He aquí una pregunta que suele repetirse en foros, cenáculos, penshows y demás círculos donde se habla y se trata de plumas estilográficas y que ha dado lugar a ríos de tinta cibernética sin lograr dar con una solución definitiva.
Porque la respuesta es NO. Por la sencilla razón de que las premisas son tan variables que no puede haber una solución simple. Es como preguntar por el coche , el paisaje o el amigo ideal. Cada uno tendrá sus necesidades y sus gustos, los dos factores básicos de cualquier elección.
No olvidemos que la estilográfica, como objeto, aúna dos propiedades: la utilitaria, es decir, una cosa que sirve para algo, y la estética, o sea, algo que aporta un determinado placer contemplativo.
En cuanto a lo primero, es fácil establecer parámetros objetivos que dependerán, no obstante, de cuál sea el uso al que estará destino el objeto. Plumas de viaje, plumas de escritorio, plumas para escribir mucho, plumas para escribir apenas unas notas... Lo primero que debemos hacer es, por tanto, identificar el modo de utilización de la estilográfica. Una vez definido, será relativamente fácil conocer su idoneidad. Por ejemplo:
-Para escribir mucho tomando apuntes: plumas ligeras, baratas, sencillas y de gran capacidad de carga para no quedarse sin tinta en medio de una clase o una conferencia. Dependiendo del tipo de letra de cada uno, se escogerá el plumín adecuado. Letra grande: punto grueso. Letra pequeña: punto fino.
-Para escribir mucho en un despacho: plumas ligeras, de cualquier precio y autonomía puesto que podrán recargarse en cualquier momento. Si se usan a menudo, se escogerán, preferiblemente, las específicas de escritorio por su accesibilidad inmediata y comodidad de uso. Si no, cualquiera que pueda guardarse en un cajón. Atención al clip u otro sistema que evite que pueda rodar y caer de la mesa.
(foto: gopens)
-Para firmar: Plumas de punto grueso y vistoso. Plumas especiales, solemnes, aparentes o prestigiosas, dependiendo del escenario de las firmas. Plumas representativas.
-Para viajar: Plumas ligeras, sencillas y pequeñas, resistentes al zarandeo. Alimentadas por cartuchos de los que se puedan llevar en gran cantidad. Puntos finos o medios para escribir en soportes de fortuna o pequeños diarios.
(foto: Levenger)
-Para invertir: plumas de edición limitada que no se usan.
En fin, son varios ejemplos, pero creo que bien representativos de la inmensa variedad de supuestos que aconsejarán uno u otro producto.
El segundo factor esencial es el estético.Aquí no hay reglas del mismo modo que no las hay para escoger un compositor o un pintor. Cada uno aportará algo al espectador y coincidirá más o menos con sus gustos y formación estética. Para complicarlo aún más todo, recordemos que los estilos artísticos son dinámicos, o sea, que cambian con el tiempo. ¿Mozart o Vivaldi? ¿Velazquez o Barceló? ¿Quevedo o Juan Ramón Jiménez? ¿El gótico flamígero o Frank Lloyd Wright?. No hay respuesta porque un esteta no puede renunciar a nada. El arte es un devenir histórico y no un momento congelado en el tiempo.
Con las plumas pasa algo parecido. Hay modelos barrocos, modernistas, Bauhaus, utilitarios, povera...
¿Hay alguna más bella que las demás? tendríamos que responder: "si es dentro de un mismo estilo, puede ser". Pero hay estilos tan dispares que resulta imposible toda comparación.
Para colmo de complicaciones, los dos factores esenciales de los que hablamos suelen ser contradictorios entre sí. Es decir, que las plumas más elaboradas estéticamente, suelen ser las menos prácticas desde el punto de vista funcional. Es como utilizar un imponente Hispano Suiza de los años 20 para atravesar Madrid en hora punta. Mala elección aunque sea un gran coche.
Conclusión: no hay pluma ideal porque los factores valorativos son excesivamente volátiles y, en muchos casos, contradictorios entre sí.
Pero para que no se diga que no me arriesgo, voy a dar alguna orientación sobre mis plumas ideales. Teniendo en cuenta que la función sigue la forma, me decanto por formas clásicas, poco arriesgadas y que sean prácticas. La pluma debe poder usarse y prefiero, por tanto, formas clásicas y cómodas como el torpedo con puntas redondeadas o truncadas. Como las uso continuadamente, han de ser ligeras y portátiles, además de tener una buena autonomía. La calidad de la escritura ha de ser intachable. Estéticamente, me gusta la sencillez, la limpieza de líneas y los acabado sutiles, nada chirriantes.
