Hace ya algunos meses traté ligeramente (vid. El Mito Nakaya) la producción de bienes de consumo como un proceso sometido a ciertos límites y principios económicos generalmente desconocidos para el gran público pero de gran interés a la hora de entender cómo funciona el mundo de la empresa, cuáles son los elementos básicos de la producción y porqué ciertas cosas pasan o dejan de pasar.
Bungbox es una pequeña papelería de Hamamatsu, en Japón. Entre otros muchos productos, distribuye unas tintas fabricadas por Sailor pero etiquetadas con su propio nombre como Bungbox Inks. Lo más llamativo de esta colección es su precioso tintero alargado. Desconocidas fuera de Japón hasta 2015, aparecieron, de repente, a raíz de numerosos pedidos por parte de diversos grupos de compra colectiva formados en foros de los Estados Unidos, especialmente Reddit.
(foto: Bungbox)
La explosiva demanda de estos grupos, dirigida a una tienda con escasa capacidad de reacción, hizo que la empresa suspendiera las ventas en Mayo del presente año y anunciara su reanudación a partir de octubre incrementando, eso sí, el precio, desde los 18 dólares por cada uno de sus elegantes frascos de cristal. hasta nada menos que 27. Es el doble de lo que cuestan las tintas de Sailor con lo que Bungbox se alinea con marcas de lujo como las Iroshizuku, Caran d'Ache o Faber Castell.
¿Qué ha ocurrido? pues lo mismo que con Nakaya: ante un incremento desorbitante e inesperado de la demanda, la oferta solo puede reducirse subiendo precios y/o incrementado la producción. Subir precios frena la demanda manteniéndola en los límites de la producción. Al mismo tiempo, el vendedor intenta aumentar la producción para alcanzar las necesidades de la demanda.
(foto: Bungbox)
El problema, como apuntaba el economista Jonathon Deans, es saber si la gran demanda será temporal o permanente. En el primer caso, la subida de precios y el exceso de inversión en los factores de producción se volverá contra la empresa. Sólo en el segundo caso la solución es correcta aunque lo difícil es anticipar de cual se trata.
En el caso de Nakaya, la demanda parece haberse vuelto permanente aunque la inversión en factores productivos haya sido pequeña. Sin embargo sí se ha advertido un sustancial incremento de precios para contener los pedidos, y, al mismo tiempo, un descenso en la calidad final del producto que, forzosamente, ha de fabricarse con métodos más baratos -reducción de costes- que, en este caso, significan menos mano de obra y más acabados mecánicos.
(foto: Bungbox)
En el caso de Bungbox, la decisión es más compleja pues la demanda de tintas tiene mucho de moda y de explosión inicial. Una vez adquirido algún frasco, el usuario no suele comprar muchos más ni cada poco tiempo. Este fenómeno es el que legitima, en gran medida, las ediciones especiales de lo que sea: tintas, cuadernos, estilográficas o camisetas. Se aprovecha el tirón inicial, el deseo de lo nuevo o el coleccionismo y, como se sabe que no durará mucho, se fabrica poco tiempo, se cierra la producción y se empieza de nuevo. Es lo que pasa, por poner otro ejemplo muy conocido, con las colecciones por fascículos que apenas suele seguir nadie hasta el final, pero cuyos primeros números se agotan en horas. En eso consiste el negocio.
El paradigma Bungbox es el de la búsqueda del equilibrio entre la oferta y la demanda y cómo los fabricantes intentan restituirlo con las políticas de precios o de producción. Todo esto es lo que explica muchas cosas y justifica otras.
Bungbox es una pequeña papelería de Hamamatsu, en Japón. Entre otros muchos productos, distribuye unas tintas fabricadas por Sailor pero etiquetadas con su propio nombre como Bungbox Inks. Lo más llamativo de esta colección es su precioso tintero alargado. Desconocidas fuera de Japón hasta 2015, aparecieron, de repente, a raíz de numerosos pedidos por parte de diversos grupos de compra colectiva formados en foros de los Estados Unidos, especialmente Reddit.
