La batería de jazz constituye un universo propio. Fué el ámbito musical en el que un instrumento puramente rítmico y totalmente secundario pasó a convertirse en un elemento solista perfectamente definido. Incluso melódico.
La batería de jazz ha experimentado una asombrosa evolución desde sus primeros años hasta la actualidad. Pero en el olimpo de sus protagonistas, habiendo muchísimos, hay tres músicos que me parecen auténticos maestros. Genios que revolucionaron el instrumento y mostraron qué portentosa cantidad y riqueza de sonidos se podía extraer del conjunto.
El primero, por orden cronológico, es Gene Krupa. El revolucionario batería que cambió el modo en que se percibía el instrumento y lo popularizó en la era de las grandes bandas de swing. Se hizo famoso, participó en películas y se convirtió en una leyenda. Su protagónico modo de tocar y de dirigir, su riqueza tímbrica, su carisma, iniciaron una nueva era. Pocos consiguieron igualarle.
El segundo dios del olimpo tamboril es Buddy Rich, el virtuoso. No creo que haya habido muchos tan rápidos como él. Su estilo furioso y veloz, pero al mismo tiempo perfecto, preciso y ajustado, ha llenado páginas y páginas de riqueza musical jazzística. Inolvidable.
Por último, el inconmensurable, inimitable y perfecto Joe Morello. Su técnica impecable y la ejecución de complicadísimos pero sutiles ritmos le convirtieron, a mi parecer, en el máximo ejemplo de la elegancia instrumental. Los solos que ejecutaba en el famosísimo Take Five de Dave Brubeck eran, sencillamente, inmejorables.
Hay numerosas grabaciones de estos tres grandísimos músicos. En la red se pueden encontrar y reproducir. Pocas cosas tan baratas procuran tanto disfrute.
La batería de jazz ha experimentado una asombrosa evolución desde sus primeros años hasta la actualidad. Pero en el olimpo de sus protagonistas, habiendo muchísimos, hay tres músicos que me parecen auténticos maestros. Genios que revolucionaron el instrumento y mostraron qué portentosa cantidad y riqueza de sonidos se podía extraer del conjunto.
El primero, por orden cronológico, es Gene Krupa. El revolucionario batería que cambió el modo en que se percibía el instrumento y lo popularizó en la era de las grandes bandas de swing. Se hizo famoso, participó en películas y se convirtió en una leyenda. Su protagónico modo de tocar y de dirigir, su riqueza tímbrica, su carisma, iniciaron una nueva era. Pocos consiguieron igualarle.
El segundo dios del olimpo tamboril es Buddy Rich, el virtuoso. No creo que haya habido muchos tan rápidos como él. Su estilo furioso y veloz, pero al mismo tiempo perfecto, preciso y ajustado, ha llenado páginas y páginas de riqueza musical jazzística. Inolvidable.
Por último, el inconmensurable, inimitable y perfecto Joe Morello. Su técnica impecable y la ejecución de complicadísimos pero sutiles ritmos le convirtieron, a mi parecer, en el máximo ejemplo de la elegancia instrumental. Los solos que ejecutaba en el famosísimo Take Five de Dave Brubeck eran, sencillamente, inmejorables.
Hay numerosas grabaciones de estos tres grandísimos músicos. En la red se pueden encontrar y reproducir. Pocas cosas tan baratas procuran tanto disfrute.
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