martes, 26 de octubre de 2021

¿Hay algo más? pensamientos sobre el desarrollo de la estilográfica

 No recuerdo dónde leí recientemente que uno de los temas de interés entre los aficionados es preguntarse por el futuro de las estilográficas. Dicho de otra manera más comprensible: ¿hay un futuro técnico por descubrir? ¿evolucionarán las plumas tal y como las conocemos? ¿qué nos deparará el desarrollo del instrumento?. 

Este tipo de preguntas muestra un sesgo histórico  de gran calado, o sea, el prejuicio de que la evolución de la estilográfica durante los últimos 100 años ha sido profunda y notable y, casi por inercia,  que esto constituye un proceso consustancial al instrumento, tal y como ocurre, por ejemplo, con la informática o el mundo del motor. ¿Cuáles serían ,pues, las previsibles novedades en el diseño, la técnica y la funcionalidad de las estilográficas del futuro?

Ante todo, me resulta arriesgado comparar la estilográfica con productos mucho más complejos o que implican técnicas y materiales susceptibles de proporcionar cambios radicales en su desarrollo. En el mundo de la informática, por ejemplo, la arquitectura de diseño, los nuevos materiales aplicados  a los soportes y el extraordinario desarrollo e inventiva de la ingeniería física, lógica, química y ya casi cuántica, de las nuevas tecnologías digitales, dan como resultado un nivel asombrosamente acelerado de evolución. 

(foto: lifelongfriendshiosociety)

Pero el hecho de que un producto, o un segmento de conocimiento, evolucionen muy rápidamente no constituye una regla homologable para los demás. Nótese que cuanto más complejo es el área de que se trate, más capacidad de evolución tiene. Una pinza para la ropa es difícilmente mejorable y por muchos nuevos diseños y materiales que se introduzcan en el mercado, la estructura funcional básica de los dos palitos y el muelle, sigue siendo inmejorable. Lo mismo cabría predicar de infinidad de herramientas que apenas han sufrido evolución a pesar de la vorágine de las últimas décadas. El clip, el destornillador, el alambre de púas, el martillo, la herradura o la tetera, por citar algunos, solo se pueden modificar arruinando su original eficacia.

El caso de la estilográfica es algo más complejo porque, en efecto, constituyó una verdadera revolución técnica. Tras siglos de búsqueda de un instrumento eficaz de escritura, se consiguió optimizar el principio de capilaridad con un deposito estanco que permitía usar y llevar, al mismo tiempo, la tinta imprescindible para poder escribir sin tener que mojar cada poco en un tintero. Cuando los elementos técnicos esenciales se optimizaron,  el nuevo instrumento revolucionó la escritura a mano. La cuestión es que, casi desde ese mismo momento, se pudo apreciar que la estructura básica de la estilográfica era difícilmente mejorable. Durante décadas, el conjunto funcional de plumín, alimentador y depósito, apenas sufrió alteraciones significativas. Del cuentagotas se pasó al depósito de goma y poco más. Pronto las plumas fueron todas sustancialmente iguales y, a partir de entonces, los fabricantes se concentraron en aspectos naturalmente accesorios como son los sistemas de carga, las cualidades de los materiales usados y, desde luego, el diseño y la estética del instrumento.

En los casi 150 años de vida de la estilográfica moderna, desde que Waterman inventara su Regular en 1884 basada en el sistema de capilaridad, los componentes técnicos esenciales de cualquier pluma son los mismos hasta el día de hoy. Nadie ha conseguido mejorar la idea. Una pluma de 1920 es, tecnológicamente, idéntica a una de 2021.


En todo caso, la pregunta que nos hacíamos al principio de este texto podría responderse atendiendo a una visión general de la evolución de los instrumentos de escritura. Siendo así deberíamos decir que, en realidad, los productos nacidos desde, o  a partir de, la estilográfica han sido los que la han desbancado: fundamentalmente el bolígrafo y su desarrollo ulterior en forma de roller, gel, y, más recientemente, las escritura electrónica con punteros. Pero en términos categóricos, es decir, considerando cada instrumento como un concepto específico, las estilográficas modernas no evolucionan sensiblemente desde 1884.

