los clones, los desarrollos, las inspiraciones y el aprovechamiento novedoso de viejos hallazgos, forman parte casi inevitable del progreso. A veces, estas maniobras no tiene éxito o se reducen a un intento de aprovechar beneficios marginales. En otros casos, terminan por alumbrar nuevos modelos y líneas industriales originales Casi cualquier cosa de hoy en día es un compendio de ideas, inventos, objetos o diseños anteriores. En el ámbito industrial moderno, no se busca la original sino la novedad absoluta de una determinada solución técnica que, en la práctica, resulta muy difícil de lograr. 

La M800 es un clon de la Leonardo que, a su vez y a mi juicio, toma muchos elementos de estilográficas anteriores, especialmente de la casa Omas. El clip con roller, por ejemplo, es un típico rasgo diseño de la añorada casa  boloñesa que, sin embargo, había usado antesWahl Eversharp. Los ejemplos son infinitos: el clip en forma de serpiente lo comenzó a usar Matador; la primera pluma facetada fue la Doric;  el primer pistón  lo inventó Kovacs aunque Pelikan lo popularizó; el plumín cubierto de la Parker 51 lo copiaron desde Venus hasta Inoxcrom pasando por Montblanc y Lamy. Sailor imitó a Montblanc que, a su vez, imitó a Aurora y a medio mundo más... así podríamos seguir hasta el aburrimiento.




¿Por qué hablamos de clon y no de falsificación? 

Básicamente, por el grado de la copia, que no alcanza a la totalidad del producto. La diferencia conceptual tiene que ver con la intencionalidad del fabricante y la figura jurídica en juego. Una falsificación, o una copia, buscan dos cosas: apropiarse de la creatividad  ajena y engañar al comprador, haciéndole creer que compra algo cuando, en realidad, está adquiriendo otra cosa. Una falsificación no se distingue del original en el precio, sino en la calidad. Por el contrario, un clon, o un homenaje, no pretenden confundir al comprador sino ofrecerle un producto parecido, dándole una alternativa comercial de bajo precio. El que adquiere un clon lo sabe y, por tanto, no hay engaño. 

El problema tiene más que ver con la propiedad industrial y las patentes porque el defraudado no se supone que sea el comprador sino el fabricante del modelo original al que, en principio, parece que se le causa un perjuicio derivado de contraer la demanda de sus productos por una competencia desleal en el precio. Pero si hemos dicho que el comprador sabe perfectamente que el clon no es el original, ¿sigue produciéndose este perjuicio?. Pasemos a la siguiente pregunta...




¿Son lícitos los clones?

Como hemos visto, la propiedad industrial es un tema enormemente complejo, imposible  de resolver en una simple frase. Podría decirse que los clones son ilícitos en tanto potenciales infractores de la propiedad industrial de un tercero, así como si inducen a engaño al cliente. Las falsificaciones puras y duras son, sin duda, ilícitas y perseguibles, pero los clones, por lo general, no intentan engañar y, de hecho, se producen bajo marcas distintas y con detalles que los diferencian claramente de los originales. Se mueven, podemos decir, por los difusos límites de la legalidad industrial. Con todo, es evidente que los fabricante chinos no son precisamente escrupulosos con los modelos protegidos. La ley china, aunque no lo parezca, es muy rigurosa con este tipo de actividades aunque su éxito en combate es, podríamos decir, bastante limitado. La extraordinaria potencia de la industria china y su vertiginosa dinamismo, hace que sea muy difícil y muy caro pelear contra este tipo de prácticas. En la mayoría de los casos, los fabricantes imitados ni se molestan en perseguir este tipo de práctica.

La Moonman es evidentemente deudora de la estética de la Leonardo pero no hay posibilidad alguna de confusión. Ni los materiales utilizados ni los adornos son parecidos. Tampoco los plumines, los convertidores, las partes del cuerpo ni las marcas impresas en el cuerpo de la pluma. En realidad, el parecido es meramente externo y parcial, podríamos decir "de estilo y de forma".


¿Hay, por tanto, diferencias entre original y copia?

Muchísimas. Cualquier examen, por superficial que sea, permite ver las grandes disimilitudes que hay entre original y clon. En el caso que nos ocupa, los materiales, la oferta de colores, el diseño de las piezas, los componentes interiores, los plumines, las fornituras y algunos adornos, son totalmente diferentes. Esto quiere decir que hasta para el ojo menos avezado, ambas plumas son perfectamente distinguibles.


