En España hubo una empresa valenciana que fabricó tinta hasta los años 6o del pasado siglo, momento en que sucumbió, como tantas otras, bajo el empuje irresistible del bolígrafo. La empresa se llamaba Tintas Samas y había sido fundada en por Cesar Giorgeta Kermaschii, madrileño de pro pese a sus apellidos.
César había empezado a trabajar en el mundo de la papelería en 1882 como representante en España de la tinta francesa "Ville de Paris" para lo cual estableció una delegación en Valencia.
En 1884, Giorgeta decide abandonar la delegación y fabricar su propia tinta con agua que recogía directamente -dice la leyenda- de la fuente existente en la Plaza Rodrigo Botet de la capital valenciana.
Cuando los hijos de Giorgeta comienzan a trabajar, la marca experimenta una gran expansión comercial. En 1890, ya girando bajo el nombre comercial de Tintas Samas -que carece de significado- la familia construye una gran nave a las afueras de Valencia con más de 9000 metros cuadrados de superficie y numerosos empleados.
En 1916 fallece César Giorgeta y su mujer continúa al frente del negocio, ahora bajo el nombre "Viuda de César Giorgeta e hijos", y con el mismo éxito que antes hasta que, a mediados de los 50, comienza el declive de la estilográfica que abocó al cierre de la empresa poco tiempo después.
César había empezado a trabajar en el mundo de la papelería en 1882 como representante en España de la tinta francesa "Ville de Paris" para lo cual estableció una delegación en Valencia.
En 1884, Giorgeta decide abandonar la delegación y fabricar su propia tinta con agua que recogía directamente -dice la leyenda- de la fuente existente en la Plaza Rodrigo Botet de la capital valenciana.
Cuando los hijos de Giorgeta comienzan a trabajar, la marca experimenta una gran expansión comercial. En 1890, ya girando bajo el nombre comercial de Tintas Samas -que carece de significado- la familia construye una gran nave a las afueras de Valencia con más de 9000 metros cuadrados de superficie y numerosos empleados.
En 1916 fallece César Giorgeta y su mujer continúa al frente del negocio, ahora bajo el nombre "Viuda de César Giorgeta e hijos", y con el mismo éxito que antes hasta que, a mediados de los 50, comienza el declive de la estilográfica que abocó al cierre de la empresa poco tiempo después.
Tintas Samas fabricó muchas clases de tinta y alguna de las más curiosas son las de polvo. El sistema de la tinta seca que tan famoso se hizo gracias a la singular Aurora Etiopía no era en absoluto original. Nuestra entrañable Samas vendía sus pobrecitos de polvos o pastillas desde los años 10 del Siglo XX. La idea era muy simple y consistía en fabricar el tinte en polvo que, una vez mezclado con agua normal, se convertía en tinta. El sistema facilitaba el transporte de la tinta y, sobre todo, su conservación.
Es difícil encontrar hoy tintas antiguas. Pues bien, en una viejísima papelería de pueblo, casi por milagro, he podido encontrar algunos restos de esta industria española hoy perdida. No sólo tintas líquidas sino también una buena cantidad de sobres de tinta en polvo o en pastillas y muchos otros productos de papelería ya olvidados como los lapiceros copiativos, cuadernos viejos y pizarrines.
Aquí vemos un sobre de tinta Samas y dos de Tinta Fix, una marca de Barcelona que fabricaba Tintes Ballarín. Aún había otra marca de tinta en polvo, la Milaco, aunque no he conseguido ninguna otra información sobre ella.
Aquí podemos contemplar una buena colección de plumillas.
Lápices copiativos con sus capuchones metálicos junto con una tiza especial para pizarrín.
Un fantástico surtido de tinta en polvo en sobrecitos individuales. La caja que las contiene es la original en la que se distribuían. Adviértase la gran variedad de colores.
Más lápices copiativos
Una respetable colección de viejos tinteros.
Contemplé todos estos objetos como si fueran tesoros y los tuve en mis manos como quien sostiene un bebé. Si no fuera porque los precios no era precisamente baratos, me lo habría llevado todo porque son reliquias de un tiempo pasado que a veces, nos aguardan en los anaqueles de una tienda inesperada.
Que interesante!! Nunca lo había visto!
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu comentario Zaida!
EliminarHola, sé dónde está esa tienda y no le debe quedar mucho de vida. Las hermanas que la regentan son una institución en el pueblo (que en realidad no es pueblo, sino ciudad) y, en efecto, tienen esos restos a un precio exorbitante. La última vez sumé un tinterito Pelikan y un sobrecito de tinta en polvo, para mi colección. La de veces que habré entrado en esa tienda cuando era pequeño! Buen recuerdo, gracias.
ResponderEliminarGracias por tu comentario FPC y enhorabuena por vivir en esa maravillosa y recoleta ciudad (y muy noble, por cierto). Es una pena lo del corto futuro de la tienda que, como tú, preveo cercano. UN saludo muy cordial
EliminarHola.
ResponderEliminarCuando era pequeño compré varios sobres de tinta en pastillas en una papelería del barrio a punto de cerrar y el otro día encontré algunas.
Mi pregunta es: si uso esta tinta tras disolverla en agua ¿la puedo usar en una pluma sin peligro de que se me estropee? Las tengo en varios colores y me gustaría mucho poder usarlas, en tiempos las usaba con el plumín y mojando como antiguamente, que me hacía muchísima ilusión.
Un saludo a todos.
No puedo garantizar el resultado de la tinta reconstituida aunque, en principio, no debería haber problema. En todo caso, vigila bien su desempeño y carga muy pequeña cantidad a ver cómo se desenvuelve. Al menor atisbo de solidificación o poca fluidez, limpia la pluma. Un saludo cordial y gracias por tu comentario, amigo mío.
EliminarMuchas gracias, Pedro, probaré en alguna pluma china de las baratas a ver qué resultado da.
EliminarUn saludo