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La estilofilia del futuro

Hemos tenido aquí la ocasión de hacer una pequeña referencia al nacimiento de la estilofilia y de cómo se desarrolló esta afición. Me preguntaba, al terminar, si aquellas bases y aquellos presupuestos que marcaron el punto de partida, se desarrollarán en el futuro y de qué manera. Comenzaré por decir que, en mi opinión, sí lo harán aunque es muy probable que la estilofilia del futuro sea muy distinta de la original. De hecho, creo que este humilde blog es un buen ejemplo de ello.

Analizando con una cierta sistemática el interés de los lectores, las entradas más visitadas y las plumas por las que más me preguntan, es posible llegar a algunas conclusiones que permiten identificar o, al menos, dar una pequeña idea, acerca de cómo se desarrollará nuestra afición en los próximos años.



1.- Un estilófilo es un estilófilo. Esto quiere decir que, jóvenes o veteranos, todos amamos lo mismo: las bellas formas, los arriesgados diseños, la cualidad de los materiales o la complejidad de las mecánicas. Todo ello acompañado de un desempeño funcional óptimo. A todos nos apasiona conseguir información sobre los modelos, su historia y cuál es su lugar en el tiempo y el espacio. A todos nos gusta compartir nuestro conocimiento creando foros, blogs, videos o redes sociales. Todos, por fin, nos sentimos miembros de una comunidad internacional con la que es sencillo entenderse y con la que casi siempre podemos intercambiar experiencias.

2.- Un estilófilo moderno no creció usando estilográficas. Al contrario que los veteranos, la inmensa mayoría de los modernos aficionados nació con el bolígrafo o después de él. Este fue su instrumento básico de aprendizaje, de trabajo y de entretenimiento. Sus primeras referencias a la estilográfica fueron las de sus padres o abuelos y, con mucha frecuencia, sus primeras plumas son las de sus ancestros en una suerte de arqueología de la memoria que se quiso recuperar. La mayoría de los estilófilos modernos lo son por afición; los veteranos lo fueron antes por necesidad.

Éstos, aprendieron a escribir con estilográfica, los nuevos, necesitan familiarizarse con muchos conceptos básicos que aquéllos han conocido siempre.


3.- La escritura es la diferencia. Los veteranos no solo aprendieron a usar las plumas sino que aprendieron a escribir con ellas y, por tanto, dominan la escritura a mano, el cuidado, y la caligrafía. En la enseñanza moderna, esos conceptos ya no forman parte del temario. Apenas se estudia caligrafía y, desde luego, no se practica con pluma y tinta. La letra cursiva inglesa, por ejemplo, una disciplina típica que se impartía a los escolares de todo el mundo hasta los años 40, es hoy una rareza que levanta pasiones entre los nuevos aficionados que, sin embargo, tienen que aprender a dominarla desde sus rudimentos puesto que nunca se la enseñaron. Los veteranos escribieron a mano porque no había otra alternativa. Los modernos escriben a mano, sobre todo, por placer.


4.- La oferta se dispara. Por mucho que los veteranos hayan crecido con la estilográfica, sus posibilidades de elección siempre fueron infinitamente menores a hoy en día. Cualquier joven aficionado tiene a su disposición, por ejemplo, un catálogo interminable de tintas, con colores absolutamente increíbles hace apenas quince años. La tinta para un moderno estilófilo es una fuente de experimentación y de placer. Para el veterano, era un simple combustible. En materia de estilográficas, la oferta de modelos, materiales y colores, alcanza hoy un número estratosférico. Es cierto que hay menos marcas en el mercado, pero cada una de ellas cuenta con un catálogo que se multiplica y se renueva cada pocas semanas, ofreciendo al aficionado un abanico de posibilidades que ningún estilófilo veterano soñó nunca poder ver. La venerable Parker, por ejemplo, cimentó su imperecedera fama en apenas un puñado de modelos relevantes. Pilot, por contra, ofrece hoy a sus compradores docenas de plumas al mismo tiempo, todas ellas de magnífica calidad. Los plumines clásicos, en general, se limitaban a dos o tres medidas, y hoy es posible encontrar una variedad ingente de acabados, materiales y diseños. siguiendo por Pilot, ofrece para muchos de sus modelos, más de quince modalidades que, multiplicadas por sus diferentes grosores, arroja un total de cuarenta y cinco posibilidades. Sailor, a su vez, hace lo propio con sus plumines especiales.





