sábado, 18 de mayo de 2024

Namiki (2). Lacquer nº 50 y el urushi

 Muchas marcas, incluida Sailor de manera gramaticalmente algo incorrecta, han denominado a alguno de sus modelos "El Rey" o "La Reina". Pero sólo hay, a mi juicio, una pluma estándar que merezca un calificativo mayestático y ésa es la Namiki Lacquer nº 50, o urushi nº 50, que significa lo mismo en japonés. Se trata de un modelo único, bellísimo, gigantesco; no se parece a ninguna otra estilográfica porque todo en ella es singular y, pese a su extremada simplicidad estética, se ha convertido, a mi juicio, en el paradigma del instrumento. En esta entrada tendremos ocasión de conocer más sobre la pluma, en general, y el urushi. Para la siguiente queda un análisis más detallado de esta fabulosa pieza.

En los años en que Japón comenzó a expandirse por Asia, la producción de artículos de lujo se vio severamente recortada de modo que, hasta los años 60 del pasado siglo, el peso cuantitativo de la industria japonesa en el exterior nunca fue muy grande. Las grandes obras maki-e Dunhill-Namiki mantuvieron su prestigio y su demanda, pero siempre en torno a un mercado muy reducido que, en realidad, fue el precursor de lo que luego serían las estilográficas de lujo y la series limitadas de los años 90 en adelante.

Un folleto de la Jumbo 50 de los años 1920. 

En 1985, muy lejos ya de los avatares de la posguerra, Pilot decidió recrear sus antiguas plumas de los años 20 para activar el rentable mercado las plumas de lujo. Para ello, la empresa encargó a Sakai Eisuke que creara un prototipo de pluma de gran tamaño, a imagen de algunos de sus antiguos modelos. Eisuke había sido el líder de un grupo de cuatro artesanos que estaban tras algunas plumas anónimas de las décadas de 1970 y 1980. Estas plumas se conocen ahora como Ban-Ei.

Primitiva pluma de Eisuk en urushi. fuente: vintage fountaipen.co.uk

A partir de los prototipos de Eisuke, Pilot retomó la producción de plumas maki-e y urushi, en la línea de las Dunhill-Namiki de la década de 1920, siendo uno de sus primeros modelos una Jumbo n.º 50 basada en el modelo de los años 1920 que había estado en producción unos pocos años antes de las restricciones provocadas por los conflictos bélicos. 





fotos: shuumura; FPN

El proceso de lacado consiste en la aplicación de numerosas capas de laca pura, sin aceite, en el objeto base, en este caso, la estilográfica de ebonita A continuación, se pule cada capa con carbón vegetal de albura, el más fino y bien curado llamado roiro zumi. Tras la aplicación y pulido de múltiples capas de laca, la superficie queda terminada. Todo el proceso se denomina roiro urushi shiage que quiere decir acabado con laca sin aceite. 

(foto: Pilot)

Como ya sabemos, el urushi es la savia venenosa del árbol de la laca (Toxicodendron Vernicifluum) que crece en Japón, China y Corea. Tiene un color marrón que, al exponerse a la humedad y al aire, se polimeriza formando una sustancia dura y muy resistente, parecida al plástico,  El urushi líquido es muy versátil y puede aplicarse a numerosos materiales como madera, metal, tela, resina, cerámica o ebonita. Está muy extendido su uso en edificios históricos de madera.

Debido a su composición química única y en ambientes húmedos, el urushi se endurece  por oxidación al entrar en contacto con la humedad del aire. Con el paso del tiempo, su dureza aumenta gradualmente hasta convertirse en un revestimiento muy duradero y casi imposible de desprender. el urushi totalmente solidificado se convierte en un recubrimiento duro e impermeable que protege el objeto recubierto de los efectos de los hongos y las reacciones químicas ambientales debidas al calor o la humedad e incluso a los ácidos cáusticos. También es absolutamente impermeable y muy resistente a la abrasión. La combinación de laca urushi con la ebonita, como hace Namiki, tiene por objeto que la pluma sea ligera a la vez que permanece en perfectas condiciones durante muchísimos años.  

Con la exposición natural al aire,  las capas de urushi aumentan gradualmente su transparencia y el material desvela poco a poco los matices y la profundidad de los brillantes colores que hay en su interior.  Lamentablemente, la exposición prolongada a los rayos UV acaba debilitándolo y decolorándolo. En general, conviene tener la precaución de evitar la luz solar directa, la UV y los halógenos. 

El urushi coloreado, como el negro o el shu (rojo), se consigue mezclando pigmentos en el urushi curado. 

