Creo que es sobradamente conocida para mis amables lectores mi afición por las plumas de gran tamaño. A la espera de una próxima entrada sobre la ergonomía de las estilográficas y las razones físicas que sostienen mis teorías, la cuestión del gusto es algo que excede de cualquier razonamiento objetivo. Las plumas grandes me resultan cómodas, manejables y perfectamente adecuadas para cualquier tipo de misión. Los norteamericanos, principalmente, han extendido entre los aficionados la idea de que el tamaño de la pluma debe guardar una relación directamente proporcional con la mano de quien la usa. El humilde servidor que les habla opina casi lo contrario, pero es difícil ir contra un prejuicio tan sólidamente asentado. en todo caso, y si nos fijamos atentamente, veremos que el tamaño de las estilográficas ha ido creciendo a lo largo de los años. Basta comparar una Parker 51, por ejemplo, con una Leonardo Momento Zero, una Delta DV media e incluso una Lamy Safari. Los fabricantes han ido incorporando a sus catálogos plumas cada vez más grandes y, en algún caso, casi pareciera que compiten por ofrecer el ejemplar más colosal, como si hubieran reparado en que el usuario, una vez que decide probar, compra el producto.
El progresivo crecimiento de las estilográficas ha hecho que, a dia de hoy, las primeras espadas de cada marca sean grandes ejemplares como la Namiki Emperor, la Pilot Custom Urushi, la Sailor Pro Gear King of Pens, la Pelikan Souveran M1000, y la Visconti Homo Sapiens Bronze Age; sin contar con la ya numerosa nómina de marcas menores con plumas gigantescas entre las que destacan muchas indias, la Magna Carta 1000 de 159 mm y, por encima de todas, la Conid Giraffe con sus impresionantes 197 mm de largo. No puede que el mercado que acoge estos gigantes con afición lo haga por mera casualidad y es que, en realidad, tienen poderosas razones a su favor.
(foto: Conid)
China se ha incorporado a la creciente nómina de amateurs de las estilográficas grandes. El incontestable éxito de las Jinhao 9019, por ejemplo, ha señalado a los avispados fabricantes chinos, que el mercado recibe con gusto las grandes plumas, y a ello se han puesto. En cuestión de semanas, la poderosa industria china ha decidido abrir la puerta a los gigantes y nos ha ofrecido, como era de esperar, un ejemplo de lo que está por venir. Wingsung y su filial Junlai han sacado al mercado la que me parece que es la pluma china más grande de los últimos 50 años: la colosal 930.
La Junlai 930 mide, cerrada, unos impresionantes 168 mm, que no llegan a los 174 de una Namiki Emperor Urushi pero que superan de largo los 154 de una Pilot Custom Urushi. Solo su embalaje ya impresiona.
Pero la 930 no se conforma solo con ofrecer cuerpo y tamaño; se permite también el lujo de desarrollar y replicar (en gran tamaño) las formas de la Montblanc 149 a la cual hace palidecer en lo tocante a presencia y rotundidad. Además, usa un enorme plumín tamaño 9, un sistema de carga por pistón de grandísima capacidad y un mecanismo interior con la mayoría de las piezas en latón. Por último, la calidad de la resina utilizada es magnífica, con unos acabados de primer orden y un rendimiento sencillamente espectacular.. Vayamos por partes.
Tamaño.
La pluma es enorme, ciertamente. Sobrepasa muy holgadamente las dimensiones de una Safari e incluso las de la WingSung 590
Muchos de nuestros amigos, sobre todo norteamericanos, se han apresurado a ponerla la etiqueta de "no apta para uso diario". En realidad, creo que es, precisamente, en el uso diario donde se aprecia su ligereza, su comodidad y su capacidad para escribir durante interminables sesiones de trabajo.