5.- Es la economía. El planteamiento económico de los estilófilos veteranos era radicalmente distinto al que tendrán que afrontar los del futuro. Como vimos, a partir de los años 70-80, el mercado secundario de estilográficas estaba por los suelos. Las plumas no eran antigüedades sino objetos obsoletos que apenas valían nada. Además, el escaso tiempo transcurrido desde la gran crisis hacía que hubiera un enorme mercado de material NOS (descatalogado aunque sin usar) que se ofrecía a precio de liquidación. Por último, los usuarios de desembarazaban de sus estilográficas a cambio de nada. La intervención de aquellos coleccionistas, que fueron capaces de conseguir gamas enteras de cada marca por muy poco dinero, incrementaron los precios hasta el punto de que hoy resulta casi imposible hacerse con una colección semejante. Los nuevos estilófilos adquieren plumas baratas en China, en India y en Japón, además de los modelos baratos de las grandes empresas generalistas europeas como Lamy o Kaweco.

Un coleccionista actual no puede permitirse el lujo de adquirir la gama clásica completa de Parker, porque le costaría decenas de miles de euros. Si una 51 normal, en buen estado, costaba menos de un euro en 1975, hoy no es posible encontrarla por menos de 90 ó 100. Una Duofold roja de los años 20 costaba 5 dólares por entonces y hoy no se encuentran por menos de 250. Si es una Mandarin en buen estado, no por menos de 400. Un simple juego de Parker Vacumatic que incluya los cinco colores clásicos, no costará menos de 500 euros y si añadimos las del tamaño Máxima, la cuenta subirá por encima de los 2000. Pero, además, la cuestión es que todas esas plumas se enfrentan a una competencia feroz por parte de las nuevas marcas líderes del mercado. Por 1500 euros es posible hacerse con un juego de plumas cuya calidad cortaría la respiración hace algunos años: un par de buenas japonesas, una Pelikan y un puñado de ejemplares de nuevo cuño y precio ultrarreducido con variedad de plumines, acabados y colores que hacen poco atractiva cualquier alternativa vintage.

Las ediciones limitadas que comenzaron en los años 90 se enfrentan a un futuro poco halagüeño. El exceso de oferta y el recurso a los precios altos como modelo de negocio están al límite de su capacidad. Es probable que siga existiendo este tipo de plumas, pero ni su precio ni su valoración en el mercado secundario tendrán ya demasiado recorrido.


6.- Los penshows son para quien los trabaja. Los viejos estilófilos miran con desconfianza a los nuevos que acuden a los penshows. Tocan mucho, preguntan por todo y no compran casi nada. Los precios no se ajustan a la nueva situación económica de los aficionados. Éstos, a su vez, examinan arrobados los viejos y míticos ejemplares pero no son capaces de agotar sus escasos recursos en solo uno de ellos cuando las alternativas modernas les ofrecen infinidad de posibilidades a mucho mejor precio. Para colmo, los nuevos aficionados no están acostumbrados a regatear ya que han vivido en un mundo de precios fijos. si el vendedor no ofrece rápidamente un precio ajustado, se irán a otro puesto a la primera de cambio. Además, Internet no facilita demasiado negociar precios pero sí compararlos, con lo que los nuevos estilófilos están mucho mejor informados de lo que estuvieron nunca los veteranos. Cualquier etiqueta de alto precio necesita ser muy bien justificada para que el potencial comprador se anime y eso es difícil de conseguir cuando no entiende bien la especificidad de un modelo antiguo y sus condiciones. Los vendedores deben aprender a transmitir el valor de sus ejemplares y no solo su precio. Deben esforzarse en instruir sobre las plumas y no limitarse a exponerlos. Deben responder con entusiasmo y habilidad y no esperar que alguien les ponga los billetes en la mano.

