Como ya ocurrió cuando escribí sobre plumines, y en general siempre que hablo de colecciones, he de comenzar por advertir que ésta es una selección absolutamente particular, subjetiva, sesgada por mis propios gustos y abierta a toda discrepancia. Casi siempre que hago una lista de este estilo, surgen alarmadas voces discrepantes diciendo que la suya habría sido diferente, que he olvidado una u otra marca, o que se me ve el plumero (aunque esto último no he logrado nunca averiguar en qué consiste).
Mi idea no es buscar el agrado general ni corresponder al gusto de cada uno. Por el contrario, busco compartir una mínima colección de piezas seleccionadas por los años, el uso, y porque han demostrado, por múltiples razones, estar siempre entre mi lista de instrumentos de escritura favoritos. Cualquiera de estas plumas constituye, para mí, una obra de arte en sí misma y, sobre todo, una herramienta paradigmática, insustituible y única que demuestra lo que los modernos fabricantes son capaces de hacer cuando la tecnología se une a la experiencia, y la funcionalidad a la belleza.
Cada uno de los ejemplares que voy a presentar constituye un hito en la gama de cada casa, ahí donde el esfuerzo, el diseño y la funcionalidad de la herramienta se unen para conseguir un producto atractivo, perfectamente identificable, singular, que habla de las bondades de cada marca como el mejor pregonero. Cada una de estas estilográficas constituye lo que mejor de lo que despachan, como decían nuestras abuelas. Son grandes porque a mí me gustan así y porque da la causalidad de que en los topes de gama de los mejores fabricantes suelen aparecer estilográficas enormes. Por algo será.
He seleccionado plumas relativamente normales. Todas son de serie, todas se fabrican actualmente, y no incluyo ediciones limitadas, especiales o exclusivas, ni plumas antiguas. Aún así, no son plumas baratas. Son estilográficas para disfrutar del placer de escribir, y he querido mostrar lo mejor, lo más florido y, al mismo tiempo, lo más utilizable. Sin reparar en gastos.
Hay plumas maravillosas en toda colección, pero el destino final de muchas suele ser una vitrina o un depósito para inversiones, pero no un bolsillo o la superficie cálida de un escritorio. Estas plumas que aquí presento, deben ser usadas, sopesadas, disfrutadas y activamente acompañadas por su dueño. Son bellísimos animales de compañía que necesitan ser acariciados.
Pelikan Souveran M1000
Será que los años me vuelven más rebelde o más sabio, según se mire, pero lo cierto es que los peros tradicionales que suelen aplicarse a esta maravillosa pluma se han ido desvaneciendo como un azucarillo en un té de menta. Su tamaño, su grosor, su plumín algo especial, sus posibles excesos de flujo, su peso... desaparecen tan pronto como uno siente sus formas en la mano. Sostenerla es blandir una espada de tinta, un cetro coronado que dirige la mano como si no hiciera falta impulsarla.
Salvo por su imponente tamaño, no es una pluma ostentosa. Pese a su relativa novedad en el mercado (fue lanzada en 1998) se ha convertido ya en todo un clásico. Su consistencia, su aplomo, su formidable mecánica, su extraordinaria calidad de acabado y un rendimiento colosal, hacen que sea una pieza única en la gama alta alemana. Para quien guste de las plumas grandes, como a este cronista, es una pieza imprescindible. En torno a los 700 euros.
Sailor King of Pens
La KOP se ha convertido en toda una gama, de manera que ya no es fácil decir cuál de ellas me gusta más. Pero desde las versiones normales hasta las de ebonita y urushi, son todas estilográficas supremas. La limpia belleza de sus líneas, sus incomparables acabados y la compañía de uno de los mejores plumines del mundo, hacen de la KOP una pluma con muy pocos rivales.
Su mecánica no es la más sofisticada, ni sus líneas rompedoras, pero la discreción, hermosura y elegancia de sus líneas clásicas y, sobre todo, la increíble eficacia de uno de los más bellos y mejores plumines del mundo, en oro de 21 K, la convierten en una extraordinaria compañera de escritura. La casa Sailor ofrece hoy multitud de variantes, acabados e incluso formas. El deseo de cualquier aficionado. Ha subido mucho de precio en los últimos años y se encuentra a partir de 1.300 euros.