A mi parecer, este fenómeno se debe a la perfección de la solución técnica que encontró Waterman y la subsiguiente comprobación de que, como tantas otras cosas,  aquéllo apenas se podía mejorar. Este es el motivo de que una pluma moderna, dejando al lado las fantasías típicas de, por ejemplo, Sheaffer en los años 50 y 60 del pasado siglo, funciona igual que lo hacía una Waterman de 1915 o una Parker de 1920 con sus depósitos de caucho flexible, ya plenamente incorporados.


Llegamos ya al punto de las repuestas. ¿Podemos esperar algo más de la estilográfica? Mi opinión es que no. Dejando aparte ya su utilidad funcional como instrumento de escritura, algo ya residual salvo en algunos países orientales o asiáticos, no se me ocurre qué innovación sustancial puede incorporarse a un instrumento que ha demostrado durante décadas que no tiene capacidad de desarrollo técnico porque lo que hace, lo hace muy bien. 

Se podrán mejorar los materiales, los acabados, los ajustes y la estética, pero el corazón de la estilográfica permanecerá prácticamente invariable porque cualquier modificación de fondo pasará, inevitablemente, por transformarla en otra cosa.

Hay un punto, sin embargo, en el que sí creo que hay espacio para el desarrollo y es el referido al plumín. Si nos detenemos un instante a reflexionar sobre posibles campos de mejora en la estilográfica, coincidiremos en que el plumín constituye, no solo la esencia del instrumento, sino su principal punto flaco. Los sistemas de carga pueden varias y ser más o menos eficientes, pero el desempeño final de la pluma depende del conjunto plumín/alimentador y ahí es donde radica su potencial  debilidad. Este es, por tanto, el elemento en el que, a mi juicio, aún queda espacio para mejorar. 



(foto: nibs.com)

Junto con el puro desempeño, también considero que el plumín admite desarrollo en  materia de diseño y  funcionalidad y, en cuanto a esto, creo que el futuro vendrá de Japón ya que su industria ha demostrado una capacidad de imaginación y adaptabilidad absolutamente singulares. Pilot y Sailor, con sus plumines especiales, han demostrado que hay muchas cosas que aún se pueden hacer aunque no estoy seguro de que el mercado mundial, más allá del indio, chino o japonés, esté realmente interesado por estos desarrollos.

(foto: nibs.com)

Un último aspecto de posible futuro podría ser incrementar la capacidad de interacción de la estilográfica con otros medios electrónicos o informáticos. Me consta que hay ensayos al respecto aunque siempre chocan con una realidad incontestable y es que la estilográfica es apreciada por su carácter personalísimo y por las posibilidades expresivas que confiere  Para lo demás existen ya infinidad de bolígrafos, punteros y demás elementos que permiten la escritura electrónica. ¿Podemos esperar una estilográfica que traslade a la pantalla la expresividad de la escritura a mano?; es posible, aunque no parece factible contar con ello a corto plazo.

En cuanto a la industria, algo que ya hemos tratado en anteriores ocasiones, es de suponer que se produzca una concentración definitiva en torno a Japón, China, e India. El resto continuará con las líneas ya conocidas y sus respectivos nichos de mercado.

En conclusión, yo diría que el desarrollo tecnológico de la estilográfica ha llegado a su cénit con excepción, quizá, del plumín. El resto, probablemente, será un mero juego estético con las posibilidades que ofrecen los nuevos materiales y la maquinaria de construcción industrial. Al final, una pluma no puede ser mucho más que una pluma, a riesgo de perder su maravillosa e inconfundible esencia.

martes, 12 de octubre de 2021

Visconti Medici

Por Fran Nieto


Doy la bienvenida más cordial al gran fotógrafo y estilófilo Fran Nieto que ha tenido la amabilidad de colaborar con el blog, no solo con sus espléndidas fotografías como ya ha hecho otras veces, sino con todo un texto dedicado a una pluma singularmente hermosa. Agradezco a mi amigo Fran su colaboración porque estoy seguro de que todos los lectores disfrutarán de esta exquisita entrada tanto como yo lo he hecho.


