Soy un decidido coleccionista de estos cuadernos norteamericanos que suelo usar regularmente. La empresa, radicada en Chicago, comercializa una colección de hermosos ejemplares a los que aplica un original sistema de ediciones limitadas que, a día de hoy, le ha reportado una gran fama, una enorme demanda y una posición de primera línea en el mundo de estos hermosos productos de papelería.
El papel que usa es de buena calidad aunque no es el mejor para estilográfica, a menos que se usen puntos finos, pues suele traspasar. Son , en cambio, perfectos para lápices (mi uso favorito) y bolígrafos de gel. Se presenta en diversas terminaciones: punteado, blanco o cuadriculado.
Los precios base de los Field Notes son asequibles; el juego de tres ejemplares cuesta 10 dólares, lo mismo que las ediciones especiales en bellos y estacionales colores a las que uno se puede suscribir para garantizarse un ejemplar. Algunas de estas ediciones se cotizan a insólitos precios en el mercado de segunda mano.
Pero las bondades de estos sencillos pero preciosos cuadernos no son nada comparadas con el fabuloso servicio que ofrece la empresa. A mediados del mes de Septiembre, adquirí la colección correspondiente al otoño de 2015, tres preciosos ejemplares con los colores otoñales del impresionante parque nacional de Shenandoah, en Virginia. También compré otro juego de ejemplares normales.
Desgraciadamente, el juego no llegó. El sistema de correo elegido, normal y sin seguimiento, no dio el resultado previsto y el envío se perdió en el proceloso mundo postal. Cuatro semanas después, escribí a Field Notes para informar de la pérdida aunque, naturalmente, más por compartir la pena que por pedir responsabilidad alguna que en absoluto podía exigir al expedidor.
Field Notes respondió en apenas 12 horas anunciando que volvía a reenviarme el pedido, absolutamente gratis y, además, por correo certificado exprés con seguimiento.
Los preciados cuadernos llegaron a mis manos en el plazo de una semana.
Creo obligado consignar aquí este comportamiento ejemplar de Field Notes. Sin obligación alguna, repuso los cuadernos y demostró hasta qué punto cuidan a sus clientes. El servicio ofrecido es, sencillamente, soberbio y debería servir de ejemplo a muchos vendedores por internet.
Field Notes no solo fabria unos de los cuadernos más atractivos del mundo, sino que hace gala de un servicio al cliente que merece el mayor reconocimiento. Conmigo, por descontado, han adquirido un fidelisimo seguidor.
(todas las fotos: Field Notes)
El papel que usa es de buena calidad aunque no es el mejor para estilográfica, a menos que se usen puntos finos, pues suele traspasar. Son , en cambio, perfectos para lápices (mi uso favorito) y bolígrafos de gel. Se presenta en diversas terminaciones: punteado, blanco o cuadriculado.
Los precios base de los Field Notes son asequibles; el juego de tres ejemplares cuesta 10 dólares, lo mismo que las ediciones especiales en bellos y estacionales colores a las que uno se puede suscribir para garantizarse un ejemplar. Algunas de estas ediciones se cotizan a insólitos precios en el mercado de segunda mano.
Pero las bondades de estos sencillos pero preciosos cuadernos no son nada comparadas con el fabuloso servicio que ofrece la empresa. A mediados del mes de Septiembre, adquirí la colección correspondiente al otoño de 2015, tres preciosos ejemplares con los colores otoñales del impresionante parque nacional de Shenandoah, en Virginia. También compré otro juego de ejemplares normales.
Desgraciadamente, el juego no llegó. El sistema de correo elegido, normal y sin seguimiento, no dio el resultado previsto y el envío se perdió en el proceloso mundo postal. Cuatro semanas después, escribí a Field Notes para informar de la pérdida aunque, naturalmente, más por compartir la pena que por pedir responsabilidad alguna que en absoluto podía exigir al expedidor.
Field Notes respondió en apenas 12 horas anunciando que volvía a reenviarme el pedido, absolutamente gratis y, además, por correo certificado exprés con seguimiento.
Los preciados cuadernos llegaron a mis manos en el plazo de una semana.
Creo obligado consignar aquí este comportamiento ejemplar de Field Notes. Sin obligación alguna, repuso los cuadernos y demostró hasta qué punto cuidan a sus clientes. El servicio ofrecido es, sencillamente, soberbio y debería servir de ejemplo a muchos vendedores por internet.
Field Notes no solo fabria unos de los cuadernos más atractivos del mundo, sino que hace gala de un servicio al cliente que merece el mayor reconocimiento. Conmigo, por descontado, han adquirido un fidelisimo seguidor.
(todas las fotos: Field Notes)
Bonito artículo, Pedro. Entre mis preferidos: sobre papel. Y anoto que, en los tiempos que corren, te haya parecido significativa la respuesta tan adecuada del fabricante y considerases oportuno hacerlo público. Demuestra que no todos hacen eso.
ResponderEliminarUn saludo.
Aí es, querido Iván. Cosa rara en estos días pero, sobre todo, marca la diferencia entre ciertas ideas de negocio y otras, a las cuales, por desgracia, son bastante más comunes. Un fuerte abrazo.
EliminarLa atención al público es una virtud cada vez más escasa, "comprensible" en el frío comercio ciberespacial pero, desafortunada y lamentablemente, insufrible en las tiendas físicas. Seguramente todos tenemos historias por doquier que así lo atestigüen, así que omitiremos esta parte.
EliminarPues uno no suele encontrarse un servicio de atención al cliente así todos los días... :O
ResponderEliminarLamentablemente, es cierto, Bettie. Un saludo muy cordial
EliminarMe alegra mucho saber que el servicio es tan bueno, Pedro. Lo "malo": que, como bien dices, no son lo mejor para usar pluma. Otra cosa regulera es que son de un tamaño "extraño" en Europa, no es ni A6, ni A7, ni... Es un tamaño Field Notes :D
ResponderEliminarEl tamaño es algo peculiar, desde luego, pero es el mismo que el del ya casi universal Moleskine. Es un tamaño muy práctico para el bolsillo. Un fuerte abrazo
EliminarTodo un lujo, sin duda. Gracias por compartir tal experiencia, Pedro.
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