(foto: Bungbox)
La explosiva demanda de estos grupos, dirigida a una tienda con escasa capacidad de reacción, hizo que la empresa suspendiera las ventas en Mayo del presente año y anunciara su reanudación a partir de octubre incrementando, eso sí, el precio, desde los 18 dólares por cada uno de sus elegantes frascos de cristal. hasta nada menos que 27. Es el doble de lo que cuestan las tintas de Sailor con lo que Bungbox se alinea con marcas de lujo como las Iroshizuku, Caran d'Ache o Faber Castell.
¿Qué ha ocurrido? pues lo mismo que con Nakaya: ante un incremento desorbitante e inesperado de la demanda, la oferta solo puede reducirse subiendo precios y/o incrementado la producción. Subir precios frena la demanda manteniéndola en los límites de la producción. Al mismo tiempo, el vendedor intenta aumentar la producción para alcanzar las necesidades de la demanda.
(foto: Bungbox)
El problema, como apuntaba el economista Jonathon Deans, es saber si la gran demanda será temporal o permanente. En el primer caso, la subida de precios y el exceso de inversión en los factores de producción se volverá contra la empresa. Sólo en el segundo caso la solución es correcta aunque lo difícil es anticipar de cual se trata.
En el caso de Nakaya, la demanda parece haberse vuelto permanente aunque la inversión en factores productivos haya sido pequeña. Sin embargo sí se ha advertido un sustancial incremento de precios para contener los pedidos, y, al mismo tiempo, un descenso en la calidad final del producto que, forzosamente, ha de fabricarse con métodos más baratos -reducción de costes- que, en este caso, significan menos mano de obra y más acabados mecánicos.
(foto: Bungbox)
En el caso de Bungbox, la decisión es más compleja pues la demanda de tintas tiene mucho de moda y de explosión inicial. Una vez adquirido algún frasco, el usuario no suele comprar muchos más ni cada poco tiempo. Este fenómeno es el que legitima, en gran medida, las ediciones especiales de lo que sea: tintas, cuadernos, estilográficas o camisetas. Se aprovecha el tirón inicial, el deseo de lo nuevo o el coleccionismo y, como se sabe que no durará mucho, se fabrica poco tiempo, se cierra la producción y se empieza de nuevo. Es lo que pasa, por poner otro ejemplo muy conocido, con las colecciones por fascículos que apenas suele seguir nadie hasta el final, pero cuyos primeros números se agotan en horas. En eso consiste el negocio.
El paradigma Bungbox es el de la búsqueda del equilibrio entre la oferta y la demanda y cómo los fabricantes intentan restituirlo con las políticas de precios o de producción. Todo esto es lo que explica muchas cosas y justifica otras.
Cada vez entiendo menos. Vayamos por partes:
ResponderEliminar1. Esos tinteros alargados no son exclusivos de esta papelería. Son los tinteros en Sailor (o, mejor dicho, el mixólogo Ishimura) usa para las tintas personales que le hacen al cliente delante de sus ojos. Se pueden ver en una vieja entrada mía: http://estilofilos.blogspot.jp/2010/07/100717031.html . ¡De hace ya cinco años!
2. Esos tinteros son los que usan otras tiendas con tintas exclusivas: Kingdom Note y Maruzen, ambas en Tokyo, son las primeras que me vienen a la cabeza.
3. Salvo en el caso de Kobe-Nagasawa, los precios de venta al público de esas tintas es siempre el mismo: JPY 2000, más iva. ¿Va Bungubox a subir esos precios de forma unilateral? El descalabro puede ser mayúsculo cuando hay otras tiendas con productos (tintas) muy similares.
4. Kobe-Nagasawa tiene precios más baratos en esas tintas hechas por Sailor porque comenzó con sus tintas exclusivas antes de la subida de precios de las tintas de Sailor en 2010.
Estos dos últimos puntos están explicados con fotos en un hilo del Foro de Estilográficas: http://estilograficas.mforos.com/1176627/11135862-alguien-ha-probado-las-nagasawa-kobe/
Gracias, Pedro, por mantener tu bitácora tan activa.