La Jumbo de los años 20 apenas se había producido, aunque se intentó comercializar para actos corporativos y regalos especiales como los de la famosa empresa Nomura que regaló un ejemplar a sus empleados. De las manos de Eisuke,  aquella legendaria Jumbo renació como la actual Lacquer nº 50. 

Antiguas Jumbo 50, con y sin anillos. foto: shuumura; FPN

La hoy denominada oficialmente Lacquer nº 50 no debe confundirse con una emperor, pese a que así se las conoce entre muchos aficionados. En Namiki, el nombre emperor, se reserva a las estilográficas con decoración maki-e que, además, no siempre tienen la forma de la 50, con extremos redondeados, sino que cuenta también con extremos truncados en función del motivo de la pieza. 



Soberbios ejemplares contemporáneos de Emperor. fotos: Pilot

La Nº 50 viene exquisitamente presentada en una enorme caja de cartón decorado que se abre dejando paso a una pared abatible.


La caja interior, de preciosa madera ligera de pawlonia, está asegurada con un elegantísimo cordón de color violenta anclado a sendas anillas doradas.

Es muy aconsejable guardar la pluma en esta caja de madera para su mejor conservación porque la madera de pawlonia conserva muy bien la humedad ambiental, manteniendo una temperatura fresca y constante.

En el interior de la caja, además de la documentación, se incluye un frasco de tinta negra de 50 ml, un paño de limpieza y un cuentagotas de cristal con la perilla de goma roja. La presentación es soberbia y hace que el proceso de desempaquetado se convierta en una emocionante experiencia.


La primera impresión al contemplar la pluma es indescriptible. La belleza de esta pieza, en su extraordinaria simplicidad, se multiplica por su gigantesco tamaño y por el brillo de la laca roja que lo inunda todo.

La pluma carece por completo de elementos metálicos, aparte del clip. Tampoco hay marcas ni logtipos fuera de los que aparecen en el mismo.

Existe otra versión de este modelo con dos anillos dorados en el extremo inferior del capuchón. Ambos eran, en realidad, los mismos de la vieja Jumbo 50. A finales de 2015, Namiki decidió eliminar de su catálogo el modelo sin ellos pero la presión de la demanda hizo que lo volviera a comercializar de manera que, actualmente, ambos están disponibles.

(foto: Pilot)

Para mí, la incomparable belleza del lacado hace preferible el modelo totalmente limpio, sin anillos, como el que aquí se presenta si bien ambos son perfectamente tradicionales. En la que no tiene anillos, solo el clip luce sobre el urushi. La profundidad del color hace que la luz refulja sobre la pluma como un sol de primavera y que existan pequeñas diferencias de brillo y color según el grado de incidencia de la iluminación. Quita el aliento.

El lacado está realizado en un vibrante rojo anaranjado, o bermellón, verdaderamente hipnótico. El brillo de la laca urushi es sobradamente conocido, pero la perfección con que está aplicada a la Namiki parece sobrenatural. No hay un defecto por mínimo que sea; tal pareciera que está hecho a máquina y, sin embargo, todo en esta pluma está realizado a mano. 

¿De verdad es tan grande? Aquí la vemos al lado de una Custom Urushi, una pluma de generosas dimensiones, y de una Safari.

Para no hacer demasiado largo el discurso, vamos a dejarlo aquí. Continuaremos con la 50 en la siguiente entrada, no sin antes hacer algunas advertencias y dar algunos consejos sobre el mantenimiento de la laca urushi en estilográficas. 

  • Evitar la luz solar directa, las lámparas de luz ultravioleta y las halógenas. 
  • No sumergir en agua durante periodos prolongados de tiempo.
  • Guardar las piezas en un lugar oscuro con temperatura constante.
  • Evitar los lugares muy secos 
  • No utilizar detergentes o limpiadores abrasivos.
  • No utilizar aceites, abrillantadores o siliconas.
  • Limpiar con un paño suave o gamuza y evitar medios que puedan rayar la superficie de la laca
  • No utilizar lavavajillas, microondas o frigoríficos.