La comodidad de la presa y su poco peso la hacen idónea para el escritorio. Exactamente igual que una Namiki Emperor, una Custom Urushi o una Pelikan M1000. Ninguna de éstas es, ciertamente, la mejor pluma para llevar en el bolsillo y no porque pesen, sino porque no dejan de ser algo aparatosas para acomodarlas en una chaqueta de la que haya que sacar con frecuencia. Sin embargo, habrá pocos aficionados que no reconozcan el reinado de cualquier de estas plumas en la mesa de un despacho.
Material de construcción
La 930 está construida en una resina de primerísima categoría. Me resisto a utilizar el tan manido concepto de resina preciosa pero el nivel de acabado es sorprendente y el pulido, perfecto. La finura de los remates y el grado de detalle en bordes y superficies, ofrece al usuario una suavidad de tacto usualmente reservada a las grandes marcas. Solo es necesario observar el labio del capuchón para apreciar la calidad de la pieza.
Los detalles metálicos, impecablemente mecanizados, apenas ofrecen diferencias con las grandes marcas. El ajuste es perfecto y, aunque hay algún detalle de menor apostura, como el clip con la bola de metal plegada en lugar de ser de material soldado, el conjunto general es de gran calidad.
Diseño y estética
No hay duda en afiliar la estética de la 920 a la MB 149. Parece, eso sí, una hermana mayor vitaminada. Pero las grandes proporciones de la china atenúan las formas algo regordetas de la alemana que, en realidad parece, a su vez, una 146 con sobrepeso. Al aumentar la longitud del diseño, la 920 mejora la esbeltez de la pieza, con una apariencia general más lograda y estilizada. Así se consigue compensar y ampliar los arcos, apuntándolos, obteniendo un desarrollo longitudinal mayor.

Por lo demás, la distribución de anillos y fornituras replica, más o menos, la de la 149. La combinación del negro lustroso con el metal plateado ayuda a ofrecer una imagen elegante y sereno, con los arcos más apuntados que ofrecen una mayor ligereza visual al conjunto, pese a su tamaño.
En definitiva, pese a su gran envergadura, la pluma no resulta visualmente pesada ni aparatosa.
Plumín y alimentador
El plumín de la 930 es un gigantesco nº 9 de acero de impecable factura. Para que esta descomunal pieza pueda gestionar adecuadamente la tinta que necesita, está provista de un alimentador de plástico de gran calidad y buen diseño. Ello le permite garantizar un flujo de tinta generoso y constante y, al mismo tiempo, regular el caudal para evitar pérdidas.
El plumín está decorado con una greca muy bien ejecutada que guarda en su interior el logo de la marca, el numero 2013 y la letra que indica el grosor. El iridio está muy bien tallado en forma de elipse/oval y se presenta perfectamente ajustado.
Desempeño
Escribir con esta pluma es una verdadera delicia. El rendimiento del plumín grueso con su alimentador supera todas las expectativas. Con tintas con mucho sombreado como la Golden Lapis de Pelikan, el resultado es soberbio.
Aunque no se trate de una pluma barata en cuanto a los estándares chinos, ya que ronda laos 50 euros, no será fácil encontrar una pieza equivalente de esta categoría con un desempeño tan placentero y eficaz. El trazo es suavísimo, el flujo incansable, y la constancia de la línea, indesmayable. No hay muchas estilográficas que la superen y, desde luego, nunca de éste precio.
Conclusiones.
Pese a su innegable deuda estética con la MB 149, esta pluma marca un record de tamaño en la industria china. Es muy probable que sea la primera entrega de una futura serie de modelos atemperados al gusto por los grandes instrumentos. La capacidad de la industria china para adaptarse y reaccionar al mercado es una de sus grandes cualidades y su decisiva ventaja respecto a otros fabricantes. La progresiva calidad de los materiales y de la manufactura en general añaden un incuestionable valor a sus productos; y, por último, la asombrosa calidad de sus plumines actuales, con un desempeño impensable hace muy pocos años, remata una oferta a la que es muy difícil resistirse.
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