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Montblanc 114 Mozart: Una miniatura entre colecciones.

 Ya hace algún tiempo, digamos 8 años, tuve la ocasión de hacer referencia a esta singular pieza de Montblanc de la serie Meisterstuck. La MB 114, llamada Mozart, fue un producto ligeramente anómalo dentro de la mencionada colección. Tenía todas las características del modelo base pero era increíblemente pequeña, sin que se llegara a saber a qué obedecía esta decisión. Hay quien sostiene que guardaba relación con el pequeño Mozart y sus manos infantiles, que empezó a escribir música con 5 años; otros, defienden que se trataba de un modelo específicamente creado para acompañar a un cuaderno de notas de bolsillo y hay, por fin, quien dice que se pensó como pluma infantil. Ninguna de estas tesis, que me conste, ha sido refrendada por la marca, de manera que nos limitaremos a apreciarla como lo que es, una versión en miniatura de una Meistestuck regular. Pero este modelo tiene connotaciones especiales que vamos a ver a continuación.

La Mozart salió al mercado en 2006 y pareció formar parte, al principio, de la colección dedicada a músicos. Esta colección había comenzado en 1996 con Bernstein, pero la Mozart, aunque se presentaba en una lujosa caja especial, incluyendo un CD como en el caso de Bernstein, además de un plumín específico y profusa documentación, no era una edición limitada sino una versión miniaturizada de una meisterstuck ordinaria, o casi. Detengámonos un instante en las series especiales de Montblanc.

La 114 y la Bernstein, mano a mano. La presentación era idéntica

Montblanc jugó, de manera algo titubeante al principio, con las ediciones limitadas o especiales de sus estilográficas. Tras la creación en 1992 del Premio Patrón de la Cultura y las Artes para rendir homenaje a los mecenas más destacados, la casa bávara presentó las primeras creaciones derivadas de este concepto. Las primeras fueron la Lorenzo de Medici y la Ernest Hemingway, dos estilográficas que marcarían la línea a seguir. Eran ediciones limitadas, aunque de la Hemingway se fabricaron 20.000 unidades. La Medici fue la que inauguró la serie Patrones del Arte, que luego siguió con las Octavian, Louis XIV, The Prince Regent, Semiramis, Peter I, Catherine II, Alexander the Great, Friedrich II, Charlemagne, Pompadour, Andrew Carnegie, etc. 

La Hemingway, por su parte, inauguró la exitosa y aún coleante colección escritores, entre los que siguieron Agatha Christie, Oscar Wilde, Voltaire, Dumas, Dostoievsky, Poe, Proust, etc. 

Tras el éxito de la serie dedicada a escritores, Montblanc se lanzó en tromba a crear ediciones especiales y limitadas de sus plumas. Así llegaron los Hitos Especiales (Lalique, Golden Dragon, Skeleton, Sakura, Dinastía Quing y John Harrison) y los Grandes Personajes (De Gandhi a Da Vinci pasando por Kennedy).

La colección Diva, lanzada en 2006, estaba dedicada a grandes mujeres (Greta Garbo, Marlene Dietrich e Ingrid Bergman). 

En 2003 se lanzó la serie Ediciones Anuales, plumas de formas Meisterstuck  que versaban sobre tres temas históricos (el carnaval de Venecia, la mitología clásica y los seres fabulosos) y sólo podían  adquirirse a lo largo de esos doce meses. El primer año los motivos escogidos fueron el bufón Coviello, la musa Leda y el león azul de la filosofía budista, aunque luego aparecieron otros como Colombina, el dragón volador, el arlequín, Venus, el ave del paraíso, Pantaleón, Dafne, el tigre amarillo, Pulcinella, la grulla, Anfitrita, Pagliaccico, Cerbero, Dánae, el gran dragón, Mezzetino, Diana, Capitano, Dionisio, el pez, Atenea, la mariposa, e Il Dottore.

Por último, la serie Donations, como se ha dicho, se refería a músicos. Había comenzado con Bernstein y siguió con Menuhin, Bach, von Karajan, Solti, Toscanini y Lennon.

La fiebre de las ediciones limitadas no ha terminado en Montblanc. A las anteriores colecciones se unieron luego otras como la Masters of Arts o la  High Artistry, en pleno desarrollo.