El modelo básico de la M800 viene con plumín propio y, si queremos un Bock, el precio sube al doble. El sistema de carga es el mismo, pero en la Leonardo, hay un convertidor de diseño propio y contundente presencia, accionable sin desenroscar el cuerpo a través de un culote desmontable en la parte superior, al estilo de algunas de las últimas Delta. La Leonardo está llena de detalles de los que la Moonman carece. Los anillos no son iguales ni en número ni en disposición y las resinas y colores son absolutamente diferentes.


¿Y qué ocurre con la calidad de construcción?

También hay diferencias. La Moonman es una pluma de gran calidad en su categoría, aunque opta por soluciones técnicas y de diseño más sencillas y, consecuentemente, más baratas. La boquilla, por ejemplo, tiene una camisa interior metálica mientras que en la Leonardo está totalmente construida en resina torneada. El convertidor de la Leonardo es de diseño propio, más solido y con una funda metálica posterior que le da gran resistencia; además, se opera desenroscando un culote posterior practicable. La resina de la M800 es muy hermosa pero la de la Leonardo es mucho más compleja, con más colores y matices.


La Moonman es una pluma de gran calidad para su segmento y  precio. Mientras que la italiana se encuentra a partir de los 160 euros, la M800 se puede adquirir a partir de los 19 euros envío incluido. En este caso, y este es el quid de la cuestión, la brutal diferencia de precio no se corresponde con la diferencia de calidad. Con plumín Bock y con caja, la diferencia de precio se reduce aunque sigue siendo favorable para la china.


¿El precio siempre refleja la diferencia de calidad entre productos?

 Desde luego que no. Algunos factores guardan relación con el valor de las cosas (valor de cambio) y otros con la utilidad que reportan al usuario (valor de uso). Una Pilot Metropolitan escribe igual o mejor que una Montblanc 147 y cuesta 25 veces menos. A nadie se le escapa que no es solo el valor de uso del objeto el que determina su precio final. En realidad, el precio no refleja, generalmente, sino una fracción de la calidad funcional de los productos. Hay multitud de factores que tienen una incidencia directa en la etiqueta del precio: rareza, prestigio, inercia, fama, originalidad, estética, exclusividad... Lo cierto es que, en numerosísimas ocasiones, son estos factores los que determinan la decisión final de compra, antes que el mero y objetivo valor de utilidad de un producto. Hay, por tanto, productos de calidad perfectamente equivalente, y precios abismalmente diferentes. No es la calidad, al menos no solo, la que determina el precio. Si alguien quiere una pluma de palta, pagará la plata, no el desempeño del plumín.


La Moonman es una estilográfica de calidad funcional equiparable a la Leonardo. Equipando el mismo plumín, el rendimiento de ambas plumas es idéntico. La diferencia esencial entre ambos productos tiene que ver con su valor de cambio y con factores estéticos o intangibles no estrictamente prácticos.


¿El precio refleja siempre el valor objetivo de un producto?

Por supuesto que no. Como se ha dicho, es posible que un producto famoso, o con una demanda disparada, sea, en realidad, una bazofia. La demanda de un bien depende de infinidad de factores que el fabricante, en la gran mayoría de los casos, no es capaz de prever, de ahí que sea tan difícil hacerse millonario. Todos soñamos con una demanda enloquecida de un producto que nos quiten de las manos por alto que sea su precio. el problema es que esto no es fácil de saber por anticipado. Por simplificar las cosas, podemos decir que es la demanda la que determina el precio, y no la calidad.


Una pluma como la Leonardo, con estándares de calidad superiores a la Moonman, no refleja exactamente esta diferencia en el precio, es decir, que la italiana no equivale a incrementar la calidad de la china en diez veces. El precio de una Leonardo guarda relación, además de con su utilidad, con lo que hemos llamando valor de cambio.


¿El precio reflejo solo la calidad de un producto?

Evidentemente no. Hay otros elementos que se incluyen en el precio y que no se ven. En la mayoría de los productos hay algunos  bien conocidos: la presentación, el servicio técnico y la garantía. Todo el aparato estético que acompaña al producto tiene un precio: caja, documentación, protección en el transporte o accesorios.


Las plumas chinas como la Moonman carecen por completo de garantía o, si es que la tienen, resulta imposible de ejercitar. Cuando una pluma china se rompe, solo cabe sustituirla por otra. Tampoco es posible encontrar recambios o repuestos, aunque algo está cambiando en cuanto a los plumines, que ya empiezan a poder comprarse aparte, algo que, por cierto, es casi si imposible en la industria japonesa.


¿Cómo afecta un clon al producto original?

