sábado, 21 de noviembre de 2015

Estilográficas: de la herramienta a la joya

La idea de que un instrumento práctico pueda resultar a la vez bello, no es ni mucho menos un fenómeno extraño. Artes tan consagradas como la música, la pintura o la arquitectura, no dejaban de ser consideradas -en buena medida- productos de consumo que tenían una aplicación práctica, bien para amenizar actos oficiales, bien para conseguir un retrato fiel de una persona, bien para servir como viviendas.  Los artistas de cámara no eran sino funcionarios mediocremente pagados a los que no se les apreciaba por su genio creativo sino por su buena técnica y, sobre todo, por su fidelidad a los deseos y necesidades de quienes les contrataban.

Pero la artesanía ha sido siempre el mecanismo por el que un objeto práctico resultaba, al mismo tiempo, hermoso. Este fenómeno, casi tan antiguo como el hombre, se debe a que gustamos de adornar nuestras herramientas cotidianas con adminículos superfluos desde el punto de vista práctico pero que reportan una satisfacción estética determinada. Es un rasgo típico de la naturaleza humana que se extiende desde el menaje de cocina hasta las armas de guerra o la talabartería.

Los instrumentos de escritura no escapan a esta influencia, lo cual se ha materializando especialmente a lo largo de los últimos cien años. Hasta entonces, los cálamos, plumas de ave, cañas, etc, no eran más que herramientas de origen natural a las que poco se podía añadir en concepto de adorno dado que eran, esencialmente, perecederos. Los detalles artísticos se reservaban para tinteros, cajas, soportes o estuches, que sí podrían ser utilizados durante mucho tiempo.

(La mítica Waterman Ideal #15. c. 1900. foto: vintageflex)

Pero la llegada de una herramienta duradera como la estilográfica supuso un cambio radical en esta percepción y los instrumentos de escritura, como la mayoría de objetos personales reutilizables, se convirtieron en plataformas estéticas donde el artesano volcaba su conocimiento y sus habilidades artísticas para hacer de lo simplemente cotidiano, además, un objeto hermoso. Y de la misma manera que los orfebres del mundo antiguo embellecían peines, alfileres, espejos y armas, las estilográficas se llenaron de metales preciosos y los plumines se decoraron con armoniosos grabados.

(Una Todd de 1880. foto: vintageflex)

Muchos se ha andado desde aquellas primeras plumas negras de ebonita; tras los primitivos overlays italianos, aparecieron nuevos materiales que multiplicaron la oferta de colores y enriquecieron las cualidades estéticas de las estilográficas a lo largo de las décadas, hasta el reciente descubrimiento de que la estilográfica podía ser, por encima de todo, un objeto precioso, coleccionable, un objeto que valía más por su condición de joya que por su limitada funcionalidad. Este es el mundo que vivimos hoy en día y al que se dedican, en mayor o menor grado, todos los grandes fabricantes, especialmente los más antiguos y clásicos.
(La pluma más cara del mundo. foto: aurora)

Pero esta abstracción funcional de la estilográfica en beneficio de su condición de objeto precioso, no ha podido hasta la fecha con su vertiente práctica y funcional. Pese a todo, algunos fabricantes -especialmente japoneses- siguen ofreciendo lo mejor de los dos mundos, de forma que el estilófilo puede adquirir objetos funcionales y objetos bellos o, mejor aún, ambas cosas. No todo está perdido.

28 comentarios:

  1. Interesantísimo debate el que nos propones, Pedro. Supongo que pocos han podido tener en sus manos "joyas" así para probar su escritura y apreciar si verdaderamente merece la pena pagar cientos, miles o vete a saber cuántos euros por una pluma estilográfica. ¿Merece la pena pagar por un cuadro de Rubens más de 100 millones de euros? ¿Merecía la pena pagar, hace no tanto, decenas de miles de euros por un piso de 30 metros en cualquier capital pequeña de provincia? ¿Merece...? Tanta incógnita me concita una reflexión. Supongo que muchos habréis leído ya la noticia sobre las famosas plumas estilográficas custodiadas en Suiza por algún que otro político impúdico. Seamos leve en el calificativo pues sigue siendo inocente hasta que la justicia, lenta, sentencie. Quedémonos con el dato objetivo: la existencia en una caja fuerte de varias plumas con un precio desorbitado. A razón, claro, del lujo y la exclusividad de las piezas. Creo que ya ha sido motivo de algún comentario en este blog pero me temo que esto se está convirtiendo en otro burbuja más, donde el oro, los diamantes y sus primas de orden mineral (me temo que sin efectos prácticos para el desempeño de una estilográfica –sin incluir el plumín–) imperarán a sus anchas. Quizás muy pronto veamos a ciertas casas de subastas neoyorquinas o londinenses subastando el lote número 51: una re-edición única de una Parker 51 con incrustaciones de lapislázuli, ámbar y diamantes, plumín áureo obtenido de un lingote único del oro de Moscú encontrado por Mortadelo y Filemón... La subasta comienza con el precio de...
    Retomando la seriedad del asunto, y pido disculpas si he parecido demasiado frívolo, aprovecho para comentar a Pedro y demás seguidores que he dejado un pequeño comentario sobre la Ohto Dude. Por si fuera de vuestro interés. Está aquí: http://elpajareteorquidiado.blogspot.com.es/2015/08/las-10-mejores-plumas-de-cartucho.html

