Entre 1876 (Las Aventuras de Tom Sawyer) y 1885 (las Aventuras de Huckleberry Finn), la fama del genial escritor se había disparado hasta convertirle en una figura de enorme éxito y popularidad. En los albores del Siglo XX, cuando Twain ya era todo un personaje nacional, fue contratado por Conklin para ser la imagen de la marca.
No es posible saber si Twain hablaba bien de las Conklin por haber sido contratado al efecto, o porque verdaderamente lo pensaba. Teniendo en cuenta la grandísima calidad de aquellas estilográficas, es probable que, además de cumplir con sus obligaciones publicitarias, lo creyera de verdad. Esta era su famosa frase referida a la Crescent Filler:
“Prefiero una sola Conklin a otras diez plumas cualesquiera, porque lleva su cargador en el estómago y no puedo extraviarlo ni queriendo. También la prefiero porque me ahorra blasfemias dado que no puede rodar al suelo desde la mesa."
Lo cierto es que las Conklin se hicieron tan famosas y se vendieron tan bien como los artículos y o ras de ficción del genial escritor, periodista y humorista. No es de extrañar dada la extraordinaria calidad de estas plumas y su belleza, derivada en gran medida de la técnica del guilloqueado que se introdujo para adornar la anodina ebonita negra típica de las primeras estilográficas.
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