Para no tener que elegir una pluma, voy a configurar la mía y ésta sería más o menos así:
-De tamaño medio-grande como una Nakaya Cigar, una Pelikan M800, una Sailor KOP, una Omas Lucens o una Pilot 845.
(Foto: Sailor)
-El plumín debería ser igualmente grande, de oro y a la vista, como el de cualquiera de las tres últimas citadas.
-La carga sería por émbolo para garantizar una buena autonomía, como el de la Pelikan M800, la Omas o la Pilot 823.
-El material de construcción debería ser ligero y hermoso como el mejor celuloide, cualquier resina de calidad o la ebonita lacada.
(foto: Nakaya)
Así pues, una pluma ideal para mí sería, por ejemplo, una Nakaya Writer extragruesa perfectamente lacada en urushi, con un émbolo de vacío como el de la Pilot 823 y el plumín de la Sailor KOP.
Lo bueno para el coleccionista es poder seguir buscando siempre esa pluma ideal que solo existe en su cabeza.
Porque la respuesta es NO. Por la sencilla razón de que las premisas son tan variables que no puede haber una solución simple. Es como preguntar por el coche , el paisaje o el amigo ideal. Cada uno tendrá sus necesidades y sus gustos, los dos factores básicos de cualquier elección.
No olvidemos que la estilográfica, como objeto, aúna dos propiedades: la utilitaria, es decir, una cosa que sirve para algo, y la estética, o sea, algo que aporta un determinado placer contemplativo.
En cuanto a lo primero, es fácil establecer parámetros objetivos que dependerán, no obstante, de cuál sea el uso al que estará destino el objeto. Plumas de viaje, plumas de escritorio, plumas para escribir mucho, plumas para escribir apenas unas notas... Lo primero que debemos hacer es, por tanto, identificar el modo de utilización de la estilográfica. Una vez definido, será relativamente fácil conocer su idoneidad. Por ejemplo:
-Para escribir mucho tomando apuntes: plumas ligeras, baratas, sencillas y de gran capacidad de carga para no quedarse sin tinta en medio de una clase o una conferencia. Dependiendo del tipo de letra de cada uno, se escogerá el plumín adecuado. Letra grande: punto grueso. Letra pequeña: punto fino.
-Para escribir mucho en un despacho: plumas ligeras, de cualquier precio y autonomía puesto que podrán recargarse en cualquier momento. Si se usan a menudo, se escogerán, preferiblemente, las específicas de escritorio por su accesibilidad inmediata y comodidad de uso. Si no, cualquiera que pueda guardarse en un cajón. Atención al clip u otro sistema que evite que pueda rodar y caer de la mesa.
(foto: gopens)
-Para firmar: Plumas de punto grueso y vistoso. Plumas especiales, solemnes, aparentes o prestigiosas, dependiendo del escenario de las firmas. Plumas representativas.
-Para viajar: Plumas ligeras, sencillas y pequeñas, resistentes al zarandeo. Alimentadas por cartuchos de los que se puedan llevar en gran cantidad. Puntos finos o medios para escribir en soportes de fortuna o pequeños diarios.
(foto: Levenger)
-Para invertir: plumas de edición limitada que no se usan.
En fin, son varios ejemplos, pero creo que bien representativos de la inmensa variedad de supuestos que aconsejarán uno u otro producto.
El segundo factor esencial es el estético.Aquí no hay reglas del mismo modo que no las hay para escoger un compositor o un pintor. Cada uno aportará algo al espectador y coincidirá más o menos con sus gustos y formación estética. Para complicarlo aún más todo, recordemos que los estilos artísticos son dinámicos, o sea, que cambian con el tiempo. ¿Mozart o Vivaldi? ¿Velazquez o Barceló? ¿Quevedo o Juan Ramón Jiménez? ¿El gótico flamígero o Frank Lloyd Wright?. No hay respuesta porque un esteta no puede renunciar a nada. El arte es un devenir histórico y no un momento congelado en el tiempo.