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    1. Gracias por tus reflexiones, Santiago. Todas son preguntas sobre las que merece la pena reflexionar y obtener nuestras propias conclusiones. Este era el principal objetivo de la cuestión que he planteado.Un saludo muy cordial

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  2. Me intriga ver qué va a pasar con los relojes. Ahora mucha gente usa el móvil como reloj. Igual el móvil va a ser el bolígrafo de los relojes y se empezarán a fabricar relojes joya más que relojes funcionales.

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    1. Y con tantas cosas, Rafael. Yo creo que siguen una línea muy parecida a la de las estilográficas. En cuanto al futuro, todo puede suceder. un abrazo

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    2. En mi opinion, los relojes mecanicos iran a mas como un objeto de joyeria, sobre todo masculina, mientras que sus primos digitales seran abandonados en favor del movil o el smartwatch (perdon por el anglicismo. Es un proceso similar al de las camaras compactas abandonadas por las mejores prestaciones de las camaras de los moviles. En cambio las camaras profesionales seguiran existiendo y yendo a mas.

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  3. Pues yo debo de ser rarísima, pero esas plumas tan recargadas no me gustan nada. Una pluma sencilla, elegante, y, evidentemente, funcional es la que puede ganarse mi corazón :P

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    1. No puedo por menos que estar de acuerdo. Un saludo.

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    2. Esa es mi opinión Bettie aunque hay un terreno intermedio que resulta, a veces, muy difícil de deslindar. Un fuerte abrazo

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    3. No puedo por menos que estar de acuerdo. Un saludo.

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    4. Personalmente tampoco me agrada tener una "joya" entre manos cuando utilizo algo que, en el fondo, es una herramienta o útil de escritura. Ciertas piezas no son otra cosa que una obra de joyería con forma de estilográfica, como podrían adoptar cualquier otra (forma de navaja o de campana, por ejemplo).

      Esto no quiere decir que sea austero en mis gustos o desdeñe el diseño, ni mucho menos. Antes al contrario, me gustan como al que más las estilográficas de hermoso diseño y, en ocasiones, de materiales valiosos. Pero creo que ese diseño debe seguirse de su funcionalidad. Por ejemplo, me encantan las líneas austeras de las japonesas (adoro mi Nakaya o mi Sailor Imperial Black); o de la Lamy 2000, especialmente la de acero cepillado. Pero no sé si le veo sentido a una estilográfica con acabados Maki-e que me daría miedo usar para escribir, por hermosas que sean... porque de hermosas acabarían en una vitrina.

      Algo no es más bonito -necesariamente- por incrustarle piedras preciosas... me pasa como a Bettie.

      Pero, naturalmente, en esto como en todo, hay una verdad casi absoluta: la percepción del valor es totalmente subjetiva. Si tuviera esa Aurora probablemente la vendería... para el que no haya hecho la cuenta, con ese dinero podrías comprarte 2.500 Nakayas (y aún te sobraría para unas cuantas Lamy Safari para llevar al trabajo :-))

      Salud.

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  4. Coincido con Bettie. Me gustan las plumas funcionales, unas veces serias y solemnes, otras informales y coloridas. Las plumas-joya no me gustan... y las joyas que me gustan suelen ser, también, muy sencillas. Quizás es que no tengo madera de coleccionista. Mis plumas las compro para usarlas. Unas las cargo con tinta de un color, otras de otro; unas para llevarlas ecnima, otras para el escritorio. Pero todas deben servirme para escribir. Mejor: para deleitarme escribiendo.