Esperando haber podido mantener el interés de la comunidad de amigos estilófilos, los emplazo a la siguiente entrada, para conocer más detalles de la urushi nº 50.

martes, 7 de mayo de 2024

Namiki (1): Nacimiento de un Mito

 Recientemente me encontraba hablando con un amigo estilófilo al hilo del coleccionismo de plumas y, en un determinado momento, surgió un tema que suele ser habitual entre los aficionados, a saber, si las estilográficas pueden ser objeto de inversión con vistas a un futuro aprovechamiento económico. Creo que ya he tratado esta cuestión en anteriores ocasiones pero, por reducir tan interesante cuestión a una simple dicotomía, la respuesta sería que no. Las plumas, en general, no se revalorizan. Lo hacen algunos modelos por razones no siempre racionales u homologables. A veces es la escasez,  la fama, otras por constituir un objeto histórico, o cualquier otro motivo, por estrambótico que pueda parecer. Como en toda apreciación económica o valor de cambio, en general, el precio final de un a cosa no es un factor objetivo sino que, por el contrario, está sometido a sesgos, prejuicios o tendencias psicológicas no necesariamente racionales (casi me atrevería a decir que , en muchos casos, apenas racionales).

Viene lo anterior a cuenta de que conozco una excepción. Un caso en el que la gran mayoría de los productos de un fabricante han mostrado un índice de revaloración que podríamos denominar constante, es decir, que no solo no han perdido valor respecto a su precio original de compra, sino que lo han incrementado históricamente hasta en varias veces. Este caso es el de Namiki. La mayoría de las plumas de este fabricante, muy concretamente las de gama superior, han experimentado una revalorización creciente hasta el punto de que, por ejemplo, hoy apenas existe mercado secundario y los precios de oferta son, en la mayoría de los casos, francamente desorbitados. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Qué tiene Namiki que no tienen otros? Empecemos por su historia.

Ryosuke Namiki

Ryosuke Namiki se había graduado en la Universidad de Tokyo como marino mercante. Prestando sus servicios como ingeniero jefe a bordo del Ariake Maru, conoció y trabó una fuerte amistad con otro marino. Se trataba de Masao Wada, con quien compartió seis meses a bordo del referido mercante. Ambos estaban entusiasmados con la idea de dar a conocer al mundo los productos y el arte japoneses.

Masao Wada

Namiki dejó la marina mercante en 1906 y comenzó a dar clases en la Universidad de Tokio, donde se había graduado. Allí comenzó a interesarse por los instrumentos de escritura utilizados en la cartografía naval. Las estilográficas ya habían despuntado como gran novedad en el mundo de la escritura y Namiki pronto se concentró en el diseño y producción de plumines de oro, un material que no se utilizaba en las plumillas tradicionales. El principal problema de los plumines para estilográficas era el diseño y la búsqueda de un material idóneo para la punta, ya que  se pretendía que el plumín durase y no hubiese que cambiarlo como ocurría con las plumillas tradicionales de acero.  Namiki comenzó a utilizar lo que denominó Iridosmine, una aleación natural de iridio y osmio proveniente de Hokkaido, caracterizada por una gran dureza y elevada resistencia a la corrosión. 

Uno de los primeros plumines Namiki

 Pese a este hallazgo, las dificultades para mecanizar un plumín de oro viable hicieron que los trabajos de Namiki estuvieran al borde del fracaso hacia 1916. Escribió entonces  a Wada pidiendo ayuda. Wada también había abandonado la marina para dedicarse con mucho éxito a los negocios. Sin pedir más explicaciones, Wada envió a Namiki la entonces enorme cantidad de 5.000 dólares que sirvió para que Ryosuke, apenas tres meses más tarde de recibir el dinero, produjera el primer plumín de oro enteramente japonés. Wada se entusiasmó con el proyecto y fundó con Namiki una compañía mercantil destinada a la fabricación de estilográficas. 

Cartel de la marca

La Namiki Manufacturing Co. Ltd. se fundó el 27 de enero de 1918.  La compañía utilizó la marca Pilot y el logotipo de un salvavidas. Se trataba, obviamente, de sendos homenajes a la profesión de sus fundadores y, al mismo tiempo, a la condición de líderes del sector a la que aspiraban. 

A partir de 1900, para el cuerpo de las plumas estilográficas era normal utilizar el material llamado "ebonita", una combinación de azufre y caucho, . Sin embargo, aunque la ebonita mostraba tolerancia hacia la tinta, tenía el defecto de cambiar de color y perder su brillo con el tiempo, la humedad y la exposición a la luz. A Namiki se le ocurrió que el lacado del material podría evitar estos problemas y, de paso, le daría más lustre y belleza. Para ello, decidió utilizar  urushi, una laca tradicional japonesa  que ya era famosa en todo el mundo, y que se aplicaba a muchos objetos. El proceso de lacado se patentó como Laccanaita, tanto en Japón como en Estados Unidos.