Los Medici han sido una de las dinastías italianas más poderosas de la edad de oro florentina. Esta familia, fue mecenas de hombres de ciencia como Galileo Galilei, pensadores como Marsilio Ficino o Pico della Mirandola, arquitectos como Brunelleschi y artistas de la talla de Fra Angelico, Donatello, Boticelli, Leonardo da Vinci o Miguel Ángel Buonarroti, entre otros.


La caja exterior.


La pluma se presenta  encajada en el centro de una cama sedosa.

Florencia es también sede de la marca Visconti, que con este modelo rinde tributo a la familia Médici, presentando una colección de alta gama bautizada con su nombre.


Como material en su fabricación se ha recurrido al Acrosilk, una novedosa combinación de resina y fibra de seda. El brillo tan característico que le proporciona recuerda a los exquisitos mosaicos de madera y piedra que decoran la mayoría de las villas de los Medici.


La proporción áurea rige los tamaños del cuerpo capuchón. Una proporción que trató y analizó profusamente Leonardo da Vinci.


El elegante facetado de ocho lados rinde homenaje a la planta octogonal del baptisterio de la catedral de Florencia.


El efecto brillante y profundo recuerda a los celuloides antiguos.


Una amplia banda de metal ha sido decorada con una serie de lirios, o flor de lis, cincelados que acompañan al nombre de la colección. Esta flor ha sido símbolo de la capital toscana durante más de dos milenios.

Todas las piezas de metal están realizadas en paladio galvanizado.


El sistema de carga por vacío, Power Filler, es un convertidor fijo pero muy eficaz. Su acabado es de buena calidad.

El extremo de la pluma se ha decorado con una interesante joya que recuerda la cúpula de Santa María del Fiore, diseñada y construida por Brunelleschi.


El característico clip de arco de Visconti está confeccionado con metal chapado en brillante paladio que contrasta con el acabado rugoso del fondo. El clip funciona muy bien gracias a un ingenioso resorte.


El capuchón se fija al cuerpo mediante un interesante cierre de bayoneta muy fácil y cómodo de usar y que evita la evaporación de la tinta.


El plumín es el legendario 23k Palladium Dreamtouch, aderezado con una bonita decoración. Está disponible en puntos EF, F, M, B y S (stub). El mío es un punto M que escribe tremendamente suave y húmedo.

He publicado 1000 mensajes en nuestro foro y quería celebrarlo compartiendo con vosotros una de las plumas que más me han gustado de todas las que tengo. Fue uno de mis regalos de cumpleaños de cuarentena. ¡Gracias a todos por estar ahí!

Fran Nieto




lunes, 4 de octubre de 2021

La estilográfica más vieja del mundo

Estoy seguro de que el curioso lector se habrá preguntado más de una vez cuál es la pluma con más edad en el mercado, es decir, qué modelo ha subsistido, sin mayores cambios durante más tiempo. Vista la vertiginosa dinámica del mercado en los últimos años, la pregunta no es baladí y, además, aporta una buena visión de hasta qué punto la moderna industria combina la máxima modernidad  en los diseños, con la conservación de valores antiguos para un mercado que, como suele ser habitual, es capaz de absorber ambos tipos de productos.

Tecnológicamente, la estilográfica moderna suele ser muy sencilla y, salvo ejercicios particulares de estilo o diseño, la gran industria gira en torno al pistón y al cartucho/convertidor, como sistemas mecánicos dominantes. Los materiales de construcción tampoco han cambiado mucho aunque, en general, podríamos decir que se han simplificado y abaratado: hay menos oro, ebonita, latón u otros metales de calidad, y hay más plástico, resinas y aceros. En términos generales, podríamos resumir diciendo que las plumas modernas optan por la ebonita,  material tradicional reservado para plumas de calidad, y por las resinas de todo tipo, calidad y condición. Todo ello ha supuesto, en la práctica, un abaratamiento general del producto. Dejando aparte el mundo del lujo, hoy es posible encontrar una estilográfica de magnífica calidad por menos de 50 euros, algo impensable en los años 30 del pasado siglo, cuando conseguir una buena pluma, suponía un desembolso de dinero muy importante.