En conclusión, me parece evidente que el actual ciclo estilófilo difiere en esencia del anterior por razones de peso que afectarán, por un lado, al coleccionismo completista o de totalidad. Por otro, al futuro de las ediciones especiales de lujo y su concepto mismo. Finalmente, afectará al modelo de intercambio de ejemplares, su precio y su catálogo. Creo que en estas tres grandes ejes se resumen los demás. El tiempo lo dirá.



Comentarios

  1. Me ha gustado tu entrada Pedro. Todavía estoy pensando qué tipo de estilófilo soy... Seriamente soy estilomigrado y no estilonativo. Aunque todavía fui de los que recibieron una pluma por su primera comunión. Y cómo me identifico con esa sensación de ir al penshow con un presupuesto ajustadísimo que debía gastar en un único modelo... Ya lo lamento por los vendedores ¡Qué más quisiera yo que gastar cientos de euros en decenas de ejemplares! Un cordial saludo.

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    1. Ya somos dos, con la diferencia de que yo en un penshow me siento más extraño y fuera de lugar que un pulpo en un garaje.

      Ya lo he comentado en alguna ocasión, entre el paupérrimo presupuesto que manejo para estos menesteres, la avalancha de modelos vintage que no conozco por supuesto con la etiqueta de precio oculta o inexistente, y mi innata habilidad para poner la vista en la pieza más cara de la colección, me siento bastante cohibido, y al final termino dando un par de vueltas rápidas y nerviosas, sin decidirme ni siquiera a preguntar, y comprando alguna cosilla que fácilmente podía haber adquirido fuera del penshow.

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    2. Gracias por vuestros comentarios, amigos. Lo importante es, como hacéis vosotros, reflexionar sobre la cuestión para llegar a nuestras tropas conclusiones. Pero habría, en todo caso, que descartar todo complejo y timidez para acercarnos a los vendedores. Están ahí para eso y, en general, recibirán las dudas con amabilidad y condescendencia. Os animo a practica dentro de un par de semanas. Un fuerte abrazo para los dos.

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  2. Una entrada excelente Pedro. Yo también soy de los que recibí una pluma en mi primera comunión, entonces se estilaba mucho aunque ya se estaban imponiendo los bolis. Las plumas siguen teniendo su atractivo y hay gente joven que se incorpora a este mundillo y como tú muy bien señalas la producción actual es tremenda y esto es así porque las seguimos usando, si no no tendría sentido.
    Esto me hace ser muy optimista en cuanto al futuro, a pesar de todo seguimos ahí resistiendo.
    Recibe un fuerte abrazo.

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    1. Gracias por tu comentario y por tu optimismo, amigo Javier. Yo también lo comparto y mucho más viendo a mi alrededor tantos buenos aficionados como tú. Un fuerte abrazo

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  3. Genial Pedro. Grandes reflexiones, da para 10 entradas más. Creo que hay un creciente auge de los estilófilos nuevos que están súper bien informado y muchos de ellos con grandes recursos. Se ven sobre todo en los PenShow´s asiáticos. No sé cómo se comporta el de Madrid, pero en Estados Unidos, solo deambulan “dinosaurios” que tienen bellas colecciones costosísimas y que reciben la visita de otros dinosaurios que saben mucho y compran solo lo que aparece bien en relación precio/potencial. Esta nueva generación “YUPIE” de las estilográficas a mi me sorprende, por sus conocimientos y musculo económico. Pero esos chicos están volcados a los nuevos modelos, las novedades y poco se interesan por lo que nos interesamos algunos estilófilos (no sé si eso está catalogado o no), que es la historia del diseño industrial y mecánica. A estos noveles con recursos es difícil atraerlos con piezas iconos, ya sea por su diseño o por su ingenioso mecanismo, y les costara entender el precio de una de estas piezas y no preferir una nueva Japonesa con plumín fantástico aunque sea de plástico transparente y carga por cartucho. Y acaso no tienen razón?, no lo sé, la verdad. Por eso creo que el escenario más justo para un coleccionista de verdad es el del trueque (referenciado a precios equivalentes), porque ambas partes quedaran satisfechas de llevarse “algo que le falta a cambio de algo que sobra”. Al final, quien dijo que los coleccionistas son comerciantes?. No critico a quien venda, al contrario, me parece lo más normal, pero la venta de “vintage” es muy complicada porque depende no solo del precio, sino de la pieza, la historia, mecánica, grado de conservación (lo más importante) y muchos factores más como el conocimiento por parte del comprador. Mientras que las piezas nuevas tienen un precio que coloca el fabricante en el catalogo y ya solo depende de referenciarse en internet y tener o no el dinero para hacerla. Así pues creo que un club de “trueque” (potenciado por redes sociales) sería un éxito rotundo. A ver si te animas Pedro a empujar esta iniciativa. Fuerte abrazo.