Aunque parezca mentira, parece que, en general, le favorece. La existencia de clones, u homenajes, sirve como vehículo divulgativo y propagandístico para el fabricante del producto original. Suele decirse que solo se copia lo que tiene éxito y, por tanto, la proliferación de clones demuestra el éxito del modelo copiado y la capacidad industrial el fabricante. Es muy probable que quien compró la Moonman sopesando la posibilidad de adquirir la italiana, termine haciéndolo. 

La M800 contribuye a que el modelo original se conozca y se aprecie. Centenares de reseñas, análisis, revisiones y comparativas entre ambas plumas, inundan los medios y permiten conocer el producto de la casa italiana. La M800 no tiene los detalles de diseño y funcionamiento que posee la Leonardo, obviamente perteneciente a un segmento superior; pero si sabemos apreciar estos aspectos no funcionales del producto pero sí de valor, terminaremos adquiriendo la Momento Zero.


¿Que consecuencias asume la industria que copia?

En realidad, solo el riesgo de eventuales reclamaciones legales si la copia llega a considerarse una infracción de la propiedad industrial, cosa que raramente ocurre en nuestro campo. El propietario del diseño original no necesita denunciar a la copia porque su calidad intrínseca le permite mantener su mercado sin sufrir bajas. Es como pensar que la miríada de bebidas gaseosas que imitan la Coca-Cola le quitan mercado, cuando lo cierto es sigue siendo una de las marcas con más valor del mundo.

Por otro lado, el lanzamiento de modelos clónicos puede suponer una cierta limitación en el desarrollo de la industria propia e iniciativas autónomas. En el caso chino, ya hemos podido ver que, al contrario, la producción evoluciona a una velocidad enorme usando todos los recursos a su alcance. De momento, se apoya fuertemente en modelos externos pero cada vez vemos más productos originales, de buena calidad y desarrollados.


¿Son los clones el producto de una industria explotadora?

Se trata de un tema en el que se mueven grandes pasiones y, por qué no decirlo, enormes prejuicios. No todos los productos clónicos provienen de estructuras industriales explotadoras o esclavizantes. La industria china, que aquí tratamos, presenta modelos y sistemas de producción muy variados, desde grandes complejos industriales altísimamente tecnificados, hasta sectores con mano de obra poco cualificada y con una productividad enorme gracias a una estructura legal poco considerada para con el trabajador. Se trata de un fenómeno que tiene que ver con el tejido industrial de un país, con la regulación legal del trabajo y con el precio de la mano de obra, entre otros factores. 

En todo caso, no hay que olvidar que el precio del trabajo en China está creciendo a pasos agigantados, paralelamente a una progresiva cualificación de la mano de obra y a una positiva actualización de los derechos laborales inherentes, así como una población que ha abandonado la pobreza hace décadas. La clase media china en términos de capacidad de poder adquisitivo, según estimaciones de Business Insider, ha pasado del 4% de la población en el año 2000 al 76% en 2020. Impresiona.


¿Se causa algún perjuicio económico al producto original?

Recientes análisis de  mercadotecnia  han demostrado que no, o muy poco. Ante todo, porque no hay posible confusión entre productos y, por tanto, no hay sustracción ilegítima de clientes. Pero también ocurre que se trata de segmentos de mercado diferentes. La segunda razón es elemental: el que puede comprarse el original, difícilmente comprará la copia y, si lo hace, será por curiosidad o por tantear el producto legítimo antes de decidirse a comprarlo. Si yo tengo suficiente dinero como para comprarme un Aston Martin, no me compraré una copia con motor Volkswagen porque no querré ni engañarme a mí mismo ni me gustará que  los demás me vean con un producto falso cuando puedo disponer del auténtico y disfrutar de las cualidades que busco en él. Por lo general, el que compra un clon y le gusta, termina comprando el original, pero en ningún caso la copia suplantará su deseo inicial. Además, los clientes habituales de una marca la siguen por muchas razones y no siempre por su estricto valor de utilidad. Finalmente, cuando los precios de los originales no son muy altos, carece de sentido ahorrarse un puñado de dólares pudiendo adquirir el producto original. Ni Lamy ha sufrido por la proliferación de clones chinos de su Safari, ni Montblanc por las falsificaciones orientales, ni Parker por la infinidad de falsas 51 que inundaron el mercado prácticamente desde que nació. En resumen: los clones casi nunca compiten con la demanda primaria del producto original.

La Moonman M800 no privará a Leonardo de su clientela y, en todo caso, es probable que contribuya a divulgar el modelo y lo hará famoso, lo que, a la postre, suele beneficiarle.

Llegamos al fin de este experimento en el que hemos mezclado análisis, plumas e ideas. Espero haber resultado útil y, en todo caso, entretenido para el curioso lector.