Pues bien, pese al tiempo transcurrido, la estilográfica sigue siendo, funcionalmente, un instrumento que ha cambiado poco. Los principios físicos y técnicos que acompañaron y atestiguaron su aparición a finales del S. XIX se mantienen hoy sin apenas cambios; la capilaridad, la alimentación y el diseño de los plumines, son constantes técnicas desde hace más de cien años. Pero muchas otras cosas han cambiado y aquí vamos a referirnos a las plumas más longevas y, especialmente, a aquellas que han logrado llegar desde más lejos hasta nuestros días.

La respuesta a ¿cuál es la estilográfica más vieja de nuestros días ? no es fácil de encontrar, porque, en realidad, no hay ninguna que se haya mantenido invariable a lo largo del tiempo. Todas, sin excepción, han experimentado cambios y adaptaciones, mayores o menores, pero inevitablemente apreciables. Aunque resulte sorprendente, muchas de las plumas con el diseño más vetusto e invariable son las indias, habiendo marcas. como Ratnam o Ratnamson. que vienen produciendo el mismo tipo de cuentagotas desde los años 30 del siglo pasado y que aún pueden encontrarse en su catálogo sin apenas variaciones.

Si hablamos de tecnología, hay muchísimas plumas que mantienen su diseño inicial por mucho que cambie su apariencia exterior. Es lo que ha pasado, por ejemplo, con muchas plumas japonesas y un buen número de alemanas. Podríamos decir que, sustancialmente, son modelos idénticos si bien su presentación, sus colores o sus materiales, han experimentado alteraciones aunque sigan siendo, en esencia, la misma pluma. Las plumas italianas solían tener muchos años. aunque, por desgracia, muchas ya han desaparecido del mercado. Esto es lo que ocurrió con Omas, cuyo modelo "Arte Italiana" se mantuvo en producción sin muchos cambios, prácticamente desde los años 20 del siglo XX. Aurora ha seguido fabricando la 88 por muchísimo tiempo aunque la pluma actual ha cambiado mucho respecto de la original.

Hagamos referencia ahora a algunas de las marcas candidatas a tener en el mercado la pluma más vieja del mundo. Estoy seguro de que encontraremos alguna sorpresa.

Parker.

Parker ha producido muchas plumas longevas. Instintivamente, el aficionado piensa en la venerable 51 pero no es la que ostenta un récord que corresponde, en realidad, a la 45. La 51 estuvo en producción, con grandes cambios, entre 1940 y 1972 (32 años) pero la 47 se fabricó, sin apenas cambios, entre 1960 y 2000, nada menos que 47 años. Con relación a otros modelos, recordemos que Parker reintrodujo la Duofold en los años 80 del sigo pasado pero con grandes alteraciones sobre el modelo original y, además, lo ha estado sometiendo a continuas revisiones desde entonces.


Pelikan

Pelikan es una marca extraordinariamente conservadora en cuanto a que sus modelos cambian muy poco a lo largo de los años. Si lanza alguna novedad, no lo hace desplazando a modelos anteriores sino que los complementa. La 400 es una de las plumas más antiguas que mantiene en su catálogo, puesto que empezó a fabricarse en 1950; pronto experimentó cambios con la 400N y las 400NN. A partir de 1964 comenzó la producción de la M400 que es la que actualmente sigue en el catálogo con algunas variaciones menores. 71 años nos contemplan.

Aunque no lo parezca, otro modelo extraordinariamente longevo es la Pelikan Pelikano que fue lanzado en 1960 (61 años) y que aún hoy está en el catálogo de la marca alemana, si bien es cierto que ha sufrido numerosos cambios, sobre todo estéticos, hasta el punto de que resulta difícil pensar hoy que se trate de la misma pluma. Esto es algo típico de la industria alemana que mantiene el nombre de los modelos aunque termine cambiándolos totalmente (paradigmático es el caso de la industria automovilística) 


Lamy

En 1966, Lamy lanzó al mercado la pluma que, frecuentemente,  pasa por ser el paradigma de la modernidad pero que cuenta con la respetable edad de 55 años, habiendo sufrido poquísimas modificaciones en su modelo básico. Se trata de la Lamy 2000, un modelo cuyas depuradas líneas y espléndido desempeño, la han mantenido entre las mejores estilográficas del mercado desde hace 5 décadas.