    La comparación que arriba han hecho con otras obras artísticas no es, en mi poinión, del todo acertada. Ni Rubens ni Van Gogh pretendían ganar lo que hoy se puede pagar en una subasta por sus maravillosas obras. Pero si los de Aurora frabrican la pluma más cara del mundo -si es que es así- está claro lo que pretenden. No se lo critico. Seguro que tienen su público. Pero yo no pagaría algo así por una pluma, ni aunque tuviera ese dinero... ¿Dónde ponemos el límite? Cuestión de gustos y de capacidad económica. No hay una manera objetiva resolver el tema. Pero, en general, me gusta que los creadores de estos deliciosos artefactos tengas presente para qué ha de servir una pluma.

    Un saludo a todos y buen fin de semana. Un placer leeros.

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    1. Gracias por tus interesantes reflexiones Nauta que estoy seguro de que servirán para reconsiderar algunas cosas. Un fuerte abrazo.

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  5. Absolutamente de acuerdo: creo que muchos de los aquí ciberpresentes preferimos deleitarnos con la escritura y utilización de estos bellos instrumentos. ¿Si no para qué?
    En cuanto a la cuestión artística, sería un largo debate en un espacio que no corresponde. Mea culpa. Fui yo quien lo saqué con una errónea comparativa. No obstante, como el tema me resulta cotidianamente cercano, no estaría de mal preguntarse el por qué de la cruz roja en el pecho de Velázquez en Las Meninas, o qué le regalaron Felipe IV y Carlos I de Inglaterra a Rubens por sus maravillosas obras... Sumergirse por la Historia puede resultar tan reconfortante como una buena tarde de escritura con estilográfica y papel.
    Por lo demás, sigamos aprendiendo y disfrutando.

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  6. En mi caso particular lo que más valoro en una pluma es que convierta el acto de escribir en un acto placentero y para ello es condición imprescindible que escriba muy bien. Valoro también la estética de la pluma y los materiales con que está fabricada, pero creo que es un despropósito el precio que alcanzan algunas plumas.

    Hace poco, paseando por la ciudad en que vivo, vi expuestas unas plumas en el escaparate de una joyería. Creo que el lugar natural de una estilográfica debería ser siempre una tienda de artículos de escritura. Aunque el precio de las susodichas justificaba su presencia en aquel escaparate.

    La pluma más cara que he utilizado ha sido mi Lamy 2000, una pluma que me encanta y que creo que escribe realmente bien. Nunca he usado, ni siquiera he tenido en mis manos, una de esas plumas fabricadas con materiales preciosos. No sé si escriben tan bien como mi Lamy. Pero si no fuera así, si su desempeño como útil de escritura no estuviera a la altura de las mejores plumas del mercado, lo consideraría una falta de respeto a las estilográficas.

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  7. La historia me apasiona, Santiago. Si, además, la vas siguiendo en buenos libros y tomando notas con una pluma de confianza, ya ni te cuento. Y sí, desde luego la implicación dinero/arte siempre ha estado ahí, de una manera u otra, cambiando según las épocas.

    Pero, en realidad, el tema deriva de la interesante intervención del Sr. Haddock. Y el hilo que ha planteado Rafael R. P. también tiene su interés: ¿Será que, cuando algo deja de ser eminentemente utilitario entra en una especie de proceso de "estetización", hasta el extremo de que lo estético gane sobre lo práctico? No sé. Supongo que no del todo. Porque, de hecho, todavía quedan plumas -y muchas- con las que se puede escribir. Y sobre las que hablar (en blogs como este, por ejemplo). Afortunadamente.

    Un saludo.

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    1. La belleza de lo cotidiano es una constante en la historia del hombre. Es curioso pararse a examinar qué parte de un objeto es útil y qué otra es bella. un saludo

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  8. A mí me gustan las plumas sobrias, ni que decir tiene sabiendo que la mayoría de las mías son "viudas". Sin embargo, también creo que hay un hueco para las plumas "trabajadas".

    Puede que la Aurora "más cara del mundo" sea estrambótica y nada útil para su uso, pero... ¿En serio una Waterman con su filigrana de plata o de oro sobre la negra ebonita no es algo hermoso? ¡Y útil! Puesto que en esa época era usada de manera cotidiana. Simplemente era una muestra más de lo que la clase pudiente se permitía, un símbolo de estátus además de algo que usar.