Saludos,
BT
Muchas gracias por tus siempre interesantísimas observaciones, Bruno. La cuestión, a mi manera de ver, no era tanto analizar las tintas, sus fabricantes o sus posibles competidores, como el fenómeno que se produce al nacer una demanda explosiva de un producto determinado y cómo reacciona ante esto la oferta. Tal y como cuentas, me parece bastante probable que los compradores de Bungbox ignoren todos los detalles que comentas y que, por ejemplo, podrían conseguir los preciosos frascos y la misma tinta en otro lugar. Pero el paradigma permanece intacto puesto que el fenómeno permanece inalterable: una demanda altísima de un producto concreto, sea cual sea la razón y el fundamento de la misma. Así visto, y teniendo en cuenta los datos que nos proporcionas, me parece evidente que la decisión de Bungbox es equivocada pues sólo será cuestión de tiempo que los compradores tomen conocimiento de las alternativas y la demanda se deshinche. Quod erat demostrandum.
EliminarUn fortísimo abrazo, maestro. Tu blog sigue siendo insuperable.
Lo que entiendo cada vez menos, y no aclaré en mi comentario inicial, es el comportamiento del mercado. Tu análisis me parece correcto. Lo que no sabemos es si las otras tiendas --yo he citado dos, pero hay más-- van a hacer algún esfuerzo por darse a conocer allende su vecindario... Ese parece haber sido el éxito de Bungubox.
EliminarSaludos, capitán.
BT
Es más que probable y también me parece que el verdadero fabricante de la tinta, en este caso Sailor, haga algún movimiento para recuperar la demanda en favor de sus propia marca, ya sea usando el tintero en cuestión, ya con una nueva línea parecida. Un fuerte abrazo
EliminarHasta ahora la respuesta de Sailor ha sido sacar una línea nueva de tintas, la Storia, o cambiar casi toda su gama recuperando algunas de las tintas de temporada. De Bungbox me ha llamado siempre la atención que su oferta de colores es mucho mayor de la de Sailor. Qué pasaría si la empezaran a vender en el tintero "normal" de Sailor es otra incógnita.
EliminarNo olvidemos que Bungbox no fabrica sino que encarga y distribuye. La producción es toda de Sailor y sus movimientos, por tanto, mucho más impredecibles porque ha de jugar con múltiples variables entre las que se incluyen, como bien dices Rafael, sus propias tintas. Un abrazo
EliminarMuy bueno tu blog Pedro Haddock , mucha información y my buenas fotos.
ResponderEliminarFelicitaciones. Otiumh desde Bs. As. Argentina.
Muchas gracias por tus ánimos, querido amigo, y un saludo muy cordial hasta la hermosísima tierra argentina.
EliminarEl fenómeno no es exclusivamente japonés. Acordaos de Akkerman. Cuando se pusieron de moda sus tintas dijeron que eran ediciones "limitadas" y cambiaron el tamaño de los frascos sin reducir el precio en la misma proporción.
ResponderEliminarAsí es, Rafael. Algo muy parecido. No creo que sea un fenómeno japonés sino algo que afecta a un mercado y, en un momento determinado, por una razón o por otra, desequilibra la oferta y la demanda, dando lugar a movimientos extraños. El objeto de este pequeñísimo ensayo era analizar y entender el por qué de las reacciones de los fabricantes antes casos como éste. Un abrazo.
EliminarQue bonitos!! Pero eso, pasa como con los Ackerman, te haces con uno y ya está.
ResponderEliminarDesde luego, querida Zai. Yo también espero conseguir uno algún día. Un abrazo
EliminarMuy interesante, Pedro. Al hilo del otro artículo, incluso con botes de cristal de por medio... Lo que está claro es que los japoneses tienen una tradición muy antigua en esto de los colores. De los diez principales fabricantes mundiales de tinta, cinco son japoneses, siendo el número uno Dainippon Ink. Esta compañía edita, por cierto, catálogos de colores e incluye siempre los "colores tradicionales" de algunos países, incluido Japón, claro. Una tradición que se remonta al año 603, donde se empiezan a clasificar los colores como kinjiki, exclusivos de una clase social, o yurushiiro, accesibles al vulgo.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por la información Iván. Tu comentarios siempre son interesantes. Un abrazo
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