Con las plumas pasa algo parecido. Hay modelos barrocos, modernistas, Bauhaus, utilitarios, povera...
¿Hay alguna más bella que las demás? tendríamos que responder: "si es dentro de un mismo estilo, puede ser". Pero hay estilos tan dispares que resulta imposible toda comparación.
Para colmo de complicaciones, los dos factores esenciales de los que hablamos suelen ser contradictorios entre sí. Es decir, que las plumas más elaboradas estéticamente, suelen ser las menos prácticas desde el punto de vista funcional. Es como utilizar un imponente Hispano Suiza de los años 20 para atravesar Madrid en hora punta. Mala elección aunque sea un gran coche.
Conclusión: no hay pluma ideal porque los factores valorativos son excesivamente volátiles y, en muchos casos, contradictorios entre sí.
Pero para que no se diga que no me arriesgo, voy a dar alguna orientación sobre mis plumas ideales. Teniendo en cuenta que la función sigue la forma, me decanto por formas clásicas, poco arriesgadas y que sean prácticas. La pluma debe poder usarse y prefiero, por tanto, formas clásicas y cómodas como el torpedo con puntas redondeadas o truncadas. Como las uso continuadamente, han de ser ligeras y portátiles, además de tener una buena autonomía. La calidad de la escritura ha de ser intachable. Estéticamente, me gusta la sencillez, la limpieza de líneas y los acabado sutiles, nada chirriantes.
Para no tener que elegir una pluma, voy a configurar la mía y ésta sería más o menos así:
-De tamaño medio-grande como una Nakaya Cigar, una Pelikan M800, una Sailor KOP, una Omas Lucens o una Pilot 845.
(Foto: Sailor)
-El plumín debería ser igualmente grande, de oro y a la vista, como el de cualquiera de las tres últimas citadas.
-La carga sería por émbolo para garantizar una buena autonomía, como el de la Pelikan M800, la Omas o la Pilot 823.
-El material de construcción debería ser ligero y hermoso como el mejor celuloide, cualquier resina de calidad o la ebonita lacada.
(foto: Nakaya)
Así pues, una pluma ideal para mí sería, por ejemplo, una Nakaya Writer extragruesa perfectamente lacada en urushi, con un émbolo de vacío como el de la Pilot 823 y el plumín de la Sailor KOP.
Lo bueno para el coleccionista es poder seguir buscando siempre esa pluma ideal que solo existe en su cabeza.
genial
ResponderEliminarGracias por tu comentario, me alegro de que te guste la entrada
EliminarAdmirado Pedro:
ResponderEliminarGracias a que no existe esa pluma ideal, podemos seguir coleccionándolas y admirar todas sus variantes.
Ayer, decidí adquirir mi próxima compañera de escritorio tras agotar los criterios siguientes:
1. Fijo un presupuesto para la ocasión.
2. Busco por tiendas y en la red, marcas de cierta confianza para evitar sorpresas, y así no quedarme con una mera pieza de escaparate.
3. Elijo el diseño que mas me agrada.
4. Comparo precios, disponibilidad y tiempo de entrega.
5.Realizo la compra.
O sea, casi lo mismo lo mismo que para un coche.
Mi nuevo capricho es la Nakaya Piccolo, y quizá, seguido por un apasionado impulso, no comprobé que hubiese disponibilidad antes de realizar el pago. Tras llamar a la tienda en Madrid, me desconsuelan con SEIS MESES de espera.¡Que desesperación!. Desilusión mas bien. Puede que anule la operación o busque un modelo distinto en stock.
Se que son piezas artesanales, fabricadas a mano,...etc. Creo recordar que tu adquiriste una de las primeras que se fabricaron y tardaron unos 20 días en entregártela. Puede que la fabricación se ajuste a la demanda. Pero a este comprador, 6 meses le quitan la ilusión y las ganas de Nakaya.
Un saludo afectuoso y feliz año para ti y tu larga lista de seguidores.
Gracias por tus generosas palabras y por compartir tu sabia metodología en la elección de plumas. Confieso que yo hago algo parecido aunque no siempre en el mismo orden. La Piccolo es una pluma fantástica aunque estoy contigo en que los actuales tiempos de espera resultan descorazonadores. Tampoco los precios acompañan mucho. Pero siguen siendo piezas casi únicas. Todo lo mejor para este nuevo año con un afectuoso saludo, amigo mío.
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