Cuando usamos una estilográfica siempre cometemos errores, casi siempre derivados del desconocimiento o de un exceso de confianza. Estas pequeñas faltas, que a veces pueden arruinar nuestra querida pluma, se cometen con mucha más frecuencia cuando empezamos a usarlas o cuando no tenemos experiencia. Por esta razón me he permitido hacer una pequeña referencia a los errores que solemos cometer y que deberíamos evitar con una adecuada información y, no pocas veces, usando el debido cuidado.
1.- Usar tinta equivocada.
(foto: Pelikan)
Ya lo hemos dicho en numerosas ocasiones, pero como el error se repite frecuentísimamente y sus consecuencias pueden arruinar para siempre nuestra pluma, conviene recordarlo. La única tinta que puede usarse en una estilográfica es la de base acuosa teñida con anilinas. Ninguna otra debería usarse por alguien poco experimentado; así pues, descartemos tintas chinas, permanentes, tintas de dibujo, pigmentadas, muy saturadas y similares. Éstas están pensadas para usarse con plumilla y palillero o por usuarios expertos en determinadas plumas. Una tinta inadecuada puede acabar con nuestra pluma.
2.- Dejarla caer.
(foto: rhitee93 FPN)
Ya sé que esto le puede pasar a todo el mundo, pero ciertas buenas prácticas harán que sea algo muy improbable. Las plumas siempre caen por el lado malo; caen de punta porque es ahí donde mas pesan. Por tanto, no hay que esperar milagros. Si una pluma cae al suelo, el plumín estará prácticamente condenado al desastre. No hay que dejar la pluma desatendida sobre la mesa; acostumbrémonos a utilizar soportes, cajitas o bandejas donde dejarlas. Si no disponemos de ellos, hay que cerrarla con el capuchón que evitará que ruede gracias al clip, o utilizarla posteada para que el peso sea mayor en la parte trasera. Tampoco es mala práctica usar plumas de las que sea fácil encontrar plumines de recambio a buen precio. No serán de oro, generalmente, pero evitarán muchos disgustos. Para plumas de batalla, una Pilot Metropolitan, una Prera o una Safari, por ejemplo, nos darán grandes satisfacciones y un plumín estropeado se puede cambiar por otro a un coste ínfimo. En el peor de los casos, cuando hay mucho riesgo de caída, una pluma desechable o una Preppy, conseguirán el mismo resultado con el mínimo coste.
3.-No limpiarla.
(foto: tetly song)
Una pluma necesita limpieza. No se debe cambiar de color de tinta sin hacerlo. No de debe dejar cargada durante mucho tiempo. No es aconsejable guardarla sin antes haberla limpiado a conciencia. La tinta seca es casi siempre garantía de encontrar problemas la próxima vez que se use, por lo que conviene adquirir desde el principio la costumbre de enjuagarla bien con agua corriente cuando se vaya a guardar o cuando no se use durante mucho tiempo. Cuando el agua salga limpia, estará lista; no es necesario desmontarla y someterla a una sesión profunda.
4.- Apretar.
(foto: cuteline FPN)
Las plumas escriben por contacto, no es necesario apretar al escribir. Ya sé que la teoría la conocemos todos, pero ¿quién no ha cargado algo la mano cuando la tinta no sale a tiempo y el trazo se corta?. El problema, en estos casos, no se soluciona con apretar sino, generalmente, con limpiar el plumín o ponerlo un instante bajo el grifo de agua. Si continúa sin flujo, habrá otro problema, pero en ningún caso solucionable mediante un cruel ejercicio de confiesa o te estrangulo.
5.- Llevarla en los bolsillo junto a objetos de metal
Todas las plumas, y digo bien todas, se rayarán y/o estropearán gravemente si las rozamos contra un objeto metálico, ya sean llaves, navajas, limas, punzones, corta-uñas o teléfonos móviles metálicos. Las plumas deben acarrearse en estuches especialmente reservados para ellas o, en todo caso, sin que compartan espacio en el bolsillo de la chaqueta con ningún otro objeto -incluidas otras plumas- que, inevitablemente, acabarán por rayarlas.
6.- Limpiarlas con productos inapropiados.
(foto: auxilio luego existo)
El agua hace milagros y, como mucho, mezclada con unas gotas de lavavajillas, que actúa como desengrasante, y otras de amoniaco, que actúa de desincrustante. Todo lo demás debe desaparecer para siempre de nuestras mentes. Casos aberrantes: lejía, acetona, aguarrás, lijas, coca-cola (?!). Algunas plumas están fabricadas con materiales muy delicados que no pueden exponerse a soluciones tan agresivas como alguna de las mencionadas o que actuando con otras, como la lejía y el amoniaco o la lejía y el rutenio, desprenden gases tóxicos. Agua, precaución y sentido común.
7.- Desmontarlas
Si no se sabe cómo actuar, es mejor no hacer experimentos peligrosos. Aparte del capuchón y de la rosca del cuerpo, el neófito o el inexperto han de considerar el resto de los componentes de una pluma como un asunto tabú. La impaciencia es muy mala consejera y, a veces, el anuncio de un inminente desastre. Si algo no funciona, se debe preguntar a un experto que indicará la solución o, en todo caso, el camino al taller de reparaciones o el ejercicio de la garantía.
8.- Repararlas
(foto: english.people.cn)
Las plumas son poco dadas a aceptar arreglos caseros a menos que se conozcan muy bien sus características. O se usan los materiales adecuados con pleno conocimiento de causa o se corre el riesgo de provocar una hecatombe. El uso de materiales de fortuna, herramientas inadecuadas o procedimientos improvisados, pueden convertir la simpática ñapa en la tumba definitiva de nuestra amada estilográfica. Arreglar una pluma implica conocerla a fondo así que, a menos que dominemos su mecánica como la palma de nuestra mano, mejor dejar las reparaciones a los profesionales o aficionados avanzados. La paciencia y el avanzar paso a paso, practicando con ejemplares de poco valor o rotos, son buenos consejos en orden a aprender a reparar nuestras plumas.
9.- Dejarlas al sol.
Las plumas son objetos de interior. El sol directo, casi siempre supone un riesgo para sus colores, sus formas o para ambas cosas. Algunos materiales, como la ebonita, cambian por completo de color. Otros, como el urushi, se deterioran. Si el calor es muy fuerte, los plásticos se pueden deformar. Lo mejor es evitar el sol directo y, desde luego, evitar llevarlas a la playa o dejarlas en la mesa de una terraza anadaluza bajo un sol de justicia. El sol y el calor, en el mejor de los casos, resecarán los materiales y los tornarán más opacos, sin brillo, descoloridos.
10.- Decir: "Ésta es la última"
(foto: La Blondina, Flickr)
Este error es insuperable y no hay estilófilo que no lo cometa. Yo lo vengo haciendo desde hace más años de los que quisiera recordar. Nunca se compra la última pluma, pero el error al que me refiero no tiene que ver con la templanza o la economía sino con el diseño de una colección. Si uno no piensa en que vendrán otras, puede caer en la tentación de comprar cualquier cosa que luego, por falta de criterio o de visión de futuro, puede convertirse en un objeto inútil que sobra en nuestra colección. Es preciso darse cuenta de que después de la última, vendrán otras más y que todas formarán parte de nuestra colección. Conviene, pues, seguir un cierto criterio, una línea, un objetivo, para que nuestra colección tenga una mínima coherencia interna que evite errores o arrepentimientos cuando ya no hay solución.
En mi caso, habiendo atravesado diferentes etapas estilófilas y casi siempre con gran cuidado a la hora de elegir mis plumas, no he podido evitar tener ahora ejemplares que son casi únicos en el peor sentido de la palabra, es decir, que no hacen juego con el resto. Si uno tiene una colección de plumas antiguas, ¿qué hace comprando seis o siete carísimas italianas modernas?. Si uno elige concentrarse en al maki-e -por decir algo- ¿que significa a su lado ese extraño grupo de cuentagotas indias transparentes?. Si alguien ha decidido hacer una colección de lujo de Montblanc, ¿para qué compra cuatro Noodler's?
Todo esto es más fácil de decir que de hacer y por eso el coleccionista compulsivo suele amasar una variopinta colección de dificultosa filiación. Es parte de la diversión, sin duda, pero por encima de cierto número de plumas (digamos, 100) hay que ser realista: no se podrá escribir con todas y, por tanto, convendría que su papel en nuestra colección fuera definido de antemano. Toda colección debe tener una cierta lógica interna.
Pero no seré yo quien tire la primera piedra pues, como ya he dicho en algunas ocasiones, no siempre soy el mejor ejemplo de mis propias teorías.
1.- Usar tinta equivocada.
(foto: Pelikan)
Ya lo hemos dicho en numerosas ocasiones, pero como el error se repite frecuentísimamente y sus consecuencias pueden arruinar para siempre nuestra pluma, conviene recordarlo. La única tinta que puede usarse en una estilográfica es la de base acuosa teñida con anilinas. Ninguna otra debería usarse por alguien poco experimentado; así pues, descartemos tintas chinas, permanentes, tintas de dibujo, pigmentadas, muy saturadas y similares. Éstas están pensadas para usarse con plumilla y palillero o por usuarios expertos en determinadas plumas. Una tinta inadecuada puede acabar con nuestra pluma.
2.- Dejarla caer.
(foto: rhitee93 FPN)
Ya sé que esto le puede pasar a todo el mundo, pero ciertas buenas prácticas harán que sea algo muy improbable. Las plumas siempre caen por el lado malo; caen de punta porque es ahí donde mas pesan. Por tanto, no hay que esperar milagros. Si una pluma cae al suelo, el plumín estará prácticamente condenado al desastre. No hay que dejar la pluma desatendida sobre la mesa; acostumbrémonos a utilizar soportes, cajitas o bandejas donde dejarlas. Si no disponemos de ellos, hay que cerrarla con el capuchón que evitará que ruede gracias al clip, o utilizarla posteada para que el peso sea mayor en la parte trasera. Tampoco es mala práctica usar plumas de las que sea fácil encontrar plumines de recambio a buen precio. No serán de oro, generalmente, pero evitarán muchos disgustos. Para plumas de batalla, una Pilot Metropolitan, una Prera o una Safari, por ejemplo, nos darán grandes satisfacciones y un plumín estropeado se puede cambiar por otro a un coste ínfimo. En el peor de los casos, cuando hay mucho riesgo de caída, una pluma desechable o una Preppy, conseguirán el mismo resultado con el mínimo coste.
3.-No limpiarla.
Una pluma necesita limpieza. No se debe cambiar de color de tinta sin hacerlo. No de debe dejar cargada durante mucho tiempo. No es aconsejable guardarla sin antes haberla limpiado a conciencia. La tinta seca es casi siempre garantía de encontrar problemas la próxima vez que se use, por lo que conviene adquirir desde el principio la costumbre de enjuagarla bien con agua corriente cuando se vaya a guardar o cuando no se use durante mucho tiempo. Cuando el agua salga limpia, estará lista; no es necesario desmontarla y someterla a una sesión profunda.
4.- Apretar.
(foto: cuteline FPN)
Las plumas escriben por contacto, no es necesario apretar al escribir. Ya sé que la teoría la conocemos todos, pero ¿quién no ha cargado algo la mano cuando la tinta no sale a tiempo y el trazo se corta?. El problema, en estos casos, no se soluciona con apretar sino, generalmente, con limpiar el plumín o ponerlo un instante bajo el grifo de agua. Si continúa sin flujo, habrá otro problema, pero en ningún caso solucionable mediante un cruel ejercicio de confiesa o te estrangulo.
5.- Llevarla en los bolsillo junto a objetos de metal
Todas las plumas, y digo bien todas, se rayarán y/o estropearán gravemente si las rozamos contra un objeto metálico, ya sean llaves, navajas, limas, punzones, corta-uñas o teléfonos móviles metálicos. Las plumas deben acarrearse en estuches especialmente reservados para ellas o, en todo caso, sin que compartan espacio en el bolsillo de la chaqueta con ningún otro objeto -incluidas otras plumas- que, inevitablemente, acabarán por rayarlas.
6.- Limpiarlas con productos inapropiados.
(foto: auxilio luego existo)
El agua hace milagros y, como mucho, mezclada con unas gotas de lavavajillas, que actúa como desengrasante, y otras de amoniaco, que actúa de desincrustante. Todo lo demás debe desaparecer para siempre de nuestras mentes. Casos aberrantes: lejía, acetona, aguarrás, lijas, coca-cola (?!). Algunas plumas están fabricadas con materiales muy delicados que no pueden exponerse a soluciones tan agresivas como alguna de las mencionadas o que actuando con otras, como la lejía y el amoniaco o la lejía y el rutenio, desprenden gases tóxicos. Agua, precaución y sentido común.
7.- Desmontarlas
Si no se sabe cómo actuar, es mejor no hacer experimentos peligrosos. Aparte del capuchón y de la rosca del cuerpo, el neófito o el inexperto han de considerar el resto de los componentes de una pluma como un asunto tabú. La impaciencia es muy mala consejera y, a veces, el anuncio de un inminente desastre. Si algo no funciona, se debe preguntar a un experto que indicará la solución o, en todo caso, el camino al taller de reparaciones o el ejercicio de la garantía.
8.- Repararlas
(foto: english.people.cn)
Las plumas son poco dadas a aceptar arreglos caseros a menos que se conozcan muy bien sus características. O se usan los materiales adecuados con pleno conocimiento de causa o se corre el riesgo de provocar una hecatombe. El uso de materiales de fortuna, herramientas inadecuadas o procedimientos improvisados, pueden convertir la simpática ñapa en la tumba definitiva de nuestra amada estilográfica. Arreglar una pluma implica conocerla a fondo así que, a menos que dominemos su mecánica como la palma de nuestra mano, mejor dejar las reparaciones a los profesionales o aficionados avanzados. La paciencia y el avanzar paso a paso, practicando con ejemplares de poco valor o rotos, son buenos consejos en orden a aprender a reparar nuestras plumas.
9.- Dejarlas al sol.
Las plumas son objetos de interior. El sol directo, casi siempre supone un riesgo para sus colores, sus formas o para ambas cosas. Algunos materiales, como la ebonita, cambian por completo de color. Otros, como el urushi, se deterioran. Si el calor es muy fuerte, los plásticos se pueden deformar. Lo mejor es evitar el sol directo y, desde luego, evitar llevarlas a la playa o dejarlas en la mesa de una terraza anadaluza bajo un sol de justicia. El sol y el calor, en el mejor de los casos, resecarán los materiales y los tornarán más opacos, sin brillo, descoloridos.
10.- Decir: "Ésta es la última"
(foto: La Blondina, Flickr)
Este error es insuperable y no hay estilófilo que no lo cometa. Yo lo vengo haciendo desde hace más años de los que quisiera recordar. Nunca se compra la última pluma, pero el error al que me refiero no tiene que ver con la templanza o la economía sino con el diseño de una colección. Si uno no piensa en que vendrán otras, puede caer en la tentación de comprar cualquier cosa que luego, por falta de criterio o de visión de futuro, puede convertirse en un objeto inútil que sobra en nuestra colección. Es preciso darse cuenta de que después de la última, vendrán otras más y que todas formarán parte de nuestra colección. Conviene, pues, seguir un cierto criterio, una línea, un objetivo, para que nuestra colección tenga una mínima coherencia interna que evite errores o arrepentimientos cuando ya no hay solución.
En mi caso, habiendo atravesado diferentes etapas estilófilas y casi siempre con gran cuidado a la hora de elegir mis plumas, no he podido evitar tener ahora ejemplares que son casi únicos en el peor sentido de la palabra, es decir, que no hacen juego con el resto. Si uno tiene una colección de plumas antiguas, ¿qué hace comprando seis o siete carísimas italianas modernas?. Si uno elige concentrarse en al maki-e -por decir algo- ¿que significa a su lado ese extraño grupo de cuentagotas indias transparentes?. Si alguien ha decidido hacer una colección de lujo de Montblanc, ¿para qué compra cuatro Noodler's?
Todo esto es más fácil de decir que de hacer y por eso el coleccionista compulsivo suele amasar una variopinta colección de dificultosa filiación. Es parte de la diversión, sin duda, pero por encima de cierto número de plumas (digamos, 100) hay que ser realista: no se podrá escribir con todas y, por tanto, convendría que su papel en nuestra colección fuera definido de antemano. Toda colección debe tener una cierta lógica interna.
Pero no seré yo quien tire la primera piedra pues, como ya he dicho en algunas ocasiones, no siempre soy el mejor ejemplo de mis propias teorías.
¿Para cuándo un libro con todas estos artículos, Pedro?, jejeje.
ResponderEliminarNo es mala idea, Antonio, pero un blog es mucho más flexible y dinámico, ¿no te parece? además, me permite estar en contacto con vosotros, lo que no es poco. Un abrazo
EliminarOtra gran entrada Pedro, genial. Yo he comenzado a realizar una pequeña colección de economicas, jejeje, Lamy Safari, Kaweco Sport, y ahora he pedido un par de Jinhao.... Ya os diré.
ResponderEliminarGracias Rsenises; ánimo con tu colección. Un cordial saludo.
EliminarMuy buena entrada. Este blog es muy ameno y abierto a la discusión. Por cierto que me gustaria conocer la opinión de otras personas sobre si su colección es abierta ( sin fin) o cerrada ( una vez adquiridas todaas las plumas que interesan uno se centra en disfrutarlas sin sentir la necesidad de añadir otras). Un cordial saludo.
ResponderEliminarLlamar colección a mi acaparación sin sentido de plumas baratas es mucho decir, supongo que por lo que cuestan seguiré ampliando el stock hasta el día que me muera, y con un poco de suerte por el camino caerá alguna un poco menos barata. Simplemente me gustan, me parecen objetos bonitos e interesantes.
EliminarMi "colección" tampoco es tal, soy un mero acumulador y usuario de estilográficas. Las acaparo por distintas razones, no busco completar una serie ni me especializo en una marca, color o gama determinadas. Como tal, mi colección es abierta, si bien estoy pensando en establecer una suerte de límite, conservando unas 10 ó 15 plumas en rotación y vendiendo aquéllas que por las razones que sean ya no me encandilan como antes.
EliminarVarias son regalos o compras fruto de amplia reflexión, por los que estarán siempre en mi colección, las use más o menos. Lo que intentaré es centrar el tiro en piezas especiales o que me hagan especial ilusión y no acumular más plumas baratas o de gama media, porque no doy abasto para usarlas y en general ya no aportan nada distintivo sobre lo que tengo.
Próximos objetivos: una Omas de gama alta en precioso celuloide, una Pelikan M800 y una Sailor KOP o Pilot de gama alta también. Por supuesto, una a una y dejando tiempo entre medias, porque si no me siento mal.
No obstante, como dicen, hay vicios peores. Si no he escuchado esto 100 veces en círculos estilófilos xDD... pero, en fin, hay vicios peores.
Gracias por vuestras apreciaciones. Os animo a seguir con vuestras colecciones. El tiempo dirá cuándo tiene que reorientarse su planteamiento. Un abrazo para todos.
EliminarNobokakin: Esta es una cuestión muy difícil... Estamos mencionando los vicios que tenemos todos. Yo también -a la hora de comprar-, me guio por el "¿me gusta?" y casi nada mas. Soy consciente de que el coleccionismo de estilográficas (y bolígrafos y portaminas), no interesa a todo el mundo. Estando en una Casa especializada aquí en Buenos Aires, éramos varios clientes viciosos (como corresponde), envidiándonos entre nosotros. Repentinamente entró una señora de su casa: "me manda mi esposo. Se le rompió esta lapicera y me dijo que ustedes hacen reparaciones" El experto se calzó una lupa de relojero y le informó el precio... "¡¡¿Cuánto?!!" En el mismo instante dio media vuelta y mientras se retiraba airadamente dijo: "¡qué escriba con una BIC!" Pero como estamos entre nosotros, te diré algo: después de la Pelikan 800 te entusiasmarás con la 1000. Es una pieza soberbia, con la plumilla má grande del mercado. La de trazo grueso es una delicia. Aquí sí vale apretarla (discretamente, claro) El oro macizo es muy flexible y los relieves de la escritura adquieren aspecto de obra de arte; ¡he pasado tiempo dibujando claves de sol y letras eñes por el sólo placer de verlas! Y tienes que apurarte; Pelikan está discontinuando modelos en forma creciente. Ya discontinuaron el lápiz rotatorio 800 y parece que lo harán con el bolígrafo y lápiz 600 (hablo de la serie SOUVERÄN). Supongo que no entrarán muchas mujeres a este blog, con el debido respecto de las estilográficamente viciosas, que también las hay. Un gran saludo desde Argentina.
EliminarHola Pedro:
ResponderEliminarSoy seguidor de tu extraordinaria página hace tiempo. Al hilo del uso de una tinta adecuada, quiero hacerte una consulta: me han regalado una pluma Graf von Faber Castell, la Tamitio. He visto que los tinteros de esa marca valen muy caros, por lo que aquí va la consulta: ¿es mejor usar tinta de la marca de la pluma o tal vez una tinta como Waterman, por ejemplo, va bien?
Muchas gracias Pedro y a todos los participantes en este foro ya que siempre aprendo mucho de vosotros.
Saludos.
Juan Martínez (Alicante)
Gracias por tu comentario, Juan. Para esa pluma, puedes usar cualquier tinta de calidad. Hay muchísimas en el mercado y en este blog encontrarás algunas sugerencias, pero casi siempre serán apuestas seguras las Diamine y las Waterman, de buena calidad, gran flujo y precio asequible. un saludo muy cordial.
EliminarMuchas gracias, Pedro.
EliminarUn saludo cordial.
Juan
yo creo que lo que diferencia al coleccionista del aficionado que adquieres plumas, la idea de la colección, es decir se adquieren plumas con una directriz concreta o unos parámetros determinados y se atiene a el. Al contrario los que adquirimos plumas sin una directriz adquirimos las que nos gustan y a veces pueden ser contradictorias.VGL
ResponderEliminarGracias por tu comentario, amigo. Un cordial saludo
EliminarSabias palabras Pedro, como siempre excelente el post. Para los usuarios habituales de plumas, la última no existe. Yo ni me lo planteo. Puedo tardar más o menos, cara o barata lo mismo da, el poder de atracción me supera. Viva la estilográfica.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Javier. En efecto, siempre compramos la penúltima y por eso casi nunca no vale la pena hacer propósito de la enmienda. un abrazo.
EliminarHola Pedro.
ResponderEliminarA mi modo de entender este asunto tan espinoso es 20. Es el límite marcado para mi colección. 20 Ejemplares útiles que son los que, a lo largo del año voy a mantener vivos escribiendo. Y ya llevo 19.
Buen número, Moli; lo difícil es ser disciplinado y cumplirlo. Ya me contarás si te resulta posible. un abrazo
EliminarHombre Haddock que sorpresa.Soy "Juan sinmoto".
ResponderEliminarTengo una pluma "Parker" antigua heredada, en vida, y cuatro reproducciones. Me cuesta lo suyo mantenerlas todas sin que se sequen. Las uso para escribir la agenda diaria.
A falta de volver a vernos me apunto a seguir este blog.
Un saludo.
Hola Juan; es un placer encontrarte por aquí. A veces las aficiones se cruzan, ¿n'est-ce pas? Cuida esas antigüedades. Un abrazo, amigo mío.
EliminarHola Pedro.Los nueve primeros errores son fáciles de evitar,asistido por la experiencia y el sentido común..aunque algún error de entre esos nueve cometí en mi afan de experimentar.Pero aunque la lógica de mi colección sigue siendo razonablemente caótica no veo,gracias a dios, modo alguno de darle fin.
ResponderEliminarUn abrazo de Javier.
En efecto, javier, el último es el perpetuo error de todos los que las amamos.Un abrazo
Eliminarcreo que falta un error bastante estúpido y muy común que es prestarlas. Creo que podés decir mucho al respecto no?
ResponderEliminarsaludos y que blog tan interesante
Gracias por tu comentario, amigo Edgar. Sobre las préstamos ya he tenido ocasión de pronunciame en este mismo blog. Hay teorías a favor y en contra aunque, en última instancia, sería aconsejable tener buenas referencias del prestatario... un cordial saludo
Eliminarhola...
ResponderEliminarsabes que tuve una montblanc hace un tiempo...fue tanto la frustración, no salía la tinta cuando yo lo esperaba...la desarme la cargue,cambie de tinta etc...final de la historia termine doblando la punta.
hace poco más de un mes compre otra mont blanc (pluma).
Algo parecido esta esta sucediendo, pero luego de unos minutos logro escribir sin dificultad, pero yo espero que escriba sin tener que hacer un preludio para escribir, se agota mi paciencia...he pensado adquirir una de otra marca que se yo parker, pelikan...
hace años tuve otra pluma de una marca desconocida...era de fácil escritura casi no tocaba la hoja, hasta que la deje por ahí en un escritorio y desapareció
Pensé luego con los años que si compraba una estilográfico mont blanc, me remontaría a los años que tenia la otro pluma, pero no ha sido así...
tienes alguna idea por lo cual ha sido dificultosa la escritura???
Juan Lorca Pastene
Santiago de Chile.
Psicólogo