Patente de la laccanaita

Con el objetivo original logrado, Namiki pensó que, si iban a usar el urushi, también podrían usar la técnica de trabajo de laca Maki-e en el plumas estilográficas. Esto constituyó una absoluta novedad porque las estilográficas de lujo en los países occidentales de la época estaban construidas con metales preciosos y  lo habitual era decorar los cuerpos de las plumas con elaboradas técnicas y diseños de labrado en metal. Pero la combinación de fuerza, resistencia y belleza que aportaba el maki-e sobre urushi, una técnica asociada al Japón, iba a convertirse pronto en una auténtica revolución para la industria.


Algunas de las primeras plumas Namiki

En 1926, Namiki ya había contactado con el mejor maestro japonés de maki-e, el célebre Gonroku Matsuda (1896–1986) a quien puso al frente de los diseños de la firma. 

Gonroku Matsuda

Namiki y Wada seleccionaron algunas plumas diseñadas por Matsuda y se embarcaron en un viaje a países occidentales para desarrollar su mercado. En 1925, consiguieron un pedido de una importante empresa de Londres, y en 1926, se abrió la Oficina PILOT en la calle Bishopsgate de Londres. en ese mismo año, Namiki abrió tiendas en Nueva York, Shangai y Singapur. A partir de entonces, las plumas Namiki iban a estar decoradas en taka-maki-e (dibujo en relieve);

Ejemplares tempranos de plumas maki-e

Para 1930, la marca Namiki ya era bien conocida en Londres y, en ése año, Namiki consiguió, finalmente, firmar un contrato de distribución mundial con la londinense Dunhill, una famosa empresa proveedora de la casa real británica y muy bien implantada en el sector del lujo. A partir de este momento, la marca "Dunhill-Namiki Fountain Pen", adquirió fama mundial. En brazos de la poderosa capacidad de distribución de Dunhill,  Namiki comenzó a jugar un papel protagónico en la industria de la estilográfica


Cena de celebración de la firma del contrato

Tras la firma del contrato con Dunhill, se impuso la necesidad de contar con un equipo artístico acorde con la empresa, de manera que Matsuda creó un grupo de maestros de maki-e con la intención de conseguir los mejores productos. Este grupo fue llamado Kokkokai, que podría traducirse por sociedad de la luz nacional.  La frase concreta de Namiki fué: "De la misma manera que el sumo es el deporte nacional de Japón, el Maki-e es la luz de la nación".

Ejemplares grandes 

El taller de trabajo del kokkokai

El altísimo nivel del Kokkokai produjo obras maestras sin parangón.

 
A partir de entonces, la empresa Namiki se convirtió en símbolo de excelencia y, de paso, en divulgadora del arte japonés.  Todo lo que hoy conocemos como maki-e aplicado a la estilográfica fué inventado por  Namiki. En 1938, el fulgurante éxito de la empresa provocó un cambio de nombre, más internacional, que fue el de Pilot Pen Co.



Pilot extendió su marca hacia otros productos, no solo estilográficas. Sus patentes e inventos llenarían un buen puñado de páginas, pero me limitaré a dar noticia de algunos de los más relevantes.

En 1959, Pilot fue el primer fabricante de rotuladores de base oléica.


En 1963, Pilot patentó la primera pluma retráctil, la famosísima Capless, luego Vanishing Point. Constituyó una auténtica revolución y aún continúa siendo una pluma fascinante.


En 1966,  Pilot inventó las pizarras blancas de rotuladores, una herramienta que acabó con las tradicionales pizarras de tiza y que hoy son omnipresentes en el mundo de la enseñanza y de la empresa.

En 1968, Pilot lanza la Elite, una pluma de bolsillo que se convirtió en todo un modelo universal.


En 1977, Pilot pone en el mercado la primera tableta de escritura magnética.


En 2024, Pilot Pen Co. es una empresa con más de 120.000 millones de facturación. Su liderazgo en la industria japonesa del sector va acompañado del mismo espíritu de innovación, creatividad y excelencia que guio sus pasos desde el comienzo. En el ámbito de las estilográficas, la marca Namiki, dotada de entidad y personalidad propias, ha mantenido la soberana calidad y belleza de sus productos hasta convertirse en una referencia absoluta.

Concluimos aquí este breve paseo por el nacimiento de Namiki. La única marca cuyos productos de alta gama, sin excepción, son globalmente demandados, se agotan invariablemente y se revalorizan cada día que pasa. El kokkokai sigue en la brecha.

En el siguiente capítulo, examinaremos en detalle uno de los modelos base de la marca de la mítica clase Emperor. La urushi nº 50. 

Todo el material gráfico utilizado pertenece a Pilot Pen Co.