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    1. Querido Leonardo; tus comentarios siempre son enriquecedores. Suscribo tu impresión de los PS norteamericanos y confirmo la existencia de nuevos modos de entender la estilofilia desde oriente. Como sabes de sobra, me identifico más con ésto último aunque nunca desprecio lo antiguo. Tomo nota de tu fascinante idea de un club de trueque. La compra venta es algo más complejo pero este tipo de servicio me parece muy interesante. Un fuerte abrazo

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  4. Fantástico artículo. Me puedo imaginar su "spin off": ¿Qué tipo de estilófilo soy?. Acá en el blog he apreciado algunas categorías. Lo del "músculo económico" de los yuppies le puede quitar el romanticismo, porque...siempre debería haber algo que añorar, que nos quite el sueño, y que traiga un sacrificio asociado. No es tan interesante poder estirar la mano y tomar lo que nos apetece (como dicen en España). Además de los yuppies, me ha tocado ver eruditos en distintas especialidades, ej. papel, tinta, marcas, modelos, épocas, técnicas. He visto también virtuosos como en un Cirque du Soleil de las estilográficas, no sé si tan conectados con su auditorio como con sus malabares. He visto asimismo al nuevo estilófilo, deseoso de aprender y extático con sus nuevas compras (de acuerdo a lo que le ofrece su país). Por ejemplo, si este nuevo estilofilo fuese chileno estaría muy contento con algunas Montblanc, Scheaffer, Cross y Parker. Por otra parte, están los hipsters de la escritura que abjuran de todo lo "posh" y uno de los pilares de su religión es la perfección técnica: probablemente tengan muchas plumas japonesas. Habemos algunos no especialistas en nada y que nuestro único mérito es el placer que nos producen las lapiceras las cuales han sido nuestros instrumentos naturales de escritura, los cuales hemos acumulado (y perdido) a lo largo de la vida. Si tenemos más de un centenar, no es por habernos propuesto tener una "colección": es el resultado de más de 35 años de escritura. Por último, de todos los tipos de estilófilos detectados, el mejor y más entrañable es el Capitán: nos hace sentir que, pase lo que pase, todo va a estar bien. Aunque el Pen Show esté carísimo, aunque el presupuesto sea limitado, aunque haya pequeñas fallas técnicas, aunque la creatividad de los precios de algunos países sea infinita y la consistencia mínima, aunque las aduanas sean unos verdaderos triángulos de las bermudas...leyendo sus columnas me embarga una sensación de que está la mar en calma y allá en el horizonte, de momento, no hay nostalgia. Un Abrazo.

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    1. Gracias por tus palabras, amiga mía. Interesantes reflexiones las tuyas y muy bien encaminadas. También agradezco que me menciones entre los coleccionistas apasionados y eclécticos porque, en efecto, lo soy. Me siento orgulloso de poder transmitir, siquiera de manera fugaz, esas sensaciones que tan lúcidamente describes. un fuerte abrazo.

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  5. Francamente interesante la reflexión, particularmente el tramo final sobre los PenShows, ya que es algo que he podido experimentar en los dos últimos a los que he asistido. Me considero un "nuevo estilófilo" a pesar de haber usado estilográficas toda mi vida, ya que no fue hasta hace unos 3-4 años que empecé a tener presupuesto para interesarme por modelos más exclusivos y, en definitiva, para comprarlas por deleite, coleccionismo, capricho o lujo, en definitiva, y no por necesidad. Esa necesidad, en mi juventud, la cubría sobradamente la Inoxcrom "de la papelería", la Parker "de blister" o, de mejor manera, la típica estilográfica regalada por los abuelos (en mi caso una modesta edición "Harley Davidson", de aspecto desenfadado, que produjo Waterman en su momento, con la que hice gran parte de los exámenes de la carrera).