    Hoy en día no tenemos en nuestras casas portalones de maderas nobles finamente trabajados por ebanistas, por lo mismo que tampoco tenemos este tipo de plumas... Y sin embargo, no todo es la utilidad, la belleza también ha de tener su lugar :)

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    1. Sabias palabras, amiga mía. Un abrazo

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    2. De cauerdo con tu comentario, Papish. Cuando belleza y utilidad se unen, ambas se refuerzan. Lo complicado, co mo dice Haddock en otra entrada, es deslindar el terreno intermedio. Es complicado, pero también hermoso y divertido. Un saludo.

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    3. Ojo, no confundamos "belleza" con "ostentación", una pluma puede ser bella y cara, y a la vez ser sobria y práctica, nada que objetar en estos casos, sólo hay que felicitar a quien se la pueda permitir.

      Pero en la mayoría de los casos, y esa Aurora no es una excepción, el excesivo trabajo de joyería suele convertir las plumas en auténticos catálogos de lo hortera. Su finalidad desde luego no es ser útil, ni siquiera ser bella, sino única y exclusivamente destacar la capacidad económica de quien la compra.

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    4. En mi opinión, hay un tipo de belleza más sutil y otra que se basa, ante todo, en lo llamativo. Soné estéticas diferentes que han dado lugar a ejemplos históricos de todo tipo.

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  9. Para poner mi granito de arena en esta intetesante discusión: yo prefiero las plumas sobrias y sin aditamentos. Lo cual no quita para que admire (y desee) determinadas piezas que se salen de ese criterio general. Montblanc Hemingway, Agatha Christie por ejemplo. O la desorbitada Montegrappa Batman (Joker no puede aspirar a menos hahahah). O la Sheaffer Roaring Twenties. Y como sobria pero de momento inalcanzable: Pelikan 1931 white gold doubleé. Bueno y alguna más... Pero por el momento, me deleito con "joyas alcanzables" como mis Parker 45 o 75, a la espera que los Reyes Magos me obsequien con alguna japonesa de las que viene recomendando el capitán y su honesta y fiel tripulación. Un cordial saludo a todas\os.

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    1. Buen planteamiento, amigo mío. Espero que los Reyes atiendan tus deseos. Un cordial saludo

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  10. Muy bueno el debate sobre la contraposición entre utilidad-belleza... En lo personal he gastado una pequeña fortuna en estilográficas bastante "decentes" y tradicionalmente buenas, la mayoría alemanas y modernas, aunque ninguna de "alta gama" ni excesivamente cara. Todo iba bién hasta que me puse a fabricar yo mismo mis propias tintas ferrogálicas según recetas medievales... Voy a resumir: hoy no cambio una Meistertucker por ninguna de mis cajitas repletas de plumines Baignol-Farjón, o Myers o Perry celosamente custodiadas, ni mucho menos por la tinta excelente que he logrado hacer después de cuatro años de prueba-error: son únicas, son originalísimas, densas, muy intensas y dóciles al plumín de acero. No se las lleva el chorro de agua de una canilla de bomberos, soportan la fricción y el rozamiento. Estarán mil años después de que yo me largue de este mundo... y la los cuatro componentes básicos les he agregado más de 20 extras, siempre en la búsqueda y la exploración contínuas. Una de estas variantes es brillante, cosa que obtuve por casualidad (buscada) y puro divertimento: la tinta brilla como metal refulgente. Si alguien quiere más datos, escríbame.¡Es Muy bueno el blog, muy agradecido por los esfuerzos de investigación y difusión!

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    1. Gracias por tu comentario Endriago y especialmente por tu información y ofrecimiento sobre las ferrogálicas. Eres todo un especialista y te felicito. Espero seguir viéndote por aquí. Un cordial saludo

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  11. En este debate todo tiene su circunstancia. Yo no soy amante de las plumas joya, pero a veces tienen un valor simbolico y sirven para dar realce a una ocasion especial. Cuando nos prometimos, mi esposa tuvo la feliz idea de regalarme una de estas plumas joya como regalo de pedida. Aparte de ser un objeto muy bonito, se ha convertido con el tiempo en un simbolo de lo que nos une. Para mi tiene un valor sentimental y emotivo que la distingue de todas las demas plumas que tengo. Tambien es verdad que no tengo ninguna otra pluma de estas caracteristicas, ni quiero, pues esta es unica como unica fue la ocasion de su adquisicion.

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    1. Gracias por compartir una experiencia que casi todos hemos tenido, amigo Trevor, y que llena de significado algunos objetos especiales. un saludo

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