Hace ya algún tiempo mi querido amigo y bloguero, Carlos Cal, tuvo la gentileza de regalarme algunos viejos productos portugueses de escritorio. Cuadernos de tapa dura y, entre otras cosas, un precioso rollo de papel secante de datación incierta pero con no menos de setenta años a sus espaldas. EL uso del papel secante va ineludiblemente unido al de las plumas y, más especialmente, al de las plumillas y los palilleros. La llegada de la pluma estilográfica y su muy eficiente sistema de gestión de flujo, mitigó en gran parte la necesidad de este tipo de recurso. Pese a todo, los amanuenses delicados y también los que se iniciaban en la escritura, tenían siempre a mano papel secante para garantizar la pulcritud de sus trabajos. Como no es algo que sea de uso cotidiano, me permito dar aquí algunas instrucciones sobre cómo se usaba, y aún puede usarse si se desea, el papel secante. El secante tiene por única misión enjugar el exceso de tinta de la escritura evitando, así, un acciden
Plumas Estilográficas y Otras Cosas