    Me siento identificado con algunos de los comentarios expuestos por los compañeros de más experiencia. Me sentí un poco abrumado por la abundancia de modelos y la incapacidad de adquirir más de dos o tres. No me dejo 600 euros en cualquier cosa, mi mente me exige un "proceso" para aceptar desembolsar esa cantidad... un proceso de estudio, de comparación, de análisis. Necesito poder cotizar la pieza, sentir que no estoy pagando más de lo que "vale" o, si lo estoy haciendo, autoconvencerme de que para mí lo vale, por que si algo me ha enseñado mi trabajo es que la percepción del valor es subjetiva.

    Por segundo año consecutivo fui buscando una pieza concreta que no encontré... y eso que Stephen y Aziza me dijeron que la habían visto! pero no hubo forma. El año pasado me volví con una Nakaya, nueva. Este año, con las manos vacías, pero habiendo aprendido bastante (sí, toqué mucho, pregunté mucho y compré poco).

    Por desgracia me pilló justo de vuelta de un viaje largo al extranjero y no tuve el tiempo previo de contactar con algunas personas del mundillo que de seguro estuvisteis por ahí, para saludaros y conversar un poco en persona. Quizá nos cruzamos incluso, otro año será. Sí pude charlar un rato con SBREBrown y Aziza, encantadores ambos, aunque no les quise agobiar demasiado, pues supongo que se les acercaría mucha gente.

    Un saludo.

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    1. Gracias por tus agudas reflexiones, amigo mío. Es una pena, en efecto, no habernos podido saludar. El próximo año espero poder organizarlo mejor. Mientras tanto, estoy seguro de que tendremos ocasiones sobradas para fijar nuestra atención en otros productos. Un fuerte abrazo

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  6. Como buén "estilófilo" -además de otras mañas y obsesiones- me pregunto a diario cuál será "la pluma del futuro". Y quisiera descartar cualquier engendro digital, eso ni se discute. Si nadie acabará con los libros, lo mismo podríamos decir de las plumas: yo no necesito una Montblanc, me basta con algunas plumillas de acero (Perry, Bagnole & Farjon, Hughes, Myers y muchas otras). Ya aprendí a encuadernar, hago mis propias tintas ferrogálicas (absolutamente increíbles, lo digo con la soberbia del caso)así que sólo me falta ponerme a tornear barrilles, capuchones... y conseguir el maldito disco ultrafino para cortar el acero (o lo que sea que quiera usar) para facturar mis propias plumillas. Si alguien sabe qué herramienta se usa para tal fin, agradecido por la información.

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    1. Gracias por tu comentario, estimado Endriago. Es un placer recibir tus reflexiones y te felicito por ese trabajo creativo. Un fuerte abrazo

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  7. Bonito artículo. Tal vez es un poco nostálgico, pero eso es una enfermedad humana. En mi opinión, creo que el mundo estilográfico tiene mucho recorrido en el futuro con una generación que está aprendiendo que lo "manual" es más valioso que lo "industrial". Y la estilográfica entra en este campo. Eso es motivo de alegría para mí.

    Yo por ejemplo me considero joven, acabo de entrar en la cuarentena, y me formé en el dibujo con las plumillas de inmersión, que me siguen fascinando. Ahora con el dibujo manga están de plena actualidad. Y no fue después de entrar en el blog de Pedro, que pensé que sería buena idea llevar esa sensación del roce del plumín sobre el papel a toda mi escritura. Pedro llevo la afición al nivel del uso diario y eso es un gran logro por su parte. Pero no pienso pasar por un penshow porque no estaría cómodo. Mis estilográficas son japonesas y chinas. Cómodas y duras, de uso diario. Económicas. Ahora uso la Ohto Tasche y la Hero 616 a diario. Cuando llegue la 698 limpiaré la 616 probablemente por una temporada. Pero eso es algo bueno, este mundillo no está muerto. Evoluciona y significa que se se adapta, que está vivo. Que respira.

    Un saludo.

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    1. Gracias por tu comentario, querido Iván. Solo me queda intentar que cambies de opinión respecto a los penshows para convertirte en un estilófilo sin solución. Recibe un fortísimo abrazo, amigo mío.

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