Pilot Custom Urushi
De las plumas estándar de Pilot, la Custom Urushi de 2016 recoge lo mejor y más exquisito de la marca, para convertirse en su buque insignia. Es una pluma de líneas familiares de la gama Custom, con gran tamaño y un acabado espléndido en el que la laca urushi brilla en términos reales y figurados, y con un grandioso plumín nº 30 de desempeño sencillamente superlativo. Por decir algo que me gusta menos, hay partes de la pluma que no están lacadas y los dorados resultan algo prominentes.
Pese a todo, la clásica elegancia de sus líneas hace que sea una pluma muy hermosa. Por su parte, el fabuloso afinado del conjunto plumín/convertidor y su perfección mecánica, hacen de esta pluma una escritora ligera. infatigable, discreta, comodísima y fiable. Me gusta mas la negra porque integra visualmente mejor las pocas piezas que no están lacadas. Absolutamente insustituible. En torno a 1500 euros.
Nakaya Cigar 17 Aka-Tamenuri
Las Nakaya son algunas de las plumas más hermosas del mundo. Por sus sobrias líneas brilla discretamente el mejor urushi. Es una pluma con una legendaria limpieza de diseño a la que se une el magnetismo de sus acabados. Las versiones más simples, sin clip ni adornos, pero con un diámetro especial de 17 mm (en lugar de los 15 habituales), son muy sencillas pero enormemente atractivas. Sus acabados en wajima urushi de la más alta calidad, unido a la variedad de su paleta, hace muy difícil elegir una, aunque yo me quedo con la aka-tamenuri, una combinación de fondo rojo con capa superior oscura que le da una profundidad de color absolutamente incomparable.
El plumín de la Nakaya es un soberbio Platinum, especialmente afinado y, en su caso, adaptado a la escritura del cliente. La ligereza de la ebonita y el fantástico desempeño del plumín, hacen del uso de esta pluma una verdadera delicia. A estas alturas, y aun tratándose de una marca relativamente moderna, todo un clásico. En torno a los 800 euros.
Montblanc 149La 149 es una pluma que casi cualquier aficionado salvaría de un naufragio. Especialmente los modelos del siglo pasado, fabricados con unos estándares de calidad de primerísimo nivel. Sus líneas clásicas, sobrias pero contundentes, han sido siempre un paradigma. Bendecida por un sin fin de variantes y modelos especiales que la tienen por base, el modelo básico sigue siendo un permanente objeto de deseo.
Pese a haber sido copiada hasta la saciedad, la originalidad, personalidad y poderosa presencia de la 149 siguen siendo foco de atención de todas las miradas. El plumín de la 149 es de los más hermosos jamás diseñados, con un tallado del iridio verdaderamente singular y un funcionamiento del todo impecable. El desempeño de la 149 es absolutamente intachable y, aunque ya se ha convertido en un modelo de lujo, sigue ofreciendo a sus usuarios estilófilos, la mejor de las experiencias en el ámbito de la escritura. Entrañable. Por siempre inolvidable. Alrededor de 1.000 euros.
Namiki nº 50
Dejo para el estrambote la que podría considerarse, probablemente, la mejor pluma del mundo. Es generalmente conocida como una pluma Emperor aunque, en el catálogo de Namiki aparece, simplemente, como Urushi Nº 50.
Todo en este modelo es superlativo: su tamaño, sus acabados, su plumín, escribir... Sus imponentes dimensiones asustan a quien no la conoce, aunque escribir con ella es un puro placer desde el momento en que se acomoda entre los dedos. Da igual que el usuario tenga mano grande o pequeña, porque se ajusta como un guante a cualquiera.
Mecánicamente, se trata de un cuentagotas con seguro. La extremada simplicidad de su diseño, contrasta con la envergadura de sus piezas, el cuidado en los detalles y la fabulosa ejecución de su lacado. Precisamente por su limpieza de líneas, la hermosura del urushi rojo (lo prefiero al negro) refulge como una espada. Es una pluma de escritorio, sin duda, pero en ése terreno sin comparación posible.
El plumín de oro de la 50 es único. Sus descomunal tamaño hace que la geometría funcional de la escritura cambie con relación a la de las plumas ordinarias porque hay una mayor distancia entre la boquilla y el papel. Esto hace que jugar con las líneas se convierta en una experiencia inigualable.
Siendo una pluma estándar, aunque de precio elevado, carece de verdaderos competidores. La reina de la escritura. Se puede conseguir una, con paciencia porque no hay muchas, por alrededor de 2.000 euros.
Espero haber entretenido a los amables lectores. Que cualquiera quite lo que le estorbe y añada lo que desee para configurar su propia lista. Sobre gustos, en realidad, está todo escrito, pero siempre hay hueco para algo más y a eso me dedico.