En esto de la estilofilia, como en casi todas las aficiones, el curioso lector puede encontrar una inmensa variedad de gustos, tendencias y valores. Pero ahondando un poco más, puede encontrar también sesgos u opiniones que invariablemente sirven a la construcción de una nematología preambular o, por decirlo en otras palabras, de una nebulosa de pensamiento desarrollada en torno la perspectiva de un entorno. Frente a la nematología europea que ha desarrollado sus propios mitos estilófilos hay otras, como la norteamericana, que han creado los suyos. La cuestión es sumamente interesante desde el punto de vista del análisis filosófico y social de nuestra común afición, algo que también interesa a la industria que la sirve, pero que sirve también como divertimento. Esta es la versión que aquí traigo hoy y que se centra en la recolección de algunos de los mitos, gustos o valores, que dominan la estilofilia norteamericana y que, a la postre, la caracterizan y diferencian de otras como la europea o la japonesa.
No debemos olvidar que Norteamérica ha sido una de las cunas clave de la industria de la estilográfica. Sin Sheaffer, Cross, Waterman o, sobre todo, Parker, no puede entenderse la evolución de la escritura ni su divulgación mundial. Sus desarrollos técnicos y estéticos se convirtieron en verdaderos paradigmas de la industria durante el siglo XX. Su evolución posterior no fue tan exitosa pero la semilla fructificó en la multitud de derivadas que hoy disfrutamos. Algo parecido ocurrió con el mundo del motor, dominado por los Estados Unidos durante décadas, con modelos que iban desde lo práctico hasta lo rocambolesco, e incluso delirante, pero siempre manteniendo un aire de originalidad que los hacía inconfundibles.
Superada la fase más industrial, en el ámbito de las estilográficas se siguen manteniendo aquellos gustos o valores que la nematología norteamericana creó a lo largo del S. XX y que el lector atento puede encontrar en nuestros días cuando lee los análisis o las críticas que hacen los norteamericanos a las plumas actuales, o se fija en los productos con más éxito en aquel mercado. Éstas que siguen no son más que algunas notas de buen humor sobre algunos de los principales sesgos de los estilófilos norteamericanos. Todos los tenemos, desde luego, y que nadie busque mala intención en mis palabras. Es, únicamente, una amable y bienhumorada charla entre amigos de uno y otro confín, una broma entre aficionados y, sobre todo, una muestra de agradecimiento y respeto hacia los compañeros que tanto hacen por mantener viva nuestra común afición.
1.- Los puntos finos.
Así como los puntos medios o gruesos suelen venderse más en Europa, el mercado norteamericano siente una especial predilección por los puntos finos o extrafinos. Cuando uno lee alguna reseña o crítica de alguna pluma nueva, los estilófilos norteamericanos se apresuran a averiguar si el modelo cuenta o no con plumines finos, XF, SEF o EEF. Parece que cuanto más agudos mejor. En un país que adora lo grande, veneran, al mismo tiempo, la caligrafía minúscula que les permita escribir Lo que el Viento se Llevó, en una hoja de calendario.
foto: nibs.comTengo amigos norteamericanos a los que les entusiasman las plumas japonesas solo porque en ellas encuentran esos plumines afilados como agujas del estilo saibi togi o su trasunto norteamericano, la ki dame de Danitrio que, para colmo, suelen mandar luego a conocidos nibmeister para refinarlas aún más. El resultado suelen ser auténticos alfileres con los que escribir líneas finísimas.
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En este orden de cosas, es curioso comprobar cómo en las pruebas de estilográficas suele incluirse la escritura en reverso, consistente en escribir con el plumín al revés, ejercicio del todo inexplicable que parece estar relacionado con esa exacerbada pasión por los puntos super extra finos.
2.- Los puntos itálicos o stub.
Los EEUU son un país de contrastes. Junto a los puntos extrafinos, los estilófilos norteamericanos adoran los itálicos o stub extremos. Pero como la oferta estándar no es excesiva, hay infinidad de aficionados que buscan expertos que se los hagan y, luego, poder mostrar las fenomenales mutilaciones a que han sometido sus plumines originales, sólo por tener a su disposición una verdadera paleta. A ello sirve un notable número de artesanos nibmeister especializados en el corte y pulido de puntos estándar. No olvidemos que el tuning, o adaptación del producto al usuario final, nació precisamente en América. Estos nibmeister, nada baratos por otra parte, acometen cualquier desafío y son capaces de llevar a cabo todo tipo de prodigios en el tallado, corte y confección de plumines a la medida del gusto de sus clientes.
foto: FPN.comEEUU es un país que ama lo grande. Les gustan los coches grandes, los 4X4 enormes y hasta los camiones para hacer carreras. Adoran las hamburguesas gigantescas, las sopas como baldes y las raciones inacabables. Desde un principio, Estados Unidos fue grande: en tamaño, en oportunidades y en aspiraciones. Y esta grandeza se arraigó en el tejido de la nación, impulsándola a superar constantemente sus fronteras y redefinir sus límites. La combinación de los vastos recursos de la nación, la creencia en un potencial ilimitado, así como el pode económico, se han unido para crear una cultura que no sólo tolera la grandeza y lo excesivo, sino que los celebra. El tamaño y la escala de las cosas en los Estados Unidos no sólo reflejan su geografía y su recursos, sino que se han convertido en el emblema de su identidad nacional y en un símbolo de éxito.
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Es el país de lo XXXXL y en materia de plumines itálicos, no hay mayores ejemplos del exceso que algunos ejemplares que se pueden encuentran allí y que algún caso son auténticas mutilaciones. No es que sirvan para mucho, más allá de la caligrafía artística o la rotulación, pero sus propietarios norteamericanos los exhiben con el orgullo de su singularidad y, en ocasiones, de su desafío a la lógica.
3.- Los cuentagotas
No importa qué pluma sea ni de qué modelo se trate; no hay análisis de estilográfica nueva en la que el probo informante norteamericano no se pregunte si la cosa puede transformarse en cuentagotas. ¿Por qué motivo? Para el escaso volumen de escritura actual, el depósito de una pluma de pistón normal puede durar semanas. Para quien únicamente firma o corrige exámenes, meses. ¿Por qué el aficionado norteamericano medio quiere contar con una reserva de tinta que, normalmente, no agotará jamás? ¿es una reminiscencia del depósito de sus voraces automóviles? ¿Una exhibición de poder? .
foto: unsharpen.comPues bien, si tal conversión fuera posible, el citado aficionado procederá de inmediato a convertir su práctica pluma en cuentagotas aunque ello suponga cambiar piezas, incorporar juntas tóricas extra, obturar algún agujero de respiración o teñir por completo el cuerpo de su preciada estilográfica. La capacidad es lo que cuenta.
foto: amyspeight.blogspot.comVenerables modelos perfectamente funcionales son transformados en cuentagotas e incluso hay aficionados que aconsejan qué estilográficas son preferibles para esta operación y cómo llevarla a cabo con éxito.
4.- El color azul.
Es muy genérico, desde luego, pero las versiones azules de las plumas norteamericanas, son las primeras que invariablemente se agotan. En los catálogos en línea, se puede apreciar que las superventas son, casi siempre, las de color azul en sus numerosas variedades. Norteamérica es un país teñido de azules, índigos, zarcos, garzos y azulones. Lo propio acontece con las tintas, en una gama casi infinita de variedad de azul, especialmente el teal o mezcla de azul y negro que se ha convertido en todo un signo de identidad de la industria clásica norteamericana.
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Les daré algunas ideas: la sangre azul significa aristocracia. El azul es santidad en el judaísmo, patriotismo en muchas banderas y el color del liberalismo en EEUU. El azul es el color de la confianza, la fiabilidad y la profesionalidad. Por esa razón, muchas empresas norteamericanas utilizan el azul en sus logotipos (Walmart, Facebook, Ford, Dell, American Express...). Para colmo, el azul frena el apetito y aumenta la productividad, por lo que es el color más utilizado en las oficinas.
5.- Los plumines flexibles
Es todo un paradigma. Sea lo que sea y para lo que sea, no hay análisis norteamericano de plumas que no haga referencia a si el plumín es o no flexible, y si lo es, hasta qué punto puede doblarse, siendo preferible que, en última instancia, pueda llegar a pintar como una brocha. También en este caso, hay numerosos especialistas artesanales en la creación o transformación de plumines estándar en otros tan flexibles que parecen hechos de goma y sus orgulloso propietarios los exhiben escribiendo como si lo hicieran con un pincel, apurando la presión sobre el papel hasta límites obscenos.
foto:nibs.comYa he tratado esta cuestión anteriormente y aún hoy sigo sin comprender por qué la flexibilidad de los plumines continúa siendo, especialmente en EEUU, un factor tan positivo a la hora de valorar un plumín. Fuera de los dibujantes o los escritores de caligrafía Spencer o inglesa antigua, no creo que la flexibilidad aporte muchas cosas positivas a la escritura diaria. Se pretende emparejar la flexibilidad con la suavidad o la fluidez del trazo, pero esta es una relación que no es siempre correcta. Cuando uno escucha hablar a un entusiasta norteamericano de la flexibilidad extrema, parece estar escuchando a quien compara la amortiguación de un Rolls Royce con la de un carro segoviano de bueyes.
foto:leighreyesEn realidad, la flexibilidad solo ayuda a ejecutar variaciones en el trazo en ciertas manos, especialmente lentas y floridas. Para una escritura normal, sobre todo si es rápida, constituye, me temo, una particularidad muy poco práctica. Un plumín itálico o un japonés especial casi pueden conseguir la misma variación de trazo con mucha mayor versatilidad y, sobre todo, más velocidad. Pero el mito del plumín flexible sigue alimentando los sueños de muchos aficionados norteamericanos.