Pues bien, la 114 o Mozart, quedó aislada entre la colección normal Meisterstuck y la especial Donations, sin formar parte, en realidad, de ninguna de ellas, como demuestra, in fine, el hecho de que su producción fue temporal aun sin ser una edición limitada. Además, la 114 no era una Meisterstuck normal por muchas razones. La primera, evidentemente, su minúsculo tamaño. Se trata de una pluma de 11 cm, mucho más reducida que la Classic, por aquel entonces la más pequeña de la colección.

Lo siguiente era su diseño pues, si bien parecía, a simple vista, una versión reducida de una 146, contenía algunas peculiaridades que la hicieron única. Para empezar, no estaba construida en resina sino que parte de ella, el cuerpo concretamente, era de bronce. La boquilla, el capuchón y los remates del cuerpo, sí estaban hechos en resina.

La boquilla tampoco era la estándar de la serie. Aquí quedaba muy reducida y con dos escalones de grosor, dejando espacio entre ellos a una pequeña, pero muy eficaz, rosca rápida en metal dorado.

El cuerpo era de bronce lacado, en el mismo color que la resina, con resultados estéticos indistinguibles. Además, la rosca interior era metálica y, felizmente, giraba en torno a la otra rosca, también metálica, de la boquilla, lo que aseguraba la fortaleza y durabilidad del conjunto.

El remate superior del cuerpo presenta una pieza de grosor rebajado para alojar otra rosca donde poder ajustar con seguridad el capuchón y así poder escribir con mayor comodidad alargando la longitud del instrumento. Este estilizado remate, como ocurría con la boquilla, era de resina.

El mecanizado de las fornituras, las roscas, y el grabado de la leyenda del anillo del capuchón son, como en todas las Meisterstuck, sencillamente soberbios.


En el interior, podemos apreciar que la pluma se alimenta exclusivamente con cartuchos específicos de Montblanc. Un cartucho estándar apenas entra en el estrecho hueco provisto en la boquilla para estos menesteres aunque, aparte del de la casa, he podido comprobar que admite los de Pelikan. En cuanto al posible uso de convertidores, diré que hubo un micro-convertidor, de la desaparecida Templar, que lograba encajaba, aunque no me consta que actualmente haya ningún otro que pueda ajustarse a la estrechez del alojamiento.

El plumín monocolor de oro de 14K es otro elemento especial. Pese a su tamaño, es un genuino Montblanc decorado primorosamente con una "M" grabada en el interior de la estrella típica de la casa. El plumín se ofrecía en varios tamaños, incluido el B. En nuestro caso se trata de un M, aunque es difícil asegurarlo dada la impenitente costumbre de Montblanc de no identificar sus plumines. El desempeño de este ejemplar es formidable, incansable, jugoso y de inicio inmediato.

La pluma se ofrecía en varios acabados, resinas negra y roja, capuchón de plata o vermeil, y plata integral o solitaire. Hubo una "Aniversario" y otra "Diamond" con un diamante en el remate del capuchón. Había juegos de pluma, bolígrafo y portaminas y se ofrecieron estuches de cuero para una o varias piezas del juego.

En cuanto al desempeño, sería ocioso decir que la 114 no es pluma para largas sesiones de escritura. Se desenvuelve mucho mejor en la toma rápida de notas y en los breves apuntes.  Es perfectamente funcional, pero, aunque se coloque el capuchón, sigue siendo una estilográfica muy pequeña, especialmente para manos grandes. 

La Mozart es un ejemplar enormemente atractivo, exhibe la belleza y originalidad de las miniaturas y la eficacia de cualquiera de sus hermanas mayores. Hoy es casi una rareza, un preciado ejemplar para muchos aficionados que, si buscan una pieza completa, con estuche, y en buen estado, tendrán que prepararse a desembolsar un precio a partir de los 800 euros. También puede encontrarse usada y sin caja a partir de unos 400. Su originalidad y su valor histórico como pieza rara en el catálogo Montblanc, hacen de este pequeña pero corajuda escritora, un delicioso objeto de colección.

PS: Esta pluma es un regalo de mi entrañable amigo C. a quien agradezco de corazón su generosidad dedicándole  esta entrada.

(todas las fotografías ajenas pertenecen a Montblanc)

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