La Lamy Safari también tiene una edad, pues se lanzó en 1980 y cuenta, por tanto, con 41 años a día de hoy, habiéndose convertido en un referente mundial de la estilográfica de batalla y de una manera específica de definir sus componentes esenciales.


Kaweco

La Kaweco Sport es una pluma extraordinariamente longeva y, en su forma básica data de 1934 aunque entonces se construía en ebonita, y era una pluma de pistón. Sin embargo, 87 años después, es inmediatamente reconocible como aquél viejo diseño. No es fácil considerar que se trate del mismo modelo dado que los cambios han sido grandes, pese a conservar la idea inicial y muchos de sus rasgos estéticos.

Sheaffer

Una de las plumas más longevas de Sheaffer fue, sorprendentemente la No-nonsense que fue introducida en el mercado, nada menos que en 1969 y que se mantuvo en producción hasta 2005, es decir, 52 años, con muy pocas variaciones. Era una pluma muy simple, pero que se demostró muy duradera y eficaz y su estética, sumamente atractiva, replicaba la estética de los flat tops de primeros de siglo XX. No podemos considerarla aquí porque ya no está en producción, pero merecía ser honoríficamente mencionada.

Montblanc

La serie que todos evocamos cuando hablamos de plumas clásicas alemanas es la Meisterstück de Montblanc. En efecto, se trata de plumas muy veteranas en el catálogo de la marca. La 146 comenzó a fabricarse en 1949, aunque fue completamente rediseñada entre los años 70 y 80 del siglo pasado. La 149, que pareciera más antigua, data, en realidad, de 1953, como sucesora de la hoy mítica 139, y desde entonces ha sido muy retocada mecánicamente, aunque mantiene su apariencia básica desde entonces.68 años de edad es una edad notable.


Conclusión

Como hemos visto, no resulta fácil discernir la edad real de nuestras honorables contendientes. Es como esas operaciones de cirugía estética que hacen difícil datar las fechas de nacimiento de los interfectos. Las variaciones introducidas en  los modelos a lo largo de los años hacen que, en ocasiones, pueda haber severas discrepancias y  opiniones encontradas. Esto anima el debate, lo cual es siempre de agradecer. Descartaremos, por gracia de sus alteraciones, a la Kaweco Sport que, de otro modo, sería la más antigua de todas.

En términos generales, podríamos decir que las formas más antiguas, o clásicas, que aún perviven, excluidas las añoradas multifacéticas Omas o Whal Eversharp, son las de Pelikan, hijas de los modelos flat top de los años 20 del siglo pasado. Hay otras que aún mantienen la también clásica forma de cigarro puro, como las Montblanc Meisterstück, Sheaffer Balance y Namiki-Pilot, veteranas donde las haya.

Atendida la conservación de los aspectos esenciales de la estilográfica, forma, tecnología, sistemas de carga y diseño en general, la pluma más vieja del mundo, aún en producción, parece ser la  Pelikan M400 que, aun con múltiples pero poco profundas variaciones, sigue siendo la misma pluma de 1950. 71 años de edad.

Le sigue la Montblanc 149 (68 años), otra pluma continuamente retocada pero que sigue siendo la misma desde hace décadas. 

Completamos el podio con la Lamy 2000, cuyos 55 años la colocan en el grupo de las plumas más longevas de la industria moderna.

Espero haber satisfecho la curiosidad de los aficionado y dejar abierto el debate que, sin duda, nacerá de estas humildes observaciones. A veces me asombra comprobar el dinamismo de la industria de la estilográfica y su adaptación a los tiempos. Pero resulta igualmente reconfortante comprobar cómo los valores y la estética de los viejos modelos, se cuida con esmero y con cariño por tantos aficionados.