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El mito Nakaya

En 1.999,  Toshio Nakata fundó la compañía Nakaya. Nakata es el nieto del fundador de la casa japonesa Platinum y creó la nueva compañía apoyándose en un consciente criterio de ineficiencia.
No se trataba de producir plumas que compitieran con la casa matriz ni con ninguna otra que ofreciera productos mecanizados, sino de crear piezas a mano, sin prisa, y, además, adaptarlas en lo posible a los clientes que las adquiriesen.
Nakata contrató a dos jubilados de Platinum,  Sadeo Watanabe y Kohsuke Matsubara quienes se encargaron de fabricar las plumas. El rasgo distintivo de sus productos no era solo la fabricación a mano o el uso de productos tradicionales como el lacado con Urushi sino, sobre todo, la oferta de adaptar el plumín al gusto de cada cliente. Su lema era "hecho solo para su mano", leyenda que aparece en la caja de madera que se entrega con cada pluma.
En 2002, Russ Stutler, un artista gráfico norteamericano, visitó una feria de estilográficas en Tokyo y descubrió los productos de Nakaya. Quedó fascinado e hizo una reseña de ellos en Pentrace, la web internacional con sede en Irlanda dedicada al mundo de las estilográficas.  El interés por Nakaya creció exponencialmente y pronto llovieron pedidos en el pequeño taller de Tokyo. El éxito era perfectamente comprensible: se ofrecían formidables plumas de ebonita, lacadas a mano con urushi de la mejor calidad, y dotadas de un plumín de oro de origen Platinum totalmente personalizado. A ello se unía una presentación soberbia y un precio más que razonable;  el modelo estándar rondaba por entonces los 300 dólares.



Nakata comenzó a visitar las ferias de estilográficas estadounidenses y para 2004, Nakaya se había convertido en una marca de referencia. Los pedidos se acumulaban  y comenzaron a buscar distribuidores en el extranjero, comenzando por los Estados Unidos, su principal cliente. Actualmente, la compañía ha ampliado enormemente su oferta de productos y ha contratado nuevo personal aunque su idea sigue siendo la original, ahora apoyada en cuatro artesanos principales que se encargan de la fabricación de las plumas. Al mismo tiempo, Nakaya ha reforzado su presencia en las ferias internacionales y se ha convertido en patrocinador de algunos clubs internacionales de estilográficas. La mayor parte de su clientela es norteamericana. Muchos aficionados visitan el taller de la marca en Tokyo como si se tratase de una peregrinación.
Actualmente, el mito Nakaya sigue apoyándose en el carácter artesano de su producción pero, en mi opinión, comienzan a diluirse algunas de las cualidades que tenía porque el criterio de ineficiencia que alumbró su nacimiento y que formaba parte de sus señas de identidad, comienza a mostrar sus debilidades.
Como en todo paradigma comercial, hay un punto en el que es difícil compaginar factores contradictorios. Por ejemplo, no es posible ofrecer un producto casero con una legislación industrial que refuerza la mecanización o el control sanitario. Tampoco es compatible la producción artesanal con una clientela masiva o, por último, es poco probable que a una demanda elevada corresponda una política contenida de precios.



Un poco de todo esto le ha ocurrido a Nakaya en los últimos años. Los aficionados hemos asistido a un incremento de precios que casi alcanza el ciento por cien de los iniciales, hemos experimentado una notable dificultad de comunicación con la casa, han surgido nuevos problemas de entendimiento entre fabricante y distribuidores, aparece una ligera pero apreciable disminución en la calidad de los productos y sufrimos una tremenda demora en el servicio.
Podemos concretar las debilidades de Nakaya de la siguiente manera:

El tiempo de entrega.

Cuando Nakaya comenzó a ofrecer sus productos, el tiempo medio para entregar una pluma era de 30 días. Actualmente, dependiendo del modelo, puede tardar entre cuatro meses y más de un año. Si el cliente desea añadir algún toque personal a su pluma estándar, conseguirá prolongar la entrega casi el doble de lo generalmente estimado.
Yo tengo tres Nakayas: una  Cigar Aka-Tamenuri, una Piccolo Negra, y una Cigar Thick Arai Shu con acabado especial en la boquilla Ishime-Kanshitsu. La primera, comparada en 2003, fue entregada en un mes y medio desde que realicé el pedido. La última, especial, tardó casi un año.

El precio.

Se está haciendo desorbitado sin justificación. Hay instrumentos de escritura terminados en Urushi que cuestan menos de la mitad que una Nakaya sencilla. Si uno pretende cualquier acabado especial, el coste se dispara. Entiendo que cualquier modificación del estándar supone introducir un elemento distorsionador en la cadena artesanal de producción  pero el exceso de precio convierte el producto en poco atractivo. Llegará un momento en que el precio supere al valor y, de momento, comienza a surgir la competencia.

La mecánica. 

Las Nakaya son plumas técnicamente elementales, alimentadas por un simple convertidor. Su belleza radica en el diseño y en el acabado, no en la mecánica.

El plumín. 

Para plumas de esta categoría y precio, el plumín sigue siendo un modesto Platinum de tamaño relativamente pequeño y sin ninguna especialidad salvo su adaptación a la mano de quien lo solicita. Otras marcas japonesas, como Sailor o Pilot, ofrecen plumines infinitamente más avanzados y estéticamente  más logrados.
Si el comprador desea algún plumín especial, Nakaya lo cobra aparte y por un importe muy superior al de, por ejemplo, su casa matriz. Es más rentable comprar una Platinum y cambiar el plumín uno mismo.

El acabado. 

Intachable en cuanto a su concepción, pero comienzan a oírse quejas por defectos en casos concretos. Golpes en el barniz, irregularidades en la terminación, manchas...



El servicio.

No especialmente bueno. Dificultades de comunicación con la casa, falta de respuesta, demoras y poco entusiasmo a la hora de atender quejas. En cuanto a los distribuidores, complejidad en el trámite y falta de coordinación con la casa matriz.Comienzan a recibirse plumas defectuosas que hay que devolver, con los costes que ello supone, y la respuesta de la fábrica se reputa lenta e inadecuada.


Las plumas Nakaya poseen una belleza extraordinaria. Son simples, sobrias, elegantes y originales. Pero las debilides de  la marca pueden erosionar el mito de perfección que parecían haber conseguido.
¿Cuál es el problema de Nakaya?. Parece obvio que su dimensión industrial. Una taller artesanal de cuatro personas no puede abastecer de productos a todo el mundo y, como cualquier economista aficionado puede entender, la presión de la demanda solo puede corregirse de dos maneras: aumentando la producción o aumentando los precios. Lo segundo ya está en marcha y, lo primero, más que a un incremento cuantitativo, conduce peligrosamente a una reducción de la calidad para conseguir mayor productividad.
Como decíamos más arriba, la artesanía está reñida con la producción masiva. Intentar ofrecer muchos productos, todos los colores, el mayor abanico de posibilidades al cliente y una adaptación personal, obliga a tener más trabajadores y muchos medios que, inevitablemente, afectan a la calidad o a la uniformidad del producto. En la producción industrial puede mejorarse el equipamiento o la formación, pero un artesano tiene una capacidad de producción limitada a sus habilidades y al tiempo disponible y ello constituye una barrera infranqueable.
Si Nakaya pretende convertirse en una marca de lujo, seguirá los pasos de Namiki y, si quiere mantener su estándar inicial, tendrá que conformarse con seguir siendo un modesto taller artesanal con clientela reducida.


(Todas las fotografías pertenecen a la página oficial de Nakaya y se usan con fines exclusivamente ilustrativos)


Comentarios

  1. Buenos días Pedro y felicidades por el blog y por este post
    Tengo una duda. Siendo estas estilográficas tan bonitas como son¿Pueden utilizarse diariamente sin perder ese brillo y ese color tan especial? ¿Sirven verdaderamente para soportar un día de escritura tras otro ? Me estoy refiriendo en todo caso a los modelos básicos , entiendo que los modelos acabados con polvo de oro y esas historias son para "mírame y no me toques".
    Muchas gracias Pedro y de nuevo felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario. Desde luego que pueden usarse y, de hecho, el urushi mejora con su uso porque acentúa el brillo. En el caso de los colores en capas, la primera se suele ir desgastando ligeramente para ir acentuando la que está debajo. Esto confiere a la pieza un encanto muy especial. Un saludo muy cordial, amigo mío

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  2. Buen video de reparaciones: https://www.youtube.com/watch?v=qw1myboFTVk

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