lunes, 30 de marzo de 2020

El papel secante. Reliquias de un mundo desparecido.

Hace ya algún tiempo mi querido amigo y bloguero,  Carlos Cal, tuvo la gentileza de regalarme algunos viejos productos portugueses de escritorio. Cuadernos de tapa dura y, entre otras cosas, un precioso rollo de papel secante de datación incierta pero con no menos de setenta años a sus espaldas.

EL uso del papel secante va ineludiblemente unido al de las plumas y, más especialmente, al de las plumillas y los palilleros. La llegada de la pluma estilográfica y su muy eficiente sistema de gestión de flujo, mitigó en gran parte la necesidad de este tipo de recurso. Pese a todo, los amanuenses delicados y también los que se iniciaban en la escritura, tenían siempre a mano papel secante para garantizar la pulcritud de sus trabajos. Como  no es algo que sea de uso cotidiano, me permito dar aquí algunas instrucciones sobre cómo se usaba, y aún puede usarse si se desea, el papel secante.

El secante tiene por única misión enjugar el exceso de tinta de la escritura evitando, así, un accidental corrimiento o borrón al pasar inadvertidamente la mano o el antebrazo por el texto. Para usarlo, se aplica sobre las líneas recién escritas de modo que el papel absorbe la tinta líquida.


El papel secante se ha distribuido de mil maneras y formatos. Tradicionalmente, se vendía en hojas de mayor o menor tamaño que se usaban fijándolas a un tampón con forma curva en su parte inferior. El tampón se sujetaba por el pomo y se aplicaba sobre el texto escrito haciendo un  movimiento semicircular, pero fijo, sobre el papel, de manera que se podía así retirar la tinta sin riesgo de provocar corrimientos de la misma.




Actualmente el uso del papel secante es prácticamente testimonial salvo en actos oficiales de firmas y siempre que se use estilográfica. En tal caso, un ayudante se coloca al lado de los signatarios y aplica el tampón después de cada firma antes de pasar a la siguiente. La verdad es que hay muy pocas personas que utilicen ya la estilográfica en estos actos de manera que no es muy habitual presenciar esta ceremonia.

Como ocurre con muchas otras cosas, el uso del papel secante se ha convertido en una operación nostálgica reservada a aficionados a la estilográfica o, sobre todo, a la caligrafía. Ahí todavía tiene un nicho de utilidad que hace que siga pudiéndose comprar el producto en librerías especializadas.

El papel secante se llama en portugués mata-borrão, un precioso nombre que suena a viejas librerías portuenses o lisboetas, a la Rua Garret o la Baixa de Oporto. El modelo que me regaló Carlos Cal es un rollo entero en forma de tanque de la primera guerra mundial y, prabablemente, de ahí viene su nombre figurado.

El TANK portugués tiene una presentación muy atractiva, con una tipografía interesante y un formato originalísimo. Su estado de conservación es óptimo.






Dan fe de su veteranía estos viejos anuncios portugueses:




Agradezco de nuevo a mi amigo Carlos Cal su generosidad y su participación en esta nuestro común amor por los viejos instrumentos y material de escritura. Siempre es un placer rememorar el mundo casi desaparecido pero siempre presente en la memoria estilófila de los aficionados.

viernes, 27 de marzo de 2020

Problema con los comentarios

La presente es implemente para informar de que hay algún problema con los comentarios y no soy capaz de contestarlos como es norma. No sé si es un problema de Blogger o pertenece, más bien, a una configuración personal.

Un saludo muy cordial para todos, queridos amigos

jueves, 26 de marzo de 2020

Wing Sung 699: Desafío Resuelto.

Decíamos ayer que la industria china se había lanzado hacia una espiral técnica insospechada hace apenas unos pocos meses. 2019 nos mostró avances increíbles para unas estilkográficas que, tradicionalmente, apenas eran otra cosa que copias baratas de sus modelos japoneses o europeos. Cuando hablar de pistones, sistemas vacumáticos y demás exquisiteces técnicas de diseño, estaba  asociado a las plumas niponas, europeas o norteamericanas de rango alto, apenas TWISBI y alguna otra marca minoritaria hacían incursiones en terreno tan arriesgado.  Sin embargo, China decidió dar un paso al frente y, aparentemente de la noche a la mañana, inundó el mercado con modelos provistos  de sistemas de carga anteriormente inéditos en su industria. Y no sólo eso. También comenzó a utilizar acabados y materiales de calidad y, sobre todo, a ofrecer un desempeño perfectamente honmologable con sus competidores. Todo ello, eso sí que es una característica china, a un precio sensiblemente inferior a cualquier otro en el mercado; en algún caso, escandalosamente bajo.

Habíamos visto ya algunos modelos chinos vacumáticos y de pistón pero hoy vamos a examinar la primera pluma china, que me conste, que ha comercializado un modelo perfectamente funcional de estilográfica provista con sistema de carga de bomba de vacío. Todo un desafío perfectamente resuelto. Se trata  de la Wing Sung 699, un modelo que remeda sin pudor la que a mi juicio es la mejor pluma en la categoría: la Pilot Custom 823, un peso pesado de la industria japonesa hacia la cual se han vertido todo tipo de alabanzas.

La pluma se presenta en una conocida caja negra que, a su vez, imita a la de las Lamy. Viene acompañada de un pequeño folleto de instrucciones en chino pero bien iluminado de esquemas que permiten entender el funcionamiento de la pluma.


La pluma replica exactamente el esquema de colores de Pilot y se ofrece, por tanto, en azul ultramar, marrón ahumado y transparente. Dentro de la caja, la pluma viene protegida por una bolsita de celofán.


Esta pluma replica exactamente las medidas y apariencia de la Pilot 823 por lo que doy aquí por reproducido todo lo dicho respecto a partes y medidas.


El material plástico usado para construir el cuerpo de la pluma es de notable belleza. El azul translúcido exhibe calidad y buenos acabados. No son los de una Pilot, desde luego, pero no hay diferencias escandalosas. La apariencia general de la estilográfica es magnífica.


El color de la resina está muy conseguido. Es un azul profundo, denso y sin mancha o defecto alguno.  Tanto el cuerpo como el capuchón están muy bien mecanizados, sin rebabas ni imperfecciones.


Un punto algo más delicado es el de las fornituras metálicas que, en plumas de coste muy bajo, dejan entrever muy fácilmente su baja calidad. La Wing Sung cumple decentemente en este aspecto. Es cierto que no tiene el nivel de acabado de su modelo japonés pero los anillos aparecen bien terminados, correctamente chapados y sin aparentes defectos. Las líneas de adorno, las incisiones y las impresiones son de calidad aceptable teniendo en cuenta su precio. En el capuchón se aprecian bien estos extremos.


El clip, sencillo y elegante, está marcado con el logo de la casa. Una impresión nítida y bien definida


Lo mismo cabe decir del anillo dorado del labio. No es exactamente igual que el de la Pilot 823 pero sí replica el tipo de texto inciso hasta con la letra usada por la japonesa.


En el anillo se puede leer la leyenda WING SUNG 699 MADE IN CHINA. La incisión es nítida y de aceptable calidad.


La combinación del color azul con el discreto color dorado de las fornituras, resulta muy elegante aunque, en este caso, el mérito global del diseño corresponde a Pilot.


La boquilla, al igual que ocurre con la japonesa, es sumamente cómoda y práctico. Es una pluma apta para un uso confortable y prolongado.


La carga de la pluma se verifica mediante una bomba de vacío exactamente igual a la usada por la Pilot 823. Se trata de una varilla que empuja un émbolo móvil que crear un vacío y que, al ser empujado hacia la boquilla, libera el aire comprimido y succiona la tinta en la que se sumerge el plumín. El mecanismo es sobradamente conocido y su funcionamiento resulta perfecto.

El punto más débil de la estilográfica es el plumín, pero no porque tenga deficiencias funcionales sino porque queda muy lejos de la formidable pieza de oro que exhibe la 823 de Pilot.


En realidad, el de la china es un plumín muy bien realizado. Está decentemente chapado y tanto los grabados de los adornos como los logos, están limpiamente ejecutados para tratarse de una pieza  barata de acero.


La mecanización es correcta. El orificio de respiración está bien realizado y el canal entre gavilanes es limpio y bien alineado. La impresión de letras y logos no es perfecta pero solo se aprecia con grandes aumentos.



El acabado de la punta de iridio está también decentemente ejecutado. El corte es limpio, bien centrado y con una apertura perfecta que garantiza  un desempeño eficaz.  El alimentador, de plástico, esta bien instalado y cumple su función perfectamente sin necesidad de ajustes ulteriores.


En cuanto al desempeño, la 699 vuelve a mostrar su buena calidad general. La carga de tinta es sencilla, rápida y con una enorme capacidad. El plumín ofrece un trazo generoso para tratarse de un M, y con una continuidad, densidad y precisión, realmente equiparables a los de cualquier buen plumín alemán de acero


El flujo es muy bueno e incluso permite un trazo húmedo que se demuestra con la posibilidad de que la tinta manche antes de secarse


El plumín es muy rígido, típico de los ejemplares chinos. Aunque se apriete, la variación en el trazo es prácticamente inapreciable


La escritura con esta pluma es muy agradable. Suave, húmeda, continua y sin sobresaltos. Un desempeño asombrosamente fiable y eficaz. Como es una estilográfica grande pero no pesada, escribir con ella es una experiencia muy confortable.



La Wing Sung 699 cuesta menos de 19 euros. Comparado con el de la Pilot 823, que cuesta más de 200 euros, parece un precio ridículo. Es cierto que la japonesa bate a la China en todos los parámetros de calidad, acabado y materiales. Solo el plumín constituye un punto de inflexión. Pero la relación calidad/precio de la china es realmente impresionante y, si quitamos el oro, la funcionalidad de esta pluma es realmente formidable. Además, está dotada de un mecanismo de carga que hasta ahora estaba reservado a modelos muchísimo más caros.

Como es lógico, la 699 no restará mercado a la Pilot 823, pero será un modelo que merecerá la pena adquirir para probar sus excelencias.






miércoles, 25 de marzo de 2020

Diario de la Pandemia

Queridos amigos:

Me habría gustado volver a escribir en mejores condiciones pero si esta especie de plaga bíblica que nos asuela tiene algo bueno son dos cosas: comprobar hasta qué punto la sociedad civil y las redes personales pueden ser más  eficaces que los gobiernos, y retomar actividades que el tiempo y la prisa nos han obligado a aplazar. Vuelvo hoy a estas páginas y a este refugio de amigos estilófilos, con la primera intención de dar cuenta de mi salud que, afortunadamente, es buena y alcanza a toda mi familia. Aunque tengo amigos afectados, ninguno parece correr peligro y, por tanto, me considero afortunado.

En segundo lugar, aprovecho para reencontrar y saludar a  los viejos amigos de este lugar de encuentro, en la esperanza de que se encuentren todos bien, darle muchos ánimos para afrontar la situación y confiar juntos en que pronto se resuelva. Me he dicho que era el momento de haceros compañía.

Hoy no voy a hablar de estilográficas aunque puedo anticipar que, durante este tiempo en que no me he asomado a estas páginas, he hecho algunas compras que pueden integrar alguna nueva entrada. Como ahora dispongo de tiempo en abundancia, será el momento de aprovecharlo en nuestra común afición.

Un fortísimo y fraternal abrazo para todos. Mucha fuerza